sábado, 30 de agosto de 2014

Medidas preventivas

Varias medidas, descritas en la Figura 95.8, pueden reducir la frecuencia de los accidentes por situaciones de emergencia debidas a sustancias peligrosas. En primer lugar, la adopción y aplicación de normas de seguridad en la producción y almacenamiento, transporte y utilización de sustancias peligrosas, puede reducir la posibilidad de utilización de métodos de trabajo inseguros. La formación de los trabajadores en prácticas de trabajo adecuadas y en el control de los riesgos es un elemento fundamental de la prevención de accidentes. En segundo lugar, una adecuada gestión y supervisión de los accidentes puede disminuir sus efectos. En este contexto, resulta vital la dirección del responsable, en caso de accidente, de la actuación del personal y de los trabajadores de limpieza. Es preciso supervisar y evaluar el desarrollo de la intervención de urgencia para garantizar el logro seguro y eficaz de los objetivos. 
El tercer grupo de medidas consiste en las actuaciones sanitarias realizadas durante y después de un accidente, que comprenden la prestación de los primeros auxilios necesarios en el lugar del accidente y la adopción de las medidas de descontaminación precisas. La falta de una descontaminación rigurosa de una víctima puede prolongar la absorción del agente tóxico y supone para el personal médico o de control de materias peligrosas un riesgo de exposición a consecuencia del contacto directo con el paciente (Cox 1994). Es igualmente preciso adiestrar a los médicos en el tratamiento específico de los accidentes químicos y en la adopción de equipos de protección individual. La participación de los trabajadores en el programa de vigilancia médica es una medida que puede ser utilizada para prevenir problemas de salud entre el personal encargado del control de las sustancias peligrosas. La vigilancia de la salud, permite detectar los trastornos en un estadio inicial, antes de que aparezcan efectos adversos importantes. 
Por otra parte, hace posible la identificación y vigilancia de procesos que, como las enfermedades cardiovasculares, pueden incrementar el riesgo para los trabajadores en la realización de su trabajo. Asimismo, es preciso diagnosticar las deficiencias sensoriales capaces de dificultar las comunicaciones sobre el terreno, como los defectos de visión y audición, con el objeto de determinar si constituyen un grave riesgo durante las labores de control de las sustancias peligrosas. La mayoría de las medidas preventivas se basan en la conciencia colectiva de los riesgos existentes localmente. Es imprescindible la implantación, con ayuda de personal cualificado, de planes de emergencia sobre control de sustancias peligrosas, y la correcta asignación de los recursos. La conciencia colectiva de los riesgos pasa por informar a la comunidad de los materiales peligrosos existentes en las instalaciones fijas o que son transportados dentro de la comunidad (por carretera, ferrocarril, aguas navegables o aeropuertos). 
Esta información permite a los cuerpos de bomberos y a otros organismos responsables prepararse para afrontar las situaciones de emergencias. También en las instalaciones fijas y en las empresas de transporte de materiales peligrosos se deben implantar procedimientos para su notificación urgente a las autoridades competentes. Por otra parte, el personal médico debe estar familiarizado con los riesgos potenciales existentes en su comunidad. Es preciso contar con personal médico cualificado para diagnosticar y tratar los síntomas y para prescribir un tratamiento específico para las sustancias peligrosas existentes en su comunidad. Las instalaciones fijas deben establecer enlaces con los servicios locales de urgencia, con el objeto de informarles de los posibles riesgos existentes en el lugar de trabajo y de los suministros e intervenciones precisos para controlar los posibles accidentes en dichas instalaciones. 
La formación y planificación deben ayudar a mejorar la prestación de la asistencia médica adecuada y reducir el número de muertes y lesiones a causa de los accidentes. Es igualmente posible que se produzcan situaciones de emergencia debidas a sustancias peligrosas como consecuencia de catástrofes naturales como riadas, terremotos, rayos, huracanes, vendavales y tormentas fuertes. A pesar del aparente incremento de la frecuencia de estos sucesos, se observa un escaso nivel de preparación para estas emergencias (Showalter y Myers 1994). Los esfuerzos de planificación deben hacerse extensivos a las causas naturales de las situaciones de emergencia.

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