Los hornos pueden tener el tamaño de un vagón de ferrocarril, o
ser pequeños, como los usados para pruebas de baldosas y la
cocción de pequeñas miniaturas. El calentamiento se realiza con
electricidad o con combustibles, como gas, madera o petróleo. En
los hornos eléctricos los objetos se cuecen básicamente en
ambientes oxidantes. La cocción por reducción se lleva a cabo
ajustando las proporciones de combustible/aire para provocar
una reducción química. Algunos métodos de cocido son: cocción
por sales, el método raku (piezas al rojo vivo dentro de materiales
orgánicos, como paja húmeda para obtener objetos de arcilla
ahumada por reducción), hornos ascendentes (hornos con múltiples
cámaras de madera o carbón en los lados), cocción por serrín
(hornos llenos con piezas y serrín), y cocción con hendidura
abierta con numerosos combustibles, como hierba, madera o
estiércol.
Los antiguos hornos de combustible suelen estar mal aislados
debido a los materiales empleados en su construcción, por lo
común arcilla cocida, ladrillo y barro. Las grandes cantidades de
leña que se queman en estos hornos, puede aumentar la escasez
de madera en los países en desarrollo. Los hornos comerciales
están aislados con ladrillos refractarios, cemento refractario o
fibra de cerámica. Los hornos más antiguos aún utilizan aislamientos
de asbesto. El uso de la fibra de cerámica refractaria
está muy extendido en los hornos industriales y entre los
empleados por aficionados a la artesanía. También existen
pequeños hornos de fibra que se calientan dentro de un aparato
de microondas doméstico.
Los hornos producen emisiones de los combustibles y materias
orgánicas, que pueden contaminar los minerales de las arcillas
y barnices, además de óxidos de azufre, flúor y cloro de
minerales, como la criolita, la sodalita, así como humos de
metales. La cocción por sales produce ácido clorhídrico. Las
emisiones resultan especialmente peligrosas cuando se emplean
combustibles como maderas pintadas o tratadas y petróleos de
desecho. Los principales peligros son: sensibilización e irritación
de las vías respiratorias por inhalación de aldehídos, óxidos
de azufre, halógenos y otras emisiones; asfixia por monóxido de
carbono; cáncer por inhalación de fibras de asbesto y cerámica;
lesiones oculares por rayos infrarrojos procedentes de los hornos
encendidos, y lesiones por quemaduras.
Entre las medidas más importantes se encuentran las
siguientes: utilización de combustibles limpios; aislamiento de los
hornos que evite el desperdicio de combustible; sustitución de
fibras de asbesto y cerámica por ladrillo refractario; eliminación
o aislamiento de las fibras aisladoras existentes; ventilación de
hornos en interiores; ubicación de los hornos en zonas donde no
haya materiales combustibles; instalación en los hornos de dos
interruptores de desconexión automática, y empleo de gafas
especiales contra radiación infrarroja y guantes para manipular
objetos calientes.
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