Cada vez es mayor la demanda en el mercado para que la industria
aeroespacial reduzca el tiempo del flujo de desarrollo de
productos, aunque al mismo tiempo se impone la utilización de
materiales que cumplan criterios de rendimiento cada vez más
limitados y en ocasiones contradictorios. Es posible que la aceleración
en la producción y en las pruebas de los productos terminados
haga que el desarrollo de procesos y de materiales desplace
el desarrollo paralelo de tecnologías de salud ambiental. A lo que
puede llegarse es a contar con una serie de productos probados y
homologados, pero cuyos efectos sobre la salud y su impacto
ambiental son conocidos insuficientemente. Normativas como la
Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA) de los Estados
Unidos requiere: a) la comprobación de los nuevo materiales;
b) el desarrollo de análisis de laboratorio prudentes para pruebas
de investigación y desarrollo; c) la limitación de importaciones
y exportaciones de ciertas sustancias químicas, y d) el control de
los estudios sobre la seguridad, la salud y el medio ambiente, así
como los archivos de las propias empresas sobre cualquier efecto
de importancia sobre la salud debidos a exposición a sustancias
químicas.
El aumento de la utilización de fichas técnicas de seguridad
(FTS) ha facilitado a los profesionales de la salud la información
necesaria para controlar las exposiciones a las sustancias
químicas. Con todo, sólo existen fichas con datos toxicológicos
completos para unos pocos centenares de los miles de materiales
en uso, con el consiguiente reto para los toxicólogos y los higienistas
industriales. Debe emplearse en la medida de lo posible
una ventilación aspirante localizada y otros controles técnicos
para poder controlar la exposición, sobre todo cuando se trate
con productos químicos poco conocidos o con índices de contaminación
inadecuadamente determinados en su generación. Los
aparatos de respiración pueden pasar a un segundo plano si se
respaldan con un programa de gestión de la protección respiratoria
bien planificado y rigurosamente observado. Deben
elegirse aparatos de respiración y otros equipos de protección
personal que ofrezcan una adecuada y total protección, sin que
su utilización resulte incómoda para los trabajadores.
Ha de informarse de manera eficaz a todos los trabajadores
sobre los riesgos y su control antes de introducir cualquier
producto nuevo en la zona de trabajo. Puede hacerse mediante
presentaciones verbales, boletines, vídeos u otros medios de
comunicación. El método es importante para lograr el éxito al
introducir un producto químico nuevo en la zona de trabajo. En
las áreas dedicadas a la construcción aeroespacial es frecuente la
rotación de los trabajadores, de los materiales y de los procesos
de trabajo. La información sobre los riesgos debe entenderse,
por tanto, como un proceso continuo. Las comunicaciones por
escrito han demostrado su escasa eficacia en este sector si no se
cuenta con medios más dinámicos, como pueden ser las
reuniones por equipos o las presentaciones en vídeo.
Siempre se ha de estar preparado para responder a las
preguntas que puedan plantear los trabajadores. Los ambientes
muy complejos desde el punto de vista químico son característicos
de las plantas de construcción aeronáutica, especialmente
las zonas de montaje. Se requieren esfuerzos intensos, entusiastas
y bien planificados en materia de higiene industrial para
reconocer y caracterizar los riesgos asociados a la presencia
simultánea o correlativa de gran número de productos químicos,
muchos de los cuales no han sido sometidos a las pruebas
adecuadas para determinar si tienen efectos nocivos para la
salud. Los higienistas deben prestar atención a los contaminantes
liberados en forma física sobre los cuales no advierte el
proveedor y que, por tanto, no figuran en las FTS. Por ejemplo,
la aplicación y retirada constante de bandas de materiales
compuestos parcialmente curados puede liberar mezclas de
resina y disolvente en forma de aerosol que no se medirán
eficazmente con métodos de control de vapores.
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