viernes, 25 de octubre de 2013

CUESTIONES AMBIENTALES Y DE SALUD PUBLICA

Para las normativas sobre emisiones atmosféricas, vertidos y residuos, lo esencial es la protección de la salud pública y el cuidado del bienestar general de la población. Normalmente, la “población” está formada por los trabajadores de las instalaciones y quienes habitan en sus proximidades. No obstante, las corrientes de aire transportan los contaminantes de un lugar a otro, e incluso más allá de las fronteras nacionales; los vertidos a las aguas de ríos, lagos y mares viajan de igual forma y van de unos países a otros; y los residuos se transportan dentro del país en que se han producido o a cualquier otro lugar del mundo. Los astilleros llevan a cabo una gran variedad de actividades durante la construcción o reparación de buques y embarcaciones pequeñas. 
Muchas de estas actividades generan contaminantes atmosféricos o de las aguas de los que se sabe o se sospecha que causan trastornos y lesiones fisiológicos y metabólicos, como el cáncer o el envenenamiento por plomo. Los contaminantes también actúan de manera indirecta, como agentes mutágenos (que afecten a la bioquímica de la reproducción de las generaciones futuras) o teratógenos (que dañan al feto). Los contaminantes del aire y el agua pueden inducir efectos secundarios en el hombre. Cuando caen arrastrados por la precipitación, los contaminantes atmosféricos afectan a la calidad del agua que los recibe o de los cultivos y, por tanto, también a la salud pública. 
Los contaminantes vertidos directamente en el agua degradan su calidad hasta el extremo de que beber ese agua o hasta bañarse en ella supone un peligro para la salud. La contaminación de la tierra, el agua y el aire también afecta a la vida marina y, en última instancia, también a los seres humanos.

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