Al igual que otros trabajadores de la asistencia sanitaria, el
personal auxiliar afronta un riesgo creciente de infección por
virus patógenos transmitidos por la sangre, en especial el de la
hepatitis B (VHB) y, presumiblemente, el de la hepatitis C.
Se hallaron marcadores serológicos de infección por el VHB en
el 13 al 22 % de los enfermeros de urgencias médicas, lo que
supone del triple al cuádruple de la prevalencia observada en el
conjunto de la población (Pepe y cols. 1986). En una encuesta
realizada se puso de manifiesto una correlación entre el riesgo
de infección y el número de años de servicio en urgencias médicas. Las medidas recomendadas para la prevención del
contagio del VHB y del VIH entre los trabajadores de la asistencia
sanitaria, que se exponen en otro capítulo de la presente
Enciclopedia, son igualmente de aplicación al personal auxiliar.
En
el ámbito de los efectos secundarios, el uso de guantes de látex
como medio de protección contra los agentes patógenos en
sangre, puede contribuir a un mayor riesgo de urticaria por
contacto y otras manifestaciones de alergia a los productos del
caucho, similares a las observadas entre los trabajadores sanitarios
de los hospitales.
El trabajo paramédico y en las ambulancias, que se desarrolla
en ambientes peligrosos e incontrolados y obliga a tomar decisiones
críticas con escaso margen de tiempo y sin el apoyo de un
equipo adecuado, genera un elevado nivel de estrés laboral. La
disminución del rendimiento profesional, la insatisfacción en el
trabajo y la pérdida de interés en los pacientes que puede producirse
a consecuencia del estrés constituyen un peligro, tanto para
los prestadores de la asistencia como para el público en general.
Se ha recomendado la intervención de especialistas en salud
mental después de producirse algún siniestro importante u otro
incidente traumático, junto con otras estrategias para reducir el
agotamiento de los trabajadores de urgencias, con el objeto de
mitigar los efectos destructivos del estrés en este campo
(Neale 1991).
Existen pocas recomendaciones específicamente orientadas a
las pruebas selectivas y a la adopción de medidas preventivas
entre el personal auxiliar. Todos los trabajadores expuestos a
líquidos y materiales infecciosos deben vacunarse contra el virus
de la hepatitis B y aprender a protegerse de los agentes patógenos
en sangre.
Los centros sanitarios de Estados Unidos están obligados
a comunicar cualquier exposición no protegida de su
personal de urgencias a agentes patógenos en sangre o en el aire,
así como a cualquier enfermedad infecciosa poco frecuente o
rara, como la tuberculosis (NIOSH 1989). En otros países existen
normas legales y directrices similares (Laboratory Center for
Disease Control 1995). Especial importancia reviste la observancia
de las prácticas habituales en materia de vacunación
contra las enfermedades infecciosas (como la vacuna triple contra
la rubéola, sarampión y paperas) y el tétanos. Las pruebas selectivas
periódicas de la tuberculosis se recomiendan en los casos de
posibles exposiciones de alto riesgo. Se ha indicado que el diseño
adecuado del equipo, la enseñanza de la mecánica corporal y la
información y formación sobre los riesgos puntuales, pueden
contribuir a reducir las lesiones en el levantamiento de las
víctimas, si bien el ambiente en que se desarrolla buena parte del
trabajo del personal de las ambulancias puede hacer ineficaces
los controles mejor diseñados.
Es preciso analizar cuidadosamente
el ambiente en que se realiza el trabajo auxiliar, y suministrar
las ropas y el equipo de protección adecuados. El
adiestramiento en el uso de equipos autónomos de protección
respiratoria, es conveniente para las personas expuestas a gases y
humos tóxicos. Por último, es preciso tomar en consideración el
desgaste producido por el estrés en el personal paramédico y en
los técnicos de urgencias, y elaborar estrategias de formación e
intervención destinadas a reducir estos efectos.
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