En el caso de los edificios, ya sean destinados a vivienda, ya sean
comerciales o industriales, los proyectos están sujetos a normas de
planificación que ordenan las zonas en las que se pueden desarrollar
cierto tipo de usos (p. ej., no se puede construir una fábrica en
medio de viviendas). Las leyes de planificación pueden ser muy
específicas en cuanto al aspecto exterior, los materiales y el
volumen de los edificios. Normalmente sólo es posible la construcción
de fábricas en las zonas calificadas de industriales.
A menudo también existen ordenanzas de edificación o
normas similares que definen con exactitud y detalle muchos
aspectos del proyecto y de las especificaciones de los edificios:
por ejemplo, el espesor de los muros y maderas, la profundidad
de los cimientos, las características del aislamiento, las dimensiones
de las ventanas y habitaciones, la distribución del
cableado eléctrico y la puesta a tierra, la distribución de la fontanería
y las tuberías y muchos más. Los clientes , proyectistas,
redactores de especificaciones y contratistas han de seguir estas
normas. Las mismas coartan la libertad de elección, pero al
mismo tiempo garantizan que los edificios se construyan con
una calidad aceptable. En este sentido, las leyes de planificación
y las normas de edificación condicionan el proyecto de los edificios
y su coste.
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