La exposición a elementos poco comunes, como los humos procedentes
de plásticos ardiendo, resulta sumamente tóxica para el
pulmón y puede llegar a producir invalidez permanente. La tarea
normal del bombero puede provocar trastornos de corta duración
similares al asma, que desaparecen al cabo de unos días. No
parece que esto aumente, a lo largo de su vida, el riesgo de
fallecer de enfermedad pulmonar crónica, a menos que se haya
producido una exposición extraordinariamente intensa (riesgo de
morir a consecuencia de la inhalación de humos) o que se inhale
humo de características poco comunes (especialmente el derivado
de la combustión de cloruro de polivinilo (CPV)).
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica ha sido ampliamente
investigada entre los bomberos, y los hallazgos no avalan
la tesis de una asociación con su trabajo, por lo que no procede
formular una suposición. Una excepción a esta conclusión
pueden ser los raros casos en que aparece una enfermedad
pulmonar crónica tras una exposición aguda inusual o intensa y
existen antecedentes de complicaciones médicas.
La presunción general de riesgo no es fácil ni racionalmente
sostenible cuando la relación es débil o las enfermedades son
comunes en el conjunto de la población. Un criterio más eficaz
puede ser analizar individualmente cada reclamación basándose
en el examen de los factores individuales de riesgo y del perfil
global del riesgo. La presunción general de riesgo es más fácil de
aplicar a trastornos poco frecuentes con elevados riesgos relativos,
en especial si éstos son exclusivos o característicos de
determinadas profesiones. En la Tabla 95.1 se resumen las recomendaciones
específicas, con los criterios utilizables para
rechazar —o cuestionar— su existencia en cada caso concreto.
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