En la industria del cine hay un índice elevado de accidentes,
hasta el punto de que en California se clasifica la actividad como
“de alto riesgo”, en gran parte debido a los ejercicios acrobáticos
de los actores especialistas. En el decenio de 1980 ocurrieron
más de 40 accidentes mortales en el rodaje de películas producidas
en Estados Unidos (McCann 1991). Entre 1980 y 1988 las
estadísticas en California arrojan un índice de 1,5 muertes
por cada 1.000 heridos, en comparación con la media global de
0,5 en ese Estado durante en el mismo período.
Numerosos estudios demuestran que entre los bailarines se
dan índices elevados de síndrome de sobrecarga física y lesiones
agudas. Entre los bailarines de ballet se aprecia una acentuada
incidencia del síndrome de sobrecarga física (63 %), de fracturas
por estrés (26 %) y de afecciones graves (51 %) y leves
(48 %) a lo largo de sus carreras profesionales (Hamilton y
Hamilton 1991). Un estudio con cuestionarios entre 141 bailarines
(80 mujeres), de 18 a 37 años de edad, de siete compañías
de ballet y baile moderno profesional del Reino Unido,
reveló que 118 (84 %) de los bailarines sufrieron al menos una
lesión relacionada con el baile y que afectó a su profesión, y en
59 casos (42 %) tuvieron lugar en los últimos seis meses (Bowling
1989). Setenta y cuatro de ellos (53 %) manifestaron sufrir al
menos una lesión crónica. Entre éstas, las más comunes se localizaron
en la espalda, el cuello y los tobillos.
Al igual que ocurre con los bailarines, entre los músicos
también se dan numerosos casos de síndrome de sobrecarga
física. En un estudio mediante cuestionarios llevado a cabo en
1986 por la Conferencia Internacional de Músicos Sinfónicos y
de Opera, entre 4.025 miembros de 48 orquestas de EE.UU.,
se pudo comprobar que en un 76 % de las 2.212 respuestas recibidas
aparecían problemas médicos que afectaban al ejercicio de
la profesión, y en un 36 % se trataba de patologías graves
(Fishbein 1988). La más frecuente fue el síndrome de sobrecarga
física, presente en un 78 % de los músicos de instrumentos de
cuerda. Otro estudio efectuado en 1986 en ocho orquestas
de Australia, Estados Unidos e Inglaterra, constató un porcentaje
del 64 % de casos de síndrome de sobrecarga física, de los
cuales el 42 % presentaba un nivel de síntomas significativo
(Frye 1986).
La pérdida auditiva entre los músicos de rock es un tema del
que se ha ocupado ampliamente la prensa. Ahora bien, también
se produce entre los intérpretes de musica clásica. En un estudio
se midieron los niveles de sonido en el Lyric Theatre y en el
Concert Hall de Gotenburgo, Suecia, y se registraron cifras
de 83 a 89 dBA.
Las pruebas de audición que se hicieron a
139 músicos de ambos sexos, pertenecientes a los citados teatros,
demostraron que 59 (43 %) presentaban umbrales de tono puro
por debajo de lo correspondiente a su edad, siendo el grupo de
los músicos de instrumentos de viento los que acusaban mayor
pérdida de audición (Axelsson y Lindgren 1981).
En un estudio efectuado entre1994 y 1996 sobre el nivel
de ruido en los fosos de las orquestas de nueve espectáculos de
Broadway, en la ciudad de Nueva York, se constataron medias
de niveles de ruido entre 84 y 101 dBA, con funciones de una
duración media de dos horas y treinta minutos (Babin 1996).
El colectivo de carpinteros, artistas escénicos, electricistas,
cámaras y el resto del personal técnico de apoyo están expuestos,
entre otros, a los peligros de los productos químicos de los materiales
empleados en establecimiento de decorados, atrezo y
vestuarios. Muchos de estos productos también se utilizan en las
artes plásticas. Por desgracia, no se dispone de estadísticas sobre
este colectivo de trabajadores.
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