Los principales riesgos del rescate marítimo son los inherentes a
la naturaleza misma del medio acuático. En efecto, el personal de
rescate se expone directamente a los embates del mar y debe
estar preparado para salvarse a sí mismo.
El ahogamiento es la causa más frecuente de muerte por accidente
de trabajo en el medio marino. Los trabajadores precisan
equipo de flotación especial para sobrevivir en el mar durante
un cierto tiempo, e incluso los nadadores expertos precisan flotadores
para sobrevivir en un mar picado. La supervivencia
prolongada (más allá de unas horas) en medio de una tormenta
suele ser imposible sin trajes o balsas salvavidas especiales.
Circunstancias como las lesiones, la pérdida parcial de la
conciencia, el pánico y la confusión o el miedo incontrolable
reducen las posibilidades de sobrevivir en el mar. El mar tiene un mayor poder de absorción del calor corporal
que el aire. El riesgo de muerte por hipotermia o ahogamiento
provocado por la hipotermia aumenta rápidamente al descender
la temperatura del agua a menos de 24 grados centígrados. Si la
temperatura se aproxima al punto de congelación, el tiempo de
supervivencia se cuenta por minutos. Sólo se puede sobrevivir en
aguas frías, incluso si el mar está en calma, con ayuda de trajes o
balsas salvavidas especiales.
En el medio marino se registran condiciones meteorológicas
extremas. El viento, la lluvia, la niebla, las nevadas y las heladas
pueden ser intensos y entorpecer la visibilidad y las comunicaciones.
Los equipos de rescate corren un peligro constante de
mojarse con el oleaje y sus salpicaduras, con la lluvia y las gotas
de agua transportadas con el viento y con el agua nebulizada
por la turbulencia producida por naves y aeronaves.
El agua, en
especial salada, puede estropear el equipo mecánico y eléctrico
preciso para las operaciones de vuelo y de navegación.
La exposición al agua salada puede causar irritación de la
piel, mucosas y ojos. Además, la ingesta de microorganismos
infecciosos (especies como Vibrio) agrava el riesgo de sufrir enfermedades
gastrointestinales. El agua de los alrededores de la
operación de salvamento puede contener agentes contaminantes
(por ejemplo, aguas fecales) o sustancias químicas nocivas para
la salud humana (por ejemplo, productos del petróleo). En las
aguas propicias a las poblaciones de serpientes de agua y de
diversos celentéreos (como medusas) existe el riesgo de envenenamiento.
Por otra parte, las ropas protectoras térmicas y contra
el agua suelen ser engorrosas, entorpecen los movimientos y pueden provocar estrés por calor.
En días soleados, los rayos
ultravioleta pueden producir lesiones oculares y de la piel a los
equipos de rescate.
En la superficie de las grandes masas de agua, como los
océanos, se suelen producir movimientos ondulantes de las olas
que coexisten con la agitación de la superficie. Esto obliga a los
equipos de rescate a trabajar en una plataforma inestable, lo que
complica los movimientos y operaciones a la vez que entraña un
riesgo constante de sufrir mareos. Por otra parte, las embarcaciones
de rescate que navegan con mar gruesa suelen dar
grandes bandazos que las convierten en plataformas inestables,
lo que fomenta la fatiga y el riesgo de sufrir caídas y el impacto
de objetos desprendidos, e incrementa la probabilidad de fallos
técnicos. Por su parte, las aeronaves que operan en condiciones
meteorológicas adversas, experimentan turbulencias que
generan fatiga y dificultan las operaciones de izar las víctimas
desde la superficie del mar.
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