
Antes de analizar los riesgos específicos para la seguridad y la
salud , es preciso saber que en un rescate marítimo pueden intervenir
barcos, aeronaves o una combinación de ambos. La necesidad
de conocer los medios utilizados reside en que las características de la exposición a los riesgos están determinados,
en parte, por los medios.
Las embarcaciones comúnmente utilizadas en los rescates
marítimos se desplazan a velocidades inferiores a los 40 nudos
(74,1 km/h), poseen una autonomía operativa relativamente
limitada (inferior a 200 millas o 320 km), son extremadamente
sensibles al oleaje y a las condiciones meteorológicas, así como al
impacto de los restos flotantes de naufragios y, en general, no
suelen plantear problemas con la distribución de la carga. Por su
parte, los helicópteros, que son las aeronaves más comúnmente
utilizadas en las operaciones de salvamento marítimo, son
capaces de volar a más de 150 nudos (278 km/h), poseen una
autonomía operativa real de 300 millas (480 km) que aumenta si
se reabastecen de combustible en vuelo, son más sensibles a las
condiciones meteorológicas que al estado de la mar y su capacidad
de carga es bastante limitada.
La elección del medio depende de factores como la distancia,
la urgencia, la situación geográfica, la disponibilidad de
recursos, las condiciones ambientales y las características de la
organización de rescate. Se suele optar por medios de superficie
en presencia de factores como la mayor proximidad, la menor
urgencia, la proximidad a centros urbanos o áreas desarrolladas,
el buen estado de la mar y la ausencia de sistemas e infraestructuras
adecuados para el uso de medios aéreos. Se prefieren, en
general, los medios aéreos de rescate en caso de mayor distancia,
situaciones de urgencia o de lejanía de grandes centros urbanos
o áreas desarrolladas, si el mar se presenta agitado y si en la
región existen sistemas e infraestructuras aéreos adecuados. Las
Figuras 95.6 y 95.7 ilustran ambas modalidades de rescate.

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