En contrato tradicional, el cliente acuerda con un proyectista la
elaboración de un proyecto y unas especificaciones completas.
A partir de aquí, el cliente invita a los contratistas a que
presenten ofertas o pujen para ejecutar el trabajo de acuerdo con
el proyecto. El papel del contratista se reduce mayormente a la
construcción propiamente dicha. La participación del contratista
en el diseño o la elaboración de especificaciones consiste principalmente
en buscar los cambios que hagan la construcción más
fácil o más eficiente: mejorar la “edificabilidad”.
Otro acuerdo corriente en la construcción es el contrato de
proyecto y obra.
El cliente requiere un edificio (tal vez un bloque de
oficinas o un centro comercial), pero las únicas ideas definidas
que tiene en cuanto a los aspectos de detalle del proyecto son las
dimensiones del emplazamiento, el número de personas que
habrán de acomodarse o la escala de actividades que en él se
desarrollará. En tal caso, el cliente solicita ofertas de proyectistas
o contratistas para que cursen propuestas de proyecto y obra.
Los contratistas que se dedican a proyectar y construir cuentan
con su propia organización de proyectos o mantienen lazos
estrechos con un proyectista ajeno a su organización que está
dispuesto a trabajar para ellos en el encargo.
La modalidad de
proyecto y obra puede incorporar dos fases: una fase inicial en la
que un proyectista prepara un proyecto preliminar que sirve
para la petición de ofertas; y, a continuación, una segunda fase
en la que el contratista de proyecto y obra que resulte adjudicatario,
realizará el proyecto de ejecución de la obra.
Los contratos de mantenimiento y emergencias cubren una gran
variedad de acuerdos entre clientes y contratistas y representan
una proporción significativa del trabajo de la industria de la
construcción. Generalmente tienen vigencia por un período fijo,
requieren que el contratista haga ciertos tipos de trabajos con
carácter inmediato (p. ej., trabajos en los que el cliente llama al
contratista para que los ejecute al momento).
Los contratos de
emergencia son utilizados ampliamente por las autoridades
públicas que tienen la responsabilidad de suministrar un servicio
público que no se puede interrumpir; los organismos públicos,
las compañías de servicios públicos y los servicios de transporte
hacen amplio uso de los mismos. Las empresas industriales,
en especial aquellas con procesos continuos tales como las
petroquímicas, también hacen extenso uso de estos contratos
para resolver los problemas en sus instalaciones. Habiendo acordado
un contrato de tal índole, el contratista se compromete a
tener disponibles personal y equipo adecuados para la ejecución
de los trabajos, a menudo avisado con muy poca antelación
(p. ej., en el caso de contratos de emergencia).
La ventaja para
el/la cliente es que no necesita tener obreros en su nómina ni
conservar maquinaria o equipos para emplear sólo de manera
esporádica en trabajos de mantenimiento y casos de emergencia.
La valoración de este tipo de contratos puede basarse en un
tanto fijo por año o en el tiempo empleado en la ejecución del
trabajo o en una combinación de ambos.
Quizás el ejemplo más comúnmente conocido por el público
sea el de mantenimiento de carreteras y reparaciones de
urgencia de tendidos eléctricos o tuberías de gas cortadas o
dañadas accidentalmente.
Cualquiera que sea la forma de contrato, las posibilidades de
que clientes y proyectistas influyan en la seguridad y la salud
de los contratistas por efecto de decisiones tomadas en una fase
temprana del trabajo son las mismas. La modalidad del proyecto
y obra quizás permite una más estrecha cooperación entre
proyectista y constructor en materia de salud y seguridad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario