Los proyectos de construcción, en especial los de gran magnitud,
son complejos y dinámicos. En una obra pueden trabajar varias
empresas a la vez, y el elenco de contratistas varía con las fases
del proyecto; por ejemplo, el contratista general estará presente
durante toda la obra, los contratistas de la excavación al principio
de la misma, luego vendrán los carpinteros, electricistas y fontaneros,
seguidos de los soladores, pintores y paisajistas.
Y, a medida
que se desarrolla el trabajo —cuando se elevan las paredes de un
edificio, con los cambios de tiempo o al avanzar un túnel— las
condiciones ambientales, como la ventilación o la temperatura,
también varían.
Los trabajadores de la construcción suelen contratarse para
cada proyecto y pueden pasar solamente unas pocas semanas o
meses en un proyecto determinado. De ello se derivan ciertas
consecuencias tanto para los trabajadores como para los
proyectos. Los trabajadores se ven obligados a establecer una y
otra vez relaciones productivas y seguras con otros trabajadores
a los que tal vez no conocen, y ello puede afectar a la seguridad
en la obra. En el curso de un año, los trabajadores de la construcción
pueden haber tenido varios patronos y un empleo tan
sólo parcial. Pueden llegar a alcanzar una media de 1.500 horas
de trabajo al año, mientras que los trabajadores de las fábricas,
por ejemplo, es más probable que trabajen regularmente
semanas de 40 horas y 2.000 horas al año. Para recuperar el
tiempo inactivo, muchos trabajadores de la construcción tienen
otros trabajos —y están expuestos a otros riesgos de salud o
seguridad— ajenos a la construcción.
Para un proyecto particular, es frecuente el cambio del
número de trabajadores y de la composición de la mano de
obra. Este cambio es el resultado tanto de la necesidad de diferentes
oficios especializados en las diferentes fases del proyecto
como de la alta rotación de los trabajadores, en especial de los
no cualificados.
En un momento determinado, un proyecto
puede incluir una gran proporción de trabajadores sin experiencia,
y eventuales que no dominan el idioma común. Aunque
el trabajo de la construcción se realiza a menudo por equipos, es
difícil desarrollar un trabajo de equipo seguro y eficiente en tales
condiciones.
Igual que la mano de obra, el mundo de los contratistas de la
construcción también se caracteriza por una alta rotación y
consiste principalmente en empresas pequeñas. De los
1,9 millones de contratistas de la construcción de Estados
Unidos que figuraban en el censo de 1990, solamente el 28 %
tenía algún empleado a jornada completa. Sólo 136.000 (7 %)
tenían 10 empleados o más. El grado de participación de los
contratistas en organizaciones patronales varía según el país. En
Estados Unidos solamente participan entre un 10 y un 15 % de
los contratistas; en algunos países europeos, la proporción es
mayor, pero engloba menos de la mitad de los contratistas. Ello
dificulta la labor de identificar a los contratistas e informarles de sus derechos y responsabilidades de acuerdo con las leyes y
reglamentos relativos a la salud y seguridad u otras cuestiones.
Como en otros sectores, una proporción creciente de contratistas
de Estados Unidos y de Europa está formada por trabajadores
individuales empleados como autónomos por contratistas
generales y subcontratistas que contratan trabajadores. De ordinario,
un contratista general no se hace cargo de los gastos
sociales como el seguro de enfermedad, el seguro de accidentes,
de desempleo, de pensiones, etc. de sus subcontratistas.
Tampoco tienen los contratistas generales ninguna obligación
con los subcontratistas con respecto a las normas de seguridad
y salud; éstas solo cubren los derechos y responsabilidades en
relación con sus propios trabajadores. Este sistema proporciona
cierta independencia a los individuos que contratan para sus
servicios, pero a cambio de suprimir una amplia gama de beneficios.
También libera al contratista de la obligación de asegurar a
los individuos que son contratistas. Este sistema privado
subvierte la política pública y ha sido contestado con éxito en los
tribunales, pero continúa existiendo y puede llegar a ser más que
un problema para la salud y seguridad de los trabajadores de la
obra, independientemente de sus relaciones laborales. La Estadística
del US Bureau of Labor (BLS) estima que el 9 % de
la población laboral de Estados Unidos es autónoma, pero en la
construcción el 25 % de los trabajadores son contratistas independientes
autónomos.
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