Los diferentes segmentos de la construcción naval producen tipos
de residuos característicos que se eliminan de acuerdo con las
normativas en vigor. Los trabajos de corte y conformación de
aceros producen virutas metálicas; las operaciones de limpieza y
recubrimiento generan residuos de pinturas y disolventes, polvos
de abrasión y restos de recubrimientos viejos. Los residuos metálicos
no entrañan por sí mismos peligro alguno para el medio
ambiente y pueden reciclarse. Pero los de pinturas y disolventes
son inflamables, y los restos de abrasión pueden resultar tóxicos,
según de las características de los recubrimientos eliminados.
A medida que toman cuerpo los módulos de acero, se añaden
conducciones. La preparación de éstas para su instalación en los
módulos produce residuos, entre ellos aguas sucias contaminadas
con los productos ácidos y cáusticos utilizados en la
limpieza de las conducciones.
Estas aguas residuales han de ser
tratadas de una manera especial para neutralizar sus propiedades
corrosivas y la suciedad y los aceites contaminantes que
contienen.
Mientras se fabrican los elementos de acero, se preparan los
componentes eléctricos y de ventilación, la maquinaria y las
conducciones destinados a la fase de equipamiento del buque.
En estas operaciones se producen residuos como los lubricantes
y refrigerantes empleados para cortar metales, los desengrasantes
y los residuos de galvanoplastia. Los lubricantes, los
desengrasantes y los refrigerantes han de ser tratados para
eliminar de ellos la suciedad y los aceites antes de verterlos.
Las aguas residuales procedentes de los trabajos de galvanoplastia
son tóxicas y pueden contener compuestos de cianuro,
por lo que requieren tratamientos especiales.
Los buques en reparación deben casi siempre vaciar todas los
residuos acumulados durante la travesía. Las aguas residuales de
sentina deben ser tratadas para eliminar de ellas los aceites
contaminantes. Las aguas fecales se vierten a una red de alcantarillado,
donde se someten a tratamiento biológico. Incluso los
desperdicios y basuras deben ser objeto de tratamientos especiales
para cumplir con las normativas vigentes y evitar así la
introducción de plantas y animales foráneos.
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