lunes, 23 de diciembre de 2013

Obras ferroviarias

La construcción de ferrocarriles sucedió históricamente a los canales y precedió a las carreteras importantes. Los clientes de los contratos de construcción ferroviaria pueden ser compañías ferroviarias u organismos públicos, si los ferrocarriles son financiados por el gobierno. Como en el caso de las carreteras, el proyecto de un ferrocarril que resulte económico y seguro de construir y operar depende de un buen reconocimiento previo del terreno. En general, las locomotoras no funcionan bien en pendientes escarpadas, y, por tanto, los proyectistas del trazado de las vías han de evitar los cambios de nivel, rodeando o atravesando los obstáculos mejor que pasando por encima de los mismos. Los proyectistas de ferrocarriles están sujetos a dos limitaciones particulares en primer lugar, las curvas del trazado de la vía deben tener un radio muy largo (de otro modo los trenes no pueden tomarlas); en segundo lugar, todas las estructuras relacionadas con el ferrocarril —sus puentes, túneles y estaciones— deben estar capacitados para acomodar el gálibo de las mayores locomotoras y material ferroviario que utilice la vía. El gálibo es la silueta del material ferroviario más una separación para facilitar el paso seguro a través de puentes, túneles, etc. Los contratistas que realizan trabajos de construcción y reparación de ferrocarriles requieren la maquinaria de construcción habitual y un apoyo logístico eficaz para asegurar que las vías, el balasto y el resto de los materiales siempre estén disponibles, incluso en los sitios alejados. Los contratistas pueden usar la vía que acaban de tender para los trenes de suministro de sus obras. Los contratistas que efectúan el mantenimiento de ferrocarriles en funcionamiento tienen que adoptar precauciones para que sus trabajos no interfieran con los movimientos de trenes y para no poner en peligro a los obreros o al público.

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