Las pinturas se emplean para decorar el exterior y el interior de
los edificios, para proteger materiales como el hierro y la madera
contra su corrosión y deterioro, para facilitar la limpieza de los
objetos y para señales de tráfico verticales y horizontales.
Hoy en día se evitan las pinturas a base de plomo, pero estas
se pueden encontrar durante la restauración o demolición de
estructuras más antiguas, en especial las de construcción metálica,
como puentes y viaductos. La inhalación o ingestión de
los vapores o polvos pueden causar saturnismo con lesión de los
riñones o daño permanente del sistema nervioso; estas inhalaciones
son particularmente peligrosas para los niños que pueden
estar expuestos a polvos de plomo traídos a casa con la ropa o en
el calzado de trabajo. Siempre que se usen o encuentren
pinturas a base de plomo se adoptarán medidas de precaución.
En la mayoría de países está prohibido el uso de pinturas a
base de cadmio o mercurio. El cadmio puede causar problemas
renales y ciertos tipos de cáncer. El mercurio puede causar daños
en el sistema nervioso.
Las pinturas e imprimaciones al óleo contienen disolventes
que pueden ser potencialmente nocivos. Para minimizar las
exposiciones a los disolventes se recomienda el uso de pinturas
de base acuosa.
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