lunes, 11 de agosto de 2014

Aeronaves

En los ejercicios de vuelo en el espacio aéreo participan diversos tipos de aeronaves de geometría fija y de geometría variable, así como helicópteros con rotores de peso fijo y variable. Los tripulantes de las aeronaves militares se exponen a riesgos diferentes de los existentes en el mundo civil. Muchas aeronaves militares son únicas por su diseño, sus características de vuelo y las misiones que realizan. Todos estos tripulantes se exponen frecuentemente a unas fuerzas de aceleración excesivas (fuerzas centrífuga y de gravedad), descompresión, mareo, desincronización de los ritmos circadianos producida por las misiones prolongadas o las operaciones nocturnas y desorientación espacial. Las vibraciones producidas por la aeronave y las turbulencias atmosféricas pueden afectar la visión, generar trastornos motores, producir fatiga y provocar la aparición de problemas en las vértebras lumbares, particularmente en los pilotos de helicópteros. 
La exposición a los productos de la combustión eliminados por los escapes, el recalentamiento o la ignición de partes de la aeronave pueden suponer un riesgo de intoxicación en el caso de que la nave resulte dañada en combate. La fatiga es un factor de riesgo importante en operaciones prolongadas o vuelos a larga distancia. La desorientación espacial y las percepciones ilusorias sobre la altitud y el movimiento de la aeronave pueden provocar accidentes, especialmente en los combates librados a gran velocidad y baja altura. En condiciones de trabajo difíciles, los equipos de tierra pueden verse presionados por la falta de tiempo para realizar las operaciones de mantenimiento y reaprovisionamiento de combustible, a veces con los motores de la aeronave en marcha. 
Los helicópteros se utilizan ampliamente en las operaciones militares como sistemas de armas a baja altitud, plataformas de observación y medios de evacuación sanitaria y de suministro. Estas aeronaves provistas de rotores se asocian con misiones de reconocimiento, riesgos físicos y efectos psicológicos para sus tripulaciones absolutamente únicos. Ciertamente, aunque los helicópteros pueden volar hacia adelante, hacia atrás y lateralmente, son intrínsecamente plataformas de vuelo inestables. Esto hace que sus tripulantes deban mantener una concentración constante y gozar de una excepcional visión y una buena coordinación motora para manipular los sistemas de control de vuelo y evitar estrellarse o colisionar con otros obstáculos durante los vuelos a baja altura. La fatiga es un aspecto especialmente preocupante para los tripulantes que realizan vuelos prolongados, un gran número de misiones de corta duración o vuelos a bajo nivel, a ras del terreno, en los que los pilotos se ajustan tanto a los contornos del terreno como lo permiten la velocidad y las prestaciones técnicas de la aeronave. 
Los vuelos nocturnos a baja altitud son especialmente peligrosos. Aunque los pilotos militares y de las fuerzas de seguridad utilizan normalmente gafas de visión nocturna en estas misiones, éstas pueden limitar la percepción de profundidad, el campo de visión y la discriminación de los colores. Por otra parte, los motores, rotores y transmisiones de los helicópteros generan un amplio espectro de vibraciones que pueden afectar la agudeza visual y producir tensión y fatiga musculares. Estos elementos de la aeronave generan igualmente ruido de elevada intensidad que dificulta la comunicación dentro de la cabina y provoca pérdida de audición. Para reducir este último riesgo, se puede recurrir al encapsulamiento de las piezas más ruidosas, a instalar láminas de materiales aislantes del ruido en las cabinas y, por último, a utilizar diversos equipos auditivos de protección individual para reducir el riesgo de pérdida auditiva. El estrés por calor puede ser un problema especialmente serio para los tripulantes, dada la escasa altitud a que vuelan estas aeronaves. En contraste con el estrellamiento en vuelo horizontal en que consisten normalmente los accidentes de las aeronaves de geometría fija, los accidentes de helicópteros suelen sobrevenir al desplomarse verticalmente las aeronaves. Las lesiones más comunes entre las víctimas de accidentes son la fractura por compresión de la columna vertebral y de la base del cráneo. Entre los dispositivos y elementos de diseño comúnmente utilizados para prevenir y controlar las lesiones figuran los cascos de protección, los sistemas de combustible resistentes al impacto, la construcción de cabinas reforzadas que impidan la penetración de los rotores y sistemas de transmisión y los asientos especiales y otros dispositivos de absorción de impactos.

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