Las arcillas y barnices son mezclas de sílice, aluminio y minerales
metálicos. Tales ingredientes suelen contener bastantes partículas
que pueden inhalarse, como las que se hallan en la sílice
molida y las bolas de arcilla. Aunque las arcillas y barnices se
componen básicamente de los mismos tipos de minerales (véase la
Tabla 96.7), los barnices están diseñados para fundirse a temperaturas
inferiores (tienen más fundente) que los materiales a los
que se aplican. El plomo es un fundente común. Los minerales
naturales de plomo, como la galena y los óxidos de plomo derivados
de la quema de las placas de baterías de automóviles y
otros desechos, se emplean como fundentes y han causado
muertes entre alfareros y sus familias en algunos países en desarrollo.
Los barnices comerciales para uso industrial y doméstico
suelen contener plomo y otras sustancias mezcladas y previamente
calcinadas en forma de frita en polvo. Los barnices están
diseñados para su maduración durante la oxidación o la reducción
por cocción (véase más adelante) y pueden contener
compuestos metálicos en los colorantes. Hay metales como el
plomo, el cadmio y el bario que pueden pasar a los alimentos
cuando se utilizan vajillas de cerámica.
Entre otros procesos especiales de tratamiento de superficies
se encuentran los barnices de brillo metálico, que tienen aceites
viscosos y disolventes como el cloroformo; los efectos iridiscentes
conseguidos al arrojar sales metálicas (cloruros de estaño, hierro,
titanio o vanadio, por lo común) en forma de humo sobre las
superficies durante el horneado, y pinturas nuevas que
contienen resinas plásticas y disolventes, que al secarse
presentan un aspecto semejante al de la cerámica cocida.
Algunas superficies de arcilla de texturas especiales tienen tapaporos,
como la vermiculita, la perlita y la chamota (ladrillos
refractarios).
La exposición a los distintos ingredientes de las arcillas y los
barnices se produce sobre todo durante los procesos de mezcla,
lijado y aplicación de barnices con aerosoles, y también al limar
y eliminar las imperfecciones del barniz cocido en la base de los
objetos y los restos de las bandejas del horno (Figura 96.7).
La limpieza de las bandejas de los hornos expone al trabajador a
residuos de pedernal, caolín y otros productos del revestimiento
del horno. El polvo silíceo de los materiales del horno y de la
porcelana sin vidriar resulta más peligroso, ya que se encuentra
en forma de cristobalita. Los riesgos principales son: silicosis y
otras neumoconiosis causadas por la inhalación de determinados
minerales, como sílice, caolín, talco y asbesto anfíboles fibrosos
en algunos talcos; la exposición a metales como el plomo, el
bario y el litio; afecciones como el síndrome del túnel carpiano
(“el pulgar del alfarero”) por el trabajo con el torno; lesiones de
espalda por excavar arcillas, levantar sacos pesados de minerales
y por la eliminación manual de las burbujas de aire; resbalones
y caídas en suelos mojados; electrocución con tornos eléctricos y
otros equipos situados sobre superficies húmedas; alergia a los
mohos de las arcillas; infecciones bacterianas o por hongos en la
piel y la matriz de las uñas, y accidentes con mezcladoras de
arcillas, amasadoras, rodillos de corte y otros equipos similares. Precauciones generales: evitar el calentamiento del plomo en
abierto; emplear sustitutos del plomo, frita de plomo, cadmio
y materiales que contengan asbesto; aislar las zonas de trabajo
del resto de la casa y lugares destinados a la familia y los niños;
conservar y mantener limpio el lugar de trabajo; controlar los
polvos; utilizar ventilación por extracción localizada en los
procesos con aerosoles y generadores de polvo (Figura 96.8);
utilizar equipos respiradores; efectuar los descansos necesarios;
levantar pesos de una forma segura; equipar las máquinas con
dispositivos de seguridad; y utilizar interruptores de falla a tierra
en los tornos y en el resto de los equipos eléctricos.
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