jueves, 3 de octubre de 2013

PERFIL GENERAL - II

Es en este punto del proceso cuando la enorme necesidad de mano de obra de esta actividad resulta más evidente. Las medidas de salud y seguridad deben estar bien coordinadas. La conciencia de los trabajadores (de su propia seguridad y la de quienes les rodean) es fundamental para evitar accidentes laborales. Cada uno de los recintos interiores del casco está diseñado con un propósito concreto. 
El casco puede ser un simple hueco destinado a contener lastre o bien albergar depósitos, contenedores de carga, camarotes o un refinado centro de control de combate. En cada caso, la construcción del buque obligará a numerosos especialistas a trabajar muy cerca unos de otros para realizar una variada gama de tareas. 
En una situación típica, los fontaneros estarán montando válvulas al mismo tiempo que los electricistas tienden cables e instalan circuitos, los pintores aplican retoques, los montadores navales colocan y sueldan planchas en cubierta, las cuadrillas de carpinteros y los especialistas en aislamiento hacen su labor y los controladores comprueban si cierto sistema se activa, todo ello en un mismo sitio. Tales situaciones, y otras aún más complejas, se dan a diario siguiendo una pauta marcada por los cambios del programa, las modificaciones técnicas, la disponibilidad de personal y hasta las condiciones climatológicas. La aplicación de revestimientos entraña numerosos riesgos. 
Los trabajos de pintura a pistola deben llevarse a cabo frecuentemente en recintos cerrados, en un ambiente enrarecido por la presencia de partículas volátiles de pinturas, disolventes y diversos revestimientos epóxicos, caracterizados por su capacidad sensibilizadora. Con el paso de los años, y gracias al desarrollo de mejores equipos, de métodos de construcción más eficaces, de instalaciones más seguras y de un personal mejor formado, se ha progresado mucho en el terreno de la salud y la seguridad de los trabajadores de los astilleros. 
No obstante, los mayores avances se han logrado, y continúan lográndose, centrando la atención en el trabajador individual y eliminando las conductas que más contribuyen a la accidentalidad. Si bien esto es aplicable a la práctica totalidad de los sectores industriales, la gran cantidad de mano de obra propia del trabajo en los astilleros lo convierte en un factor de especial relevancia. 
A medida que avanzamos hacia programas de salud y seguridad que suponen una más activa participación de los trabajadores y que incorporan sus ideas, no sólo se alcanzan grados más altos de conciencia del riesgo propio de la actividad y de la forma de evitar accidentes, sino que además los propios trabajadores empiezan a considerar los programas como algo suyo. Sólo así se obtienen resultados y se alcanzan los objetivos perseguidos en materia de salud y seguridad .

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