domingo, 22 de junio de 2014

Riesgos para la salud

Los riesgos más graves a que están expuestos los bomberos son los traumatismos, las lesiones por calor y la inhalación de humos. Los efectos crónicos para la salud de la exposición reiterada no se han conocido bien hasta hace poco, y esta incertidumbre ha originado unas políticas heterogéneas en materia de empleo y de indemnización por accidente de trabajo. Los riesgos profesionales de los bomberos han recibido una considerable atención, debido a la conocida exposición de estos trabajadores a los agentes tóxicos. Existe una abundante bibliografía dedicada a las causas de mortalidad de los bomberos, que se ha enriquecido con la aparición, en años recientes, de varios estudios fundamentales sobre el tema, disponiéndose en la actualidad de una base de datos suficiente para los criterios dominantes en las publicaciones. La cuestión crítica, en lo que respecta a la indemnización por accidentes es si puede formularse una existencia de riesgo general para todos los bomberos. Esto implica la necesidad de determinar si cabe suponer que todos los bomberos afrontan un riesgo elevado de contraer una determinada enfermedad o un cierto tipo de lesión a causa de su profesión. 
Para satisfacer el principio probatorio general aplicable en la indemnización por accidente de trabajo, que exige una relación causal razonablemente establecida entre el factor profesional y las consecuencias (concediendo al reclamante el beneficio de la duda), la presunción general del riesgo exige demostrar que el riesgo laboral es, como mínimo, igual que el riesgo presente en el conjunto de la población. Esto se puede demostrar si el grado normal de riesgo en los estudios epidemiológicos es al menos el doble del riesgo previsto, una vez deducidas las incertidumbres en la estimación. Los argumentos contrarios a la presunción en el caso concreto e individual considerado se denominan “criterios de impugnación”, ya que pueden utilizarse para cuestionar, o rechazar, la aplicación de la presunción en un caso concreto. Existen varios factores epidemiológicos inusuales que influyen en la interpretación de los estudios sobre morbilidad y mortalidad laboral en este colectivo. 
Estos profesionales no muestran un acusado “efecto del trabajador sano” en la mayoría de los estudios de cohorte sobre mortalidad, lo que puede indicar un exceso de mortalidad debida a determinadas causas en comparación con el resto de la población activa sana y físicamente apta. Existen dos clases de efecto en el trabajador sano que pueden encubrir un exceso de mortalidad. Uno de ellos actúa en el momento de la contratación, cuando los nuevos trabajadores son seleccionados para tareas de lucha contra incendios. Debido a las enormes exigencias físicas requeridas para esta tarea, este efecto es muy fuerte, y cabe esperar que contribuya a reducir la mortalidad por enfermedad cardiovascular, especialmente en los años inmediatamente posteriores a la contratación, en los que de todos modos cabe esperar que se produzcan pocos fallecimientos. 
El segundo efecto del trabajador sano se produce si el trabajador queda discapacitado con posterioridad a su contratación por causa de una enfermedad manifiesta o subclínica y es trasladado a otro puesto o se pierde para el seguimiento. Su contribución relativamente alta al riesgo total se pierde por culpa de un cómputo por defecto. La magnitud de este efecto se desconoce, pero existen indicios racionales de que se produce entre los bomberos. Este efecto no sería evidente en el caso del cáncer, dado que, a diferencia de las enfermedades cardiovasculares, el riesgo de sufrir cáncer guarda poca relación con la capacidad física para el trabajo en el momento de la contratación.

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