En los ejercicios de vuelo en el espacio aéreo participan diversos
tipos de aeronaves de geometría fija y de geometría variable, así
como helicópteros con rotores de peso fijo y variable. Los tripulantes
de las aeronaves militares se exponen a riesgos diferentes de
los existentes en el mundo civil. Muchas aeronaves militares son
únicas por su diseño, sus características de vuelo y las misiones
que realizan. Todos estos tripulantes se exponen frecuentemente a
unas fuerzas de aceleración excesivas (fuerzas centrífuga y de
gravedad), descompresión, mareo, desincronización de los
ritmos circadianos producida por las misiones prolongadas o las
operaciones nocturnas y desorientación espacial. Las vibraciones
producidas por la aeronave y las turbulencias atmosféricas pueden
afectar la visión, generar trastornos motores, producir fatiga y
provocar la aparición de problemas en las vértebras lumbares,
particularmente en los pilotos de helicópteros.
La exposición a los
productos de la combustión eliminados por los escapes, el recalentamiento
o la ignición de partes de la aeronave pueden suponer
un riesgo de intoxicación en el caso de que la nave resulte dañada
en combate. La fatiga es un factor de riesgo importante en operaciones
prolongadas o vuelos a larga distancia. La desorientación
espacial y las percepciones ilusorias sobre la altitud y el movimiento
de la aeronave pueden provocar accidentes, especialmente
en los combates librados a gran velocidad y baja altura. En condiciones
de trabajo difíciles, los equipos de tierra pueden verse
presionados por la falta de tiempo para realizar las operaciones
de mantenimiento y reaprovisionamiento de combustible, a veces
con los motores de la aeronave en marcha.
Los helicópteros se utilizan ampliamente en las operaciones
militares como sistemas de armas a baja altitud, plataformas de
observación y medios de evacuación sanitaria y de suministro.
Estas aeronaves provistas de rotores se asocian con misiones de
reconocimiento, riesgos físicos y efectos psicológicos para sus
tripulaciones absolutamente únicos. Ciertamente, aunque los
helicópteros pueden volar hacia adelante, hacia atrás y lateralmente,
son intrínsecamente plataformas de vuelo inestables.
Esto hace que sus tripulantes deban mantener una concentración
constante y gozar de una excepcional visión y una buena
coordinación motora para manipular los sistemas de control de
vuelo y evitar estrellarse o colisionar con otros obstáculos
durante los vuelos a baja altura. La fatiga es un aspecto especialmente
preocupante para los tripulantes que realizan vuelos prolongados, un gran número de misiones de corta duración o
vuelos a bajo nivel, a ras del terreno, en los que los pilotos se
ajustan tanto a los contornos del terreno como lo permiten la
velocidad y las prestaciones técnicas de la aeronave.
Los vuelos
nocturnos a baja altitud son especialmente peligrosos. Aunque
los pilotos militares y de las fuerzas de seguridad utilizan
normalmente gafas de visión nocturna en estas misiones, éstas
pueden limitar la percepción de profundidad, el campo de visión
y la discriminación de los colores. Por otra parte, los motores,
rotores y transmisiones de los helicópteros generan un amplio
espectro de vibraciones que pueden afectar la agudeza visual y
producir tensión y fatiga musculares. Estos elementos de la aeronave
generan igualmente ruido de elevada intensidad que dificulta
la comunicación dentro de la cabina y provoca pérdida de
audición. Para reducir este último riesgo, se puede recurrir al
encapsulamiento de las piezas más ruidosas, a instalar láminas
de materiales aislantes del ruido en las cabinas y, por último,
a utilizar diversos equipos auditivos de protección individual
para reducir el riesgo de pérdida auditiva. El estrés por calor
puede ser un problema especialmente serio para los tripulantes,
dada la escasa altitud a que vuelan estas aeronaves. En contraste
con el estrellamiento en vuelo horizontal en que consisten
normalmente los accidentes de las aeronaves de geometría fija,
los accidentes de helicópteros suelen sobrevenir al desplomarse
verticalmente las aeronaves. Las lesiones más comunes entre las
víctimas de accidentes son la fractura por compresión de la
columna vertebral y de la base del cráneo. Entre los dispositivos
y elementos de diseño comúnmente utilizados para prevenir y
controlar las lesiones figuran los cascos de protección, los
sistemas de combustible resistentes al impacto, la construcción
de cabinas reforzadas que impidan la penetración de los rotores
y sistemas de transmisión y los asientos especiales y otros dispositivos
de absorción de impactos.
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