La enseñanza es una actividad que suele caracterizarse por un
considerable grado de estrés, absentismo y agotamiento. Las
fuentes de estrés del profesorado son muchas y pueden variar
con el nivel de docencia. Se trata de preocupaciones de carácter
administrativo y relacionadas con los planes de estudios, la
progresión en la carrera profesional, la motivación de los estudiantes,
el tamaño de las aulas, el conflicto entre papeles y la
seguridad en el puesto de trabajo. Otras causas de estrés residen
en la obligación de soportar el mal comportamiento de los
alumnos y, en ocasiones, la violencia y la presencia de armas en
las aulas, además de los riesgos físicos o medioambientales como
el ruido. Por ejemplo, los niveles de ruido aconsejables en una
clase deben oscilar entre los 40 y los 50 decibelios (dB) (Silverstone
1981); sin embargo, en un estudio realizado en varios
centros docentes, se registraron niveles medios situados entre los
59 y los 65 dB (Orloske y Leddo 1981).
Los profesores pluriempleados
tras la jornada de trabajo ordinaria o durante el verano
pueden verse expuestos a otros riesgos propios del lugar de
trabajo que pueden afectar a su rendimiento y su salud.
El hecho de que la mayoría de los profesores sean mujeres
(en Estados Unidos, un 75 %) plantea la cuestión de cómo puede
afectar a su salud el doble papel desempeñado como trabajadoras
y madres. No obstante, en varios estudios se indica que,
a pesar de los altos niveles de estrés detectados, la proporción de
muertes producidas por enfermedades cardiovasculares en la
población de profesores es inferior a la de otras profesiones
(Herloff y Jarvholm 1989), lo que podría deberse a una menor
incidencia del tabaquismo y del consumo de alcohol.
Hay una preocupación cada vez mayor por la posibilidad de
que algunos entornos escolares contengan materiales cancerígenos
como el amianto, campos electromagnéticos (CEM),
plomo, plaguicidas o radón y posean una atmósfera contaminada
(Regents Advisory Committee on Environmental Quality
in Schools 1994). La exposición al amianto es causa de especial
preocupación para el personal de seguridad y mantenimiento.
Se ha documentado una elevada prevalencia de anormalidades
asociadas a enfermedades derivadas del amianto en este tipo de
trabajadores (Anderson y cols. 1992). Las concentraciones
atmosféricas de dicho material en algunos centros docentes
superan a las registradas en otros edificios (Lee y cols. 1992).
Algunos centros escolares se construyeron cerca de líneas eléctricas
de alta tensión que son fuentes de CEM. La exposición a
estos campos también se produce por contacto con pantallas de
vídeo o con instalaciones eléctricas al descubierto.
Algunos estudios
vinculan una exposición excesiva a CEM con la incidencia
de leucemia, cáncer de mama y tumores cerebrales
(Savitz 1993). Otro motivo de preocupación es el contacto con
plaguicidas aplicados para controlar la propagación de insectos
y otras plagas en los centros docentes. Se ha avanzado la hipótesis
de que los residuos de plaguicidas medidos en el suero y los
tejidos adiposos de las pacientes con cáncer de mama pueden
estar relacionados con el desarrollo de esta enfermedad (Wolff y
cols. 1993).
La existencia de una proporción mayoritaria de mujeres en el
profesorado ha dado lugar a preocupaciones sobre los posibles
riesgos de contraer cáncer de mama. En varios estudios se
registra un aumento no explicado de las tasas de esta enfermedad.
Los certificados de defunción de 23 estados de Estados
Unidos entre 1979 y 1987 arrojan unos índices de mortalidad
proporcional (IMP) por cáncer de mama de 162 para las profesoras
de raza blanca y 214 para las de raza negra (Rubin y
cols. 1993). También se observó un aumento de estos índices
entre el profesorado del área de Nueva Jersey y Portland-Vancouver
(Rosenman 1994; Morton 1995). Aunque este crecimiento
de los IMP registrados no se ha vinculado hasta el
momento a factores medioambientales específicos u otros
factores de riesgo conocidos en relación con el cáncer de mama,
ha dado lugar a una mayor sensibilización de las organizaciones
de profesores respecto de esta enfermedad y a la generalización
de las campañas de exploración y detección precoz.
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