Varias medidas, descritas en la Figura 95.8, pueden reducir la
frecuencia de los accidentes por situaciones de emergencia
debidas a sustancias peligrosas. En primer lugar, la adopción y
aplicación de normas de seguridad en la producción y almacenamiento,
transporte y utilización de sustancias peligrosas, puede
reducir la posibilidad de utilización de métodos de trabajo inseguros.
La formación de los trabajadores en prácticas de trabajo
adecuadas y en el control de los riesgos es un elemento fundamental
de la prevención de accidentes.
En segundo lugar, una adecuada gestión y supervisión de los
accidentes puede disminuir sus efectos. En este contexto, resulta
vital la dirección del responsable, en caso de accidente, de la
actuación del personal y de los trabajadores de limpieza. Es
preciso supervisar y evaluar el desarrollo de la intervención de
urgencia para garantizar el logro seguro y eficaz de los objetivos.
El tercer grupo de medidas consiste en las actuaciones sanitarias
realizadas durante y después de un accidente, que
comprenden la prestación de los primeros auxilios necesarios
en el lugar del accidente y la adopción de las medidas de
descontaminación precisas. La falta de una descontaminación rigurosa de una víctima puede prolongar la absorción del
agente tóxico y supone para el personal médico o de control de
materias peligrosas un riesgo de exposición a consecuencia
del contacto directo con el paciente (Cox 1994). Es igualmente
preciso adiestrar a los médicos en el tratamiento específico de
los accidentes químicos y en la adopción de equipos de protección
individual.
La participación de los trabajadores en el programa de vigilancia
médica es una medida que puede ser utilizada para
prevenir problemas de salud entre el personal encargado del
control de las sustancias peligrosas. La vigilancia de la salud,
permite detectar los trastornos en un estadio inicial, antes de
que aparezcan efectos adversos importantes.
Por otra parte, hace
posible la identificación y vigilancia de procesos que, como las
enfermedades cardiovasculares, pueden incrementar el riesgo
para los trabajadores en la realización de su trabajo. Asimismo,
es preciso diagnosticar las deficiencias sensoriales capaces de
dificultar las comunicaciones sobre el terreno, como los defectos
de visión y audición, con el objeto de determinar si constituyen
un grave riesgo durante las labores de control de las sustancias
peligrosas.
La mayoría de las medidas preventivas se basan en la
conciencia colectiva de los riesgos existentes localmente. Es
imprescindible la implantación, con ayuda de personal cualificado,
de planes de emergencia sobre control de sustancias peligrosas,
y la correcta asignación de los recursos. La conciencia
colectiva de los riesgos pasa por informar a la comunidad de los
materiales peligrosos existentes en las instalaciones fijas o
que son transportados dentro de la comunidad (por carretera,
ferrocarril, aguas navegables o aeropuertos).
Esta información
permite a los cuerpos de bomberos y a otros organismos responsables
prepararse para afrontar las situaciones de emergencias.
También en las instalaciones fijas y en las empresas
de transporte de materiales peligrosos se deben implantar procedimientos
para su notificación urgente a las autoridades competentes.
Por otra parte, el personal médico debe estar
familiarizado con los riesgos potenciales existentes en su comunidad.
Es preciso contar con personal médico cualificado para
diagnosticar y tratar los síntomas y para prescribir un tratamiento
específico para las sustancias peligrosas existentes en su
comunidad. Las instalaciones fijas deben establecer enlaces con
los servicios locales de urgencia, con el objeto de informarles de
los posibles riesgos existentes en el lugar de trabajo y de los
suministros e intervenciones precisos para controlar los posibles
accidentes en dichas instalaciones.
La formación y planificación
deben ayudar a mejorar la prestación de la asistencia médica
adecuada y reducir el número de muertes y lesiones a causa de
los accidentes.
Es igualmente posible que se produzcan situaciones de emergencia
debidas a sustancias peligrosas como consecuencia de
catástrofes naturales como riadas, terremotos, rayos, huracanes,
vendavales y tormentas fuertes. A pesar del aparente incremento
de la frecuencia de estos sucesos, se observa un escaso nivel de
preparación para estas emergencias (Showalter y Myers 1994).
Los esfuerzos de planificación deben hacerse extensivos a las
causas naturales de las situaciones de emergencia.
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