viernes, 22 de agosto de 2014

Riesgos marítimos

Los principales riesgos del rescate marítimo son los inherentes a la naturaleza misma del medio acuático. En efecto, el personal de rescate se expone directamente a los embates del mar y debe estar preparado para salvarse a sí mismo. El ahogamiento es la causa más frecuente de muerte por accidente de trabajo en el medio marino. Los trabajadores precisan equipo de flotación especial para sobrevivir en el mar durante un cierto tiempo, e incluso los nadadores expertos precisan flotadores para sobrevivir en un mar picado. La supervivencia prolongada (más allá de unas horas) en medio de una tormenta suele ser imposible sin trajes o balsas salvavidas especiales. 
Circunstancias como las lesiones, la pérdida parcial de la conciencia, el pánico y la confusión o el miedo incontrolable reducen las posibilidades de sobrevivir en el mar. El mar tiene un mayor poder de absorción del calor corporal que el aire. El riesgo de muerte por hipotermia o ahogamiento provocado por la hipotermia aumenta rápidamente al descender la temperatura del agua a menos de 24 grados centígrados. Si la temperatura se aproxima al punto de congelación, el tiempo de supervivencia se cuenta por minutos. Sólo se puede sobrevivir en aguas frías, incluso si el mar está en calma, con ayuda de trajes o balsas salvavidas especiales. En el medio marino se registran condiciones meteorológicas extremas. El viento, la lluvia, la niebla, las nevadas y las heladas pueden ser intensos y entorpecer la visibilidad y las comunicaciones. Los equipos de rescate corren un peligro constante de mojarse con el oleaje y sus salpicaduras, con la lluvia y las gotas de agua transportadas con el viento y con el agua nebulizada por la turbulencia producida por naves y aeronaves. 
El agua, en especial salada, puede estropear el equipo mecánico y eléctrico preciso para las operaciones de vuelo y de navegación. La exposición al agua salada puede causar irritación de la piel, mucosas y ojos. Además, la ingesta de microorganismos infecciosos (especies como Vibrio) agrava el riesgo de sufrir enfermedades gastrointestinales. El agua de los alrededores de la operación de salvamento puede contener agentes contaminantes (por ejemplo, aguas fecales) o sustancias químicas nocivas para la salud humana (por ejemplo, productos del petróleo). En las aguas propicias a las poblaciones de serpientes de agua y de diversos celentéreos (como medusas) existe el riesgo de envenenamiento. Por otra parte, las ropas protectoras térmicas y contra el agua suelen ser engorrosas, entorpecen los movimientos y pueden provocar estrés por calor. 
En días soleados, los rayos ultravioleta pueden producir lesiones oculares y de la piel a los equipos de rescate. En la superficie de las grandes masas de agua, como los océanos, se suelen producir movimientos ondulantes de las olas que coexisten con la agitación de la superficie. Esto obliga a los equipos de rescate a trabajar en una plataforma inestable, lo que complica los movimientos y operaciones a la vez que entraña un riesgo constante de sufrir mareos. Por otra parte, las embarcaciones de rescate que navegan con mar gruesa suelen dar grandes bandazos que las convierten en plataformas inestables, lo que fomenta la fatiga y el riesgo de sufrir caídas y el impacto de objetos desprendidos, e incrementa la probabilidad de fallos técnicos. Por su parte, las aeronaves que operan en condiciones meteorológicas adversas, experimentan turbulencias que generan fatiga y dificultan las operaciones de izar las víctimas desde la superficie del mar.

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