miércoles, 22 de octubre de 2014

El cocido en el horno

Los hornos pueden tener el tamaño de un vagón de ferrocarril, o ser pequeños, como los usados para pruebas de baldosas y la cocción de pequeñas miniaturas. El calentamiento se realiza con electricidad o con combustibles, como gas, madera o petróleo. En los hornos eléctricos los objetos se cuecen básicamente en ambientes oxidantes. La cocción por reducción se lleva a cabo ajustando las proporciones de combustible/aire para provocar una reducción química. Algunos métodos de cocido son: cocción por sales, el método raku (piezas al rojo vivo dentro de materiales orgánicos, como paja húmeda para obtener objetos de arcilla ahumada por reducción), hornos ascendentes (hornos con múltiples cámaras de madera o carbón en los lados), cocción por serrín (hornos llenos con piezas y serrín), y cocción con hendidura abierta con numerosos combustibles, como hierba, madera o estiércol. 
Los antiguos hornos de combustible suelen estar mal aislados debido a los materiales empleados en su construcción, por lo común arcilla cocida, ladrillo y barro. Las grandes cantidades de leña que se queman en estos hornos, puede aumentar la escasez de madera en los países en desarrollo. Los hornos comerciales están aislados con ladrillos refractarios, cemento refractario o fibra de cerámica. Los hornos más antiguos aún utilizan aislamientos de asbesto. El uso de la fibra de cerámica refractaria está muy extendido en los hornos industriales y entre los empleados por aficionados a la artesanía. También existen pequeños hornos de fibra que se calientan dentro de un aparato de microondas doméstico. 
Los hornos producen emisiones de los combustibles y materias orgánicas, que pueden contaminar los minerales de las arcillas y barnices, además de óxidos de azufre, flúor y cloro de minerales, como la criolita, la sodalita, así como humos de metales. La cocción por sales produce ácido clorhídrico. Las emisiones resultan especialmente peligrosas cuando se emplean combustibles como maderas pintadas o tratadas y petróleos de desecho. Los principales peligros son: sensibilización e irritación de las vías respiratorias por inhalación de aldehídos, óxidos de azufre, halógenos y otras emisiones; asfixia por monóxido de carbono; cáncer por inhalación de fibras de asbesto y cerámica; lesiones oculares por rayos infrarrojos procedentes de los hornos encendidos, y lesiones por quemaduras. Entre las medidas más importantes se encuentran las siguientes: utilización de combustibles limpios; aislamiento de los hornos que evite el desperdicio de combustible; sustitución de fibras de asbesto y cerámica por ladrillo refractario; eliminación o aislamiento de las fibras aisladoras existentes; ventilación de hornos en interiores; ubicación de los hornos en zonas donde no haya materiales combustibles; instalación en los hornos de dos interruptores de desconexión automática, y empleo de gafas especiales contra radiación infrarroja y guantes para manipular objetos calientes.

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