viernes, 6 de junio de 2014

Escuelas universitarias y universidades - II

Algunas instituciones ubicadas en áreas urbanas pueden recurrir en gran medida a la comunidad externa para servicios esenciales como la policía, la protección contra incendios y las actuaciones en caso de emergencia. La gran mayoría de las grandes y medianas instituciones establecen sus propios servicios de seguridad pública en los campus, a menudo en estrecha colaboración con entidades externas. En muchas ciudades universitarias, la institución educativa es la mayor empresa y, en consecuencia, cabe esperar de ella que ofrezca protección a la población que la sostiene. Los centros universitarios han dejado de estar alejados de las comunidades en que se ubican. Se ha ampliado la proporción de personas que pueden acceder a la formación entre las mujeres, las personas maduras y los discapacitados. La propia naturaleza de las instituciones educativas las coloca en una situación de riesgo específico, pues albergan una población vulnerable en la que se valora el intercambio de ideas y opiniones contrapuestas, pero donde el concepto de libertad de enseñanza no siempre se equilibra con el de responsabilidad profesional. En los últimos años, las instituciones docentes han registrado un aumento de los actos de violencia hacia los miembros de la comunidad educativa cometidos tanto por agentes externos como por componentes de su estructura. Estos actos han dejado de ser sucesos extraordinariamente infrecuentes. A menudo, los campus son escenario de manifestaciones, grandes concentraciones públicas y acontecimientos políticos y deportivos que requieren la adopción de medidas para la seguridad y el control de los asistentes. La adecuación de los servicios encargados de estas funciones, así como de los planes de respuesta de emergencia y de recuperación en caso de catástrofe, debe ser objeto de una evaluación constante y de una actualización periódica con el fin de satisfacer las necesidades de la comunidad. Hay que tener en cuenta las tareas de detección y control de riesgos al establecer los programas de práctica deportiva, planificar las excursiones y desarrollar diversas actividades recreativas. Son necesarios servicios médicos de urgencia incluso para las actividades efectuadas fuera del campus. La gestión de la seguridad personal mejora con la formulación de programas de información y educación sobre riesgos. 
Deben abordarse las cuestiones de salud pública relacionadas con la vida en el campus, como el control de las enfermedades contagiosas, la higiene de los servicios de alimentación y los alojamientos, y el suministro de agua potable, aire limpio y terrenos no contaminados. Hay que adoptar programas de inspección, evaluación y control. La formación del alumnado en estas materias suele encargarse al personal de servicio a los estudiantes, aunque los profesionales de la salud y la seguridad en el trabajo también suelen participar. La educación en materia de enfermedades de transmisión sexual, consumo abusivo de drogas y alcohol, patógenos presentes en la sangre, estrés y enfermedades mentales reviste especial importancia en las comunidades universitarias, donde los comportamientos de riesgo pueden aumentar la probabilidad de exposición a los riesgos asociados. Debe disponerse de servicios médicos y psicológicos.

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