Aunque existen variaciones de un país a otro, la construcción es
típicamente una industria de pequeñas empresas. Entre un 70 y
un 80 % de los contratistas tienen menos de 20 trabajadores
propios. Ello es debido a que muchos contratistas empiezan como
industriales individuales en trabajos pequeños, probablemente
residenciales. A medida que su negocio se amplía, estos industriales
empiezan a dar trabajo a un número reducido de trabajadores.
La carga de trabajo en construcción es raramente
predecible o constante, pues unos trabajos terminan y otros
empiezan sin coincidir en el tiempo. Existe la necesidad en la
industria de poder desplazar a grupos de trabajadores con ciertas
especialidades de obra en obra según lo requiera el trabajo.
Los
pequeños contratistas cumplen este cometido.
Junto a los pequeños contratistas se mueve una multitud de
trabajadores autónomos. Al igual que la agricultura, la construcción
tiene un porcentaje muy alto de trabajadores por cuenta
propia. Estos también suelen ser industriales, como carpinteros,
pintores, electricistas, fontaneros y albañiles. Pueden encontrar
un puesto en pequeñas obras residenciales o formar parte de la
mano de obra en proyectos de más envergadura. Durante el
período de gran auge de la construcción de finales del decenio
de 1980, hubo un aumento de trabajadores que alegaban ser
autónomos. Ello fue debido en parte a los incentivos fiscales
para los individuos afectados y a la utilización por los contratistas
de estos autónomos, que resultaban más baratos que los
empleados propios. Además, los contratistas tenían menores
costes de seguridad social, no tenían obligación de dar formación
a los autónomos y se podían desprender de ellos con más
facilidad al acabarse el trabajo.
La presencia en la construcción de tantos pequeños contratistas
y trabajadores autónomos suele dificultar una gestión efectiva
de la salud y la seguridad en la obra en su conjunto, y con
una mano de obra tan móvil, ciertamente resulta más difícil
impartir una formación de seguridad adecuada. Un análisis de
accidentes mortales en el Reino Unido durante un período de
3 años mostró que aproximadamente la mitad de los accidentes
mortales sucedió entre los trabajadores que llevaban en la obra
una semana o menos. Los primeros días en cualquier obra son
singularmente peligrosos para los trabajadores de la construcción
pues, aunque sean industriales experimentados, cada obra
es una experiencia única.
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