lunes, 12 de mayo de 2014

CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - Programas de enseñanza preescolar - I

La atención a la infancia, que exige la asistencia física y con frecuencia la educación de niños de corta edad, adopta muchas formas diferentes en diversas partes del mundo. En muchos países en que son habituales las familias extensas, los abuelos y otras mujeres de la familia cuidan de los niños cuando la madre se ausenta para trabajar. En países en que predominan las familias nucleares y/o monoparentales y las madres trabajan, la atención prestada fuera del hogar a los niños sanos que no han alcanzado la edad escolar suele corresponder a escuelas de párvulos o guarderías privadas o públicas. En muchos países (por ejemplo, Suecia), estas instalaciones dedicadas a la prestación de cuidados a la infancia son gestionadas por los ayuntamientos. En Estados Unidos, la mayoría de estos centros son privados, aunque suelen estar regulados por los departamentos locales de sanidad. Una excepción es el Head Start Program destinado a los niños en edad preescolar y financiado por la Administración. 
En general, la dotación de personal de los centros de atención a la infancia depende del número de niños y de las características de la instalación. Para grupos reducidos (normalmente menos de 12), el centro puede ubicarse en un domicilio particular en el que el prestador de los cuidados atiende, además, a sus hijos en edad preescolar. La plantilla puede estar compuesta por uno o varios asistentes adultos cualificados de forma que se satisfagan los requisitos relativos al coeficiente de niños por cuidador. Los centros de cuidados de día y las escuelas de párvulos son instalaciones de mayor tamaño y carácter más formal. La formación del personal de estos centros debe ser más completa y las plantillas pueden estar compuestas por un director y profesores cualificados, personal de enfermería bajo la supervisión de un médico, restauradores (especialistas en nutrición, gestores de servicios de alimentación y cocineros) y otros trabajadores, como los encargados del transporte y el mantenimiento. Los centros de cuidados de día deben disponer de instalaciones como un área de juegos al aire libre, un guardarropa, un área de recepción, aulas y zona de juegos en el interior, cocina, servicios sanitarios, salas de administración, lavandería, etc. Las obligaciones del personal comprenden la supervisión de los niños en todas sus actividades, el cambio de pañales a los bebés, la atención emocional de los niños, la enseñanza, la preparación y el servicio de comidas, la detección de signos de enfermedad y/o de riesgos para la seguridad y muchas otras funciones. El personal de las guarderías se enfrenta a muchos de los riesgos existentes en entornos interiores normales, como la presencia de contaminantes en suspensión en el aire, la iluminación deficiente, un control de la temperatura inadecuado, resbalones y caídas, y peligro de incendio. (Véase el artículo titulado “Centros de enseñanza elemental y secundaria”.) Sin embargo, el estrés (que a menudo acaba en agotamiento) y las infecciones son los riesgos principales a que se exponen estos trabajadores. Otros factores consisten en la necesidad de levantar y transportar a los niños y el contacto con productos para actividades artísticas potencialmente peligrosos. 
Estrés 
Entre las causas de estrés del personal de las guarderías cabe citar la gran responsabilidad asumida respecto al bienestar de los niños sin recibir a cambio una remuneración y un reconocimiento adecuados; la percepción externa de una falta de cualificación, a pesar de que la formación de muchos de estos trabajadores se sitúa por encima de la media; los problemas de imagen debidos a la amplia difusión concedida a incidentes de malos tratos y abusos a niños protagonizados por miembros del personal de estos centros y que ha dado lugar a la toma de huellas dactilares de trabajadores inocentes tratados como posibles delincuentes; y las deficientes condiciones de trabajo. Entre éstas últimas se cuentan un bajo índice de cuidadores por niño, el ruido continuo, la falta de tiempo y de instalaciones apropiadas para disfrutar de las comidas y los descansos lejos de los niños y la inadecuación de los mecanismos de interacción entre padres y trabajadores, que pueden dar lugar a presiones y críticas innecesarias y posiblemente injustas de los primeros a los segundos. Como medidas preventivas para reducir el estrés de estos trabajadores figuran la elevación de los salarios y la mejora de las prestaciones; el aumento de los índices de cuidadores por niño con el fin de facilitar la rotación de puestos de trabajo, los descansos, las bajas por enfermedad y la optimización del rendimiento, lo que redunda en una mayor satisfacción en el puesto; el establecimiento de mecanismos formales de comunicación y cooperación entre padres y trabajadores (posiblemente, con la creación de un comité de salud y seguridad conjunto); y el perfeccionamiento de las condiciones de trabajo, concretada en la disposición de sillas para adultos, períodos regulares de “silencio”, un área de descanso especial para el personal, etc.

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