lunes, 20 de octubre de 2014

Arcillas y barnices

Las arcillas y barnices son mezclas de sílice, aluminio y minerales metálicos. Tales ingredientes suelen contener bastantes partículas que pueden inhalarse, como las que se hallan en la sílice molida y las bolas de arcilla. Aunque las arcillas y barnices se componen básicamente de los mismos tipos de minerales (véase la Tabla 96.7), los barnices están diseñados para fundirse a temperaturas inferiores (tienen más fundente) que los materiales a los que se aplican. El plomo es un fundente común. Los minerales naturales de plomo, como la galena y los óxidos de plomo derivados de la quema de las placas de baterías de automóviles y otros desechos, se emplean como fundentes y han causado muertes entre alfareros y sus familias en algunos países en desarrollo. Los barnices comerciales para uso industrial y doméstico suelen contener plomo y otras sustancias mezcladas y previamente calcinadas en forma de frita en polvo. Los barnices están diseñados para su maduración durante la oxidación o la reducción por cocción (véase más adelante) y pueden contener compuestos metálicos en los colorantes. Hay metales como el plomo, el cadmio y el bario que pueden pasar a los alimentos cuando se utilizan vajillas de cerámica. 
Entre otros procesos especiales de tratamiento de superficies se encuentran los barnices de brillo metálico, que tienen aceites viscosos y disolventes como el cloroformo; los efectos iridiscentes conseguidos al arrojar sales metálicas (cloruros de estaño, hierro, titanio o vanadio, por lo común) en forma de humo sobre las superficies durante el horneado, y pinturas nuevas que contienen resinas plásticas y disolventes, que al secarse presentan un aspecto semejante al de la cerámica cocida. Algunas superficies de arcilla de texturas especiales tienen tapaporos, como la vermiculita, la perlita y la chamota (ladrillos refractarios). La exposición a los distintos ingredientes de las arcillas y los barnices se produce sobre todo durante los procesos de mezcla, lijado y aplicación de barnices con aerosoles, y también al limar y eliminar las imperfecciones del barniz cocido en la base de los objetos y los restos de las bandejas del horno (Figura 96.7). 
La limpieza de las bandejas de los hornos expone al trabajador a residuos de pedernal, caolín y otros productos del revestimiento del horno. El polvo silíceo de los materiales del horno y de la porcelana sin vidriar resulta más peligroso, ya que se encuentra en forma de cristobalita. Los riesgos principales son: silicosis y otras neumoconiosis causadas por la inhalación de determinados minerales, como sílice, caolín, talco y asbesto anfíboles fibrosos en algunos talcos; la exposición a metales como el plomo, el bario y el litio; afecciones como el síndrome del túnel carpiano (“el pulgar del alfarero”) por el trabajo con el torno; lesiones de espalda por excavar arcillas, levantar sacos pesados de minerales y por la eliminación manual de las burbujas de aire; resbalones y caídas en suelos mojados; electrocución con tornos eléctricos y otros equipos situados sobre superficies húmedas; alergia a los mohos de las arcillas; infecciones bacterianas o por hongos en la piel y la matriz de las uñas, y accidentes con mezcladoras de arcillas, amasadoras, rodillos de corte y otros equipos similares. Precauciones generales: evitar el calentamiento del plomo en abierto; emplear sustitutos del plomo, frita de plomo, cadmio y materiales que contengan asbesto; aislar las zonas de trabajo del resto de la casa y lugares destinados a la familia y los niños; conservar y mantener limpio el lugar de trabajo; controlar los polvos; utilizar ventilación por extracción localizada en los procesos con aerosoles y generadores de polvo (Figura 96.8); utilizar equipos respiradores; efectuar los descansos necesarios; levantar pesos de una forma segura; equipar las máquinas con dispositivos de seguridad; y utilizar interruptores de falla a tierra en los tornos y en el resto de los equipos eléctricos.

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