Los riesgos físicos que entraña la soldadura son los incendios,
las descargas eléctricas procedentes de los equipos de soldadura, las quemaduras por chispas de metales fundidos y las lesiones
causadas por una exposición excesiva a radiación infrarroja
y ultravioleta. Las chispas de la soldadura pueden saltar a distancias
de 12 metros. Los rayos infrarrojos pueden causar quemaduras
y lesiones en los ojos. Los rayos ultravioleta producen
quemaduras, y si la exposición es continuada pueden causar
cáncer de piel. La soldadura de arco eléctrico entraña el riesgo de
contraer conjuntivitis y padecer lesiones de córnea por exposición
a radiación ultravioleta. Es necesario proteger la piel y los ojos
contra la radiación ultravioleta e infrarroja.
Los sopletes oxiacetilénicos
producen monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y
acetileno sin quemar (de baja toxicidad). El acetileno que se
encuentra en el mercado contiene otros gases tóxicos e impurezas
en pequeñas cantidades.
Las bombonas de gases comprimidos pueden causar incendios
y explosiones, y, junto con las mangueras y conexiones, deben
inspeccionarse y mantenerse en buen estado, guardándose en
lugares secos, bien ventilados y fuera del alcance de personas no
autorizadas. Los envases de combustible deben almacenarse en
lugares separados de las bombonas de oxígeno.
La energía producida por la soldadura de arco puede
convertir el nitrógeno y el oxígeno del aire en óxidos de nitrógeno
y ozono, irritantes pulmonares. Cuando se trabaja con
soldadura de arco a una distancia menor de seis metros de disolventes
desengrasantes clorados puede producirse gas de fosgeno
por efecto de la radiación ultravioleta.
La vaporización de metales, las aleaciones y los electrodos
empleados en la soldadura de arco producen emanaciones metálicas.
También los flujos de fluoruros producen vapores tóxicos.
En todo trabajo de soldadura es necesaria una ventilación
adecuada; en la soldadura de acero es suficiente una ventilación
de dilución, pero la mayor parte de las labores de soldadura
requieren un sistema de ventilación por extracción localizada.
Deben emplearse campanas con pestaña móviles o con
rendijas laterales, y respiradores cuando no se disponga de
ventilación.
Muchos humos y polvos generados por los metales pueden
provocar sensibilidad e irritación de la piel, como el polvo de
bronce (cobre, zinc, plomo y estaño), cadmio, níquel, titanio y
cromo.
A ello se añaden otros problemas cuando se sueldan materiales
revestidos de varias sustancias (por ejemplo, pinturas con
plomo o mercurio).
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