Los motores de aviación están construidos fundamentalmente de
componentes metálicos, aunque en los últimos años se han incorporado
materiales plásticos compuestos en la fabricación de
determinadas piezas. Para las partes donde es decisivo que
confluyan la resistencia y la ligereza (componentes estructurales,
secciones de compresor, bastidores de motor), se emplean diversas
aleaciones de aluminio y titanio. Las aleaciones de cromo, níquel
y cobalto se emplean donde se requiere una resistencia a la corrosión
y a las altas temperaturas (cámara de combustión y secciones
de turbina). En las partes intermedias se emplean numerosas
aleaciones de acero.
Dado que la minimización del peso de una aeronave es un
factor decisivo para reducir los costes de los ciclos operativos
(maximización de la carga de pago y minimización del consumo
de combustible), han empezado a incorporarse nuevos materiales
compuestos como sustitutos ligeros de aluminio, titanio y
ciertas aleaciones de acero en zonas estructurales y conductos
donde no se produce la exposición a elevadas temperaturas.
Básicamente, estos materiales compuestos están hechos de poliimida,
epoxi y otros sistemas a base de resinas, reforzados
mediante fibras de grafito o fibra de vidrio entretejida.
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