El peligro que acecha en mayor medida a todos estos trabajadores
es el estrés. Están especialmente sujetos a las denominadas
situaciones críticas, que se perciben como un peligro grave o
incierto, pero en todo caso probablemente serio, que el sujeto no
puede eludir. A diferencia del público en general, el trabajador
que ejerce alguna de estas profesiones no puede pasar de largo ni
abandonar el lugar, y buena parte de su autoestima proviene del
modo en que afrontan estas situaciones. Los trabajadores que sobreviven a situaciones críticas suelen atravesar períodos de
negación, seguidos de períodos de depresión y de comportamiento
confuso. Sus pensamientos se llenan de imágenes de lo
que han vivido y de sentimientos de culpa o de incapacidad.
Les
cuesta concentrarse en lo que hacen y pueden sufrir pesadillas.
Las situaciones más críticas se asocian a los casos en que la
víctima ha muerto por causa de un error o porque el trabajador
no ha podido rescatarla, a pesar de sus esfuerzos.
En muchas de estas profesiones se incluyen también operaciones
de salvamento y estabilización de personas que pueden
padecer enfermedades infecciosas. Las infecciones más problemáticas
son el SIDA y la infección por VIH en general, las hepatitis
B y C y la tuberculosis. Tanto el virus del VIH como los de
las hepatitis B y C se transmiten a través de los líquidos corporales,
por lo que pueden entrañar un peligro para el personal de
control de urgencias si existen heridas sangrantes o el trabajador
recibe un mordisco. En la actualidad se suele instruir al personal
urgencias para que trate a todas las personas (sean víctimas o
delincuentes) como potencialmente infectadas e infecciosas. Las
precauciones contra el contagio del VIH se exponen en otro
capítulo. La tuberculosis se transmite a través de la tos y los
esputos.
El riesgo es especialmente grave en la reanimación de
pacientes con tuberculosis activa, patología cada vez más
frecuente en las barriadas más deprimidas de muchas ciudades.
El riesgo de sufrir lesiones es común a todas estas profesiones.
En efecto, todo incendio entraña una inseguridad, y el peligro
inherente al fuego se combina con el riesgo de desplome de las
estructuras, hundimiento de los suelos, caídas de objetos y caídas
de altura. Evidentemente, la violencia es un riesgo más común
para la policía y las unidades de combate de las fuerzas
armadas, puesto que su objetivo consiste precisamente en
controlar la violencia. No obstante, al margen de la violencia,
existen riesgos potenciales de sufrir accidentes traumáticos de
circulación, en el manejo incorrecto de armas y, en especial
entre los militares, se pueden producir lesiones laborales en la
realización de operaciones auxiliares.
El personal de control de
sustancias peligrosas se ve en la obligación de manipular diversas
sustancias químicas desconocidas que entrañan un riesgo de
explosión o incendio además de sus propiedades tóxicas.
Los riesgos potenciales para la salud varían sustancialmente
de una profesión a otra. Aparte de los efectos del estrés y del
peligro de transmisión de enfermedades infecciosas anteriormente
indicados, los riesgos sanitarios varían de una profesión a
otra.
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