martes, 19 de agosto de 2014

Sistema de asistencia sanitaria

La asistencia sanitaria a los militares y trabajadores civiles de las fuerzas armadas se centra en la prevención. El personal médico a menudo observa los vehículos y el equipo militar durante su proceso de desarrollo para detectar y, eventualmente, controlar los posibles riesgos para la salud de los usuarios y el personal de mantenimiento. 
En los manuales de usuarios y de formación y en los programas educativos, se aborda el tema de la protección frente a riesgos. Además de la asistencia primaria y de los servicios de urgencia, los cuidados médicos comprenden una revisión inicial, revisiones médicas periódicas, la educación y promoción de la salud y la evaluación de las discapacidades. Además, el personal sanitario también participa en la investigación de accidentes. En caso de desplazamiento a zonas que presentan nuevos riesgos sanitarios, es preciso su identificación y evaluación, que nos permita una adecuada intervención, en forma de vacunas, fármacos profilácticos, medidas de protección individual y programas de formación. 
El personal sanitario que presta asistencia médica primaria y preventiva a los miembros de las fuerzas armadas, debe conocer las características de las armas utilizadas, tanto en los entrenamientos, como en el campo de batalla, con el objeto de prever las heridas que pueden producirse, adoptar medidas preventivas dirigidas a reducir la morbilidad y mortalidad y prestar el tratamiento adecuado, si se producen incidentes. El equipo de protección individual constituye un medio importante de defensa contra los agentes químicos y biológicos y de prevención de lesiones oculares causadas por proyectiles y láseres. Otras medidas utilizables son la vacunación y la administración de fármacos quimioprofilácticos contra los agentes biológicos, el tratamiento preventivo con fármacos y el uso de antídotos contra los agentes químicos. 
Es imprescindible formar al personal médico en la detección y el tratamiento precoces de las lesiones y enfermedades producidas por las armas. En efecto, el diagnóstico precoz permite iniciar rápidamente la administración de la terapia adecuada, y tal vez, reducir los índices de morbilidad y mortalidad. Además, los equipos quirúrgicos militares pueden cuidar mejor de sus pacientes y de sí mismos si conocen las características de las heridas que atienden. Por ejemplo, las heridas producidas por fusiles de repetición no suelen exigir un desbridamiento extenso por destrucción de tejidos blandos; las provocadas por balas de fragmentación pueden precisar una exploración en profundidad, y las heridas pueden contener munición sin explosionar.

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