Las instituciones educativas abren sus puertas a distintos
grupos y categorías, prestando cada vez más atención a las actividades
externas y dedicadas a no estudiantes. En este sentido,
pueden observarse dos tendencias principales: por una parte, se
han establecido vínculos con los trabajadores, los centros y los
procesos industriales; por otra, se ha instituido una relación cada
vez más estable con el desarrollo comunitario, y crece la interacción
entre la enseñanza institucional y los proyectos de formación
comunitaria.
Las universidades y colegios universitarios procuran renovar
la formación inicial del personal docente mediante la oferta de
cursos de actualización profesional. Aparte de las disciplinas
y los aspectos específicamente pedagógicos, imparten conocimientos
de sociología, economía y antropología educativas. Un
planteamiento que aún se enfrenta con numerosos obstáculos es
lograr que los futuros profesores adquieran experiencia mediante
períodos de formación en instalaciones comunitarias, lugares
de trabajo o diversas instituciones educativas y culturales.
El
servicio nacional, generalizado en algunos países, constituye una
experiencia sobre el terreno muy útil para estos profesionales.
Las grandes inversiones dedicadas a la comunicación y la
información favorecen diversos tipos de autoenseñanza individual
y colectiva. La relación entre esta opción y la enseñanza
reglada es un problema reciente y cada vez más importante.
El paso de la formación autodidacta de las personas que no han
asistido a un centro docente a la autoformación permanente de
jóvenes y adultos no siempre ha sido correctamente valorado
por las instituciones educativas.
Estas nuevas políticas y actividades educativas plantean
diversos problemas, como los relativos a los riesgos y su prevención.
La educación permanente, que no se limita a la experiencia
escolar, convierte distintos emplazamientos, como el entorno
comunitario, el lugar de trabajo, el laboratorio y el entorno en
general, en instalaciones docentes. Los profesores deben recibir
ayuda para llevar a cabo estas actividades y contar con la cobertura
de un seguro. En cuanto a la prevención de los riesgos, hay
que adoptar iniciativas destinadas a la adaptación de las instalaciones
a las actividades educativas. En varios casos, se han acondicionado
establecimientos docentes para transformarlos en
centros abiertos al conjunto de la población y se han equipado
para dejar de ser instituciones educativas en exclusiva y convertirse
también en lugares destinados a la realización de actividades
creativas y productivas y a la celebración de reuniones.
La relación de los profesores y los instructores con los distintos
períodos de la vida de los alumnos y los estudiantes, como el
tiempo de ocio, el trabajo, la vida familiar y el aprendizaje,
requiere también la dedicación de un esfuerzo considerable a la
información, la investigación y la adaptación.
También se han intensificado las relaciones entre los profesores
y las familias de los estudiantes; en ocasiones, los parientes
del alumno asisten a las clases impartidas en el centro docente.
Las diferencias entre los modelos familiares y los educativos
exigen de los profesores un gran esfuerzo para lograr un entendimiento
mutuo desde el punto de vista psicológico, sociológico
y antropológico.
Los modelos familiares influyen en las pautas
de comportamiento de algunos estudiantes, que pueden vivir
una acusada contradicción entre la formación impartida en el
hogar y los patrones y normas de comportamiento que rigen en
la escuela.
A pesar de su gran variedad, todas las formas de enseñanza se
caracterizan por algunos rasgos comunes: el profesor no sólo
enseña conocimientos específicos o facilita la adquisición de
cualificaciones, sino que también trata de transmitir un modo de
pensar; debe preparar al alumno para la siguiente etapa de su
desarrollo y fomentar su interés y su participación en el proceso
de aprendizaje.
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