El cáncer de pulmón es el más difícil de evaluar en los estudios
epidemiológicos sobre los bomberos. Se ha debatido bastante
sobre si la introducción a gran escala, iniciada en los años 50, del
empleo de polímeros sintéticos en los materiales de construcción
y en la fabricación de mobiliario, ha contribuido a incrementar
el riesgo de cáncer entre los bomberos debido a la exposición de
éstos a los productos de la combustión. A pesar de la evidente
exposición a los agentes cancerígenos que se inhalan con el
humo, no se ha podido probar de forma consistente que el exceso
de mortalidad por cáncer de pulmón guarde relación con la
exposición profesional.
Existen indicios de que el trabajo de los bomberos incrementa
el riesgo de sufrir cáncer de pulmón. Esta circunstancia se
aprecia especialmente entre quienes han sufrido una mayor exposición durante más tiempo. Este riesgo añadido se suma a
un mayor riesgo debido al tabaco.
Las pruebas para establecer una relación entre el trabajo de
lucha contra incendios y el cáncer de pulmón, indican que existe
una ligera relación causal, que no alcanza el nivel de riesgo
imputable que se exige para concluir que una determinada
asociación se debe “racionalmente” a la actividad laboral.
Algunos casos atípicos, como la aparición de un cáncer en un
bombero no fumador relativamente joven, parecen avalar esta
conclusión.
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