Las naciones mantienen ejércitos con el propósito de disuadir a
los posibles agresores, desactivar posibles conflictos y, en caso
necesario, estar preparadas para librar y ganar las guerras. Las
fuerzas armadas realizan además otras misiones que se denominan
“intervenciones en tiempos de paz” u “operaciones no
bélicas”: misiones humanitarias, como ayudas urgentes en caso
de desastre; operaciones de establecimiento y mantenimiento de
la paz; intervenciones contraterroristas y contra el narcotráfico,
y asistencia de seguridad.
Los hombres y mujeres de las fuerzas armadas trabajan en
submarinos y buques de superficie, sobre la tierra, en todo tipo
de terrenos, con temperaturas extremas y a gran altura. Buena
parte del trabajo de los militares se centra en el mantenimiento
de las destrezas necesarias para manejar un equipo exclusivamente
militar (como submarinos, aviones de combate y tanques)
en acciones contra un enemigo armado.
Las fuerzas armadas
emplean igualmente a un gran número de personas uniformados
que realizan labores de mantenimiento y reparación, administrativas,
médicas y de otros tipos, en apoyo de los combatientes.
Todos los miembros de las fuerzas armadas se esfuerzan por
conservar el dominio de las destrezas militares básicas, como la
puntería, además de un elevado nivel de aptitud física que les permita reaccionar adecuadamente si se ven en la necesidad de
entrar en combate. Se ejercitan constantemente para desarrollar
y mantener su fuerza y su capacidad aerobia. Si se realizan en
exceso o de forma inadecuada, estos programas pueden
provocar lesiones.
Además de los riesgos profesionales, estos trabajadores uniformados
están expuestos al riesgo adicional de contraer enfermedades
infecciosas. En efecto, el medio ambiente existente en los
campamentos de instrucción básica y el hacinamiento típico de
algunas unidades, como los buques de guerra, favorecen la
aparición de brotes de enfermedades respiratorias agudas y otras
enfermedades infecciosas. El ruido es un problema universal.
También, el desplazamiento a diversas partes del mundo
conlleva el contacto con agua y alimentos contaminados, y la
exposición a los vectores de transmisión de protozoos y de
agentes víricos y bacterianos.
Las fuerzas armadas emplean un gran número de trabajadores
civiles dedicados a labores de investigación y desarrollo y a
la prestación de servicios auxiliares de mantenimiento, administración,
etc. Algunos de estos trabajadores civiles cobran de las
fuerzas armadas; otros trabajan en empresas contratistas de las
instituciones armadas. Existe una tendencia creciente a emplear
trabajadores civiles en tareas de apoyo en estrecha proximidad al
despliegue de las fuerzas de combate, lo que los expone a idénticos
riesgos laborales y ambientales.
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