Los riesgos para la salud asociados a la construcción de motores
para aviación están básicamente relacionados con la toxicidad de
los materiales empleados y la potencial exposición a los mismos.
El aluminio, el hierro y el titanio no se consideran muy tóxicos;
el cromo, el níquel y el cobalto son más problemáticos. Ciertos
compuestos y estados de valencia de estos tres últimos metales
han demostrado sus cualidades cancerígenas tanto en animales
como en seres humanos. Sus formas metálicas son consideradas, por lo general, menos tóxicas que sus formas iónicas, que suelen
estar presentes en los baños para el acabado metálico y en los
pigmentos para pinturas.
Durante el mecanizado convencional, la mayoría de las
operaciones se efectúan con refrigerantes o fluidos de corte que
reducen al mínimo la generación de vapores y de polvo en
suspensión al aire. A excepción del esmerilado en seco, los
metales no suelen presentar riesgos por inhalación, aunque sí
resulta preocupante la inhalación de las emanaciones de los
refrigerantes. En las piezas de los motores de turbina se llevan a
cabo labores de esmerilado para suavizar los contornos y conseguir
las dimensiones definitivas de las superficies aerodinámicas;
para ello suelen utilizarse pequeños esmeriladores manuales.
Cuando el esmerilado se realiza en aleaciones de cromo, níquel
o cobalto, es preciso disponer de un sistema local de ventilación:
mesas de aspiración invertida y dispositivos de esmerilado autoventilados.
La dermatitis y los efectos del ruido son otros riesgos
asociados al mecanizado convencional. La piel de los trabajadores
entra en contacto, en varios niveles, con los refrigerantes y
con los fluidos de corte durante los trabajos de reparación,
inspección y retirada de piezas. En algunos casos, si el contacto
cutáneo se repite origina diversas formas de dermatitis, que por
lo general se reducirán al utilizar guantes, cremas protectoras
y al mantener unos hábitos higiénicos adecuados. A menudo
también hay unos niveles de ruido elevados durante los trabajos
de mecanizado aleaciones de paredes delgadas y alta resistencia,
debido al rechinado de las herramientas y a las vibraciones de
las piezas. Todo ello puede controlarse hasta cierto punto
empleando herramientas de mayor rigidez, insonorizando los
materiales, modificando los parámetros de las máquinas y
manteniendo a punto las herramientas. De lo contrario,
será preciso el empleo de equipos de protección personal (p. ej.:
auriculares, tapones para los oídos).
Los riesgos para la seguridad asociados a los trabajos de
mecanizado convencional comportan posibles lesiones físicas
debidas a los movimientos realizados en el punto de actividad,
el ajuste y la transmisión motriz. El control se consigue por
métodos como las defensas fijas, dispositivos de enclavamiento
con mecanismos de cierre en las puertas de acceso, las cortinas
de luz, las alfombrillas de contacto y mediante la formación y
sensibilización del personal. Cuando se realicen operaciones de
mecanización, la protección ocular deberá ser permanente para
evitar las posibles lesiones producidas por partículas y esquirlas
proyectadas al aire, así como por posibles salpicaduras de fluidos
refrigerantes y disolventes.
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