Los actores, músicos, bailarines, cantantes y otros artistas escénicos
también están expuestos a lesiones y enfermedades profesionales,
como accidentes, quemaduras, lesiones por esfuerzos
repetitivos, alergias e irritación de la piel y vías respiratorias,
ansiedad teatral (miedo escénico) y estrés. Muchas de estas
lesiones son propias de un determinado grupo de artistas y se
verán en artículos aparte. Cualquier problema físico, por leve que
sea, afecta al artista de manera que éste no puede desarrollar sus
capacidades al cien por cien, lo que origina pérdidas de tiempo
e incluso de empleo. En los últimos años, la prevención, el diagnóstico
y el tratamiento de las lesiones sufridas por los actores
han dado paso a un nuevo campo de la medicina, el dedicado a
las artes, que en un principio fue una especialidad de la medicina
deportiva (véase “Historia de la medicina de las artes escénicas”
en este capítulo).
Un estudio de tasas de mortalidad proporcional entre actores
de cine y de teatro reveló un aumento notable de los cánceres
de esófago y vejiga entre mujeres, con una tasa 3,8 veces superior
en actrices de teatro frente a las de cine (Depue y Kagey
1985). Los actores varones presentaron incrementos significativos
de tasas de mortalidad proporcional (aunque no en la tasa
global de mortalidad por cáncer) en cáncer de páncreas y colon;
la incidencia de cáncer de testículos resultó ser en ambos
métodos el doble de lo esperado. Las tasas de mortalidad por
suicidios y accidentes (excepto de tráfico) fueron bastante
elevadas tanto entre hombres como en mujeres, mientras que
los datos sobre cirrosis hepática dieron valores elevados entre
los varones.
Un estudio reciente sobre lesiones en 313 actores de 23 espectáculos
de Broadway, en Nueva York, reveló que el 55,5 % había
sufrido al menos una lesión, con una media de 1,08 lesiones por
individuo (Evans y cols. 1996). Entre los bailarines de Broadway,
las lesiones más frecuentes se localizaron en: extremidades inferiores,
(52 %), espalda (22 %) y cuello (12 %), propiciadas en
gran medida por la inclinación de los escenarios. Las lesiones
más frecuentes entre los actores se localizaron en: extremidades
inferiores (38 %), zona lumbar (15 %) y cuerdas vocales (17 %).
Los humos y nieblas artificiales en el escenario fueron algunas de
las causas principales de estas últimas.
En 1991, el United States National Institute for Occupational
Safety and Health investigó los efectos sobre la salud de
la niebla artificial empleada en los escenarios de cuatro espectáculos
de Broadway (Burr y cols. 1994).
En todos ellos la
niebla artificial estaba hecha principalmente con glicol, aunque
en un caso también se utilizó aceite mineral. En un estudio
mediante cuestionarios entre 134 actores de estos espectáculos,
con un grupo de control de 90 actores de cinco espectáculos
que no empleaban niebla artificial, se encontraron más
síntomas entre los actores expuestos a los efectos de la niebla
artificial. Entre ellos, afecciones de las vías respiratorias inferiores
(irritación de mucosas y fosas nasales) y de las altas (tos,
sibilancias, broncoespasmos y disnea). El estudio de seguimiento
no pudo demostrar una correlación expresa entre la
exposición a la niebla artificial y el asma, quizá debido al corto
número de respuestas.
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