La rápida expansión del transporte aéreo desde mediados del
siglo XX ha desembocado en una de las formas de construcción
más complejas y de mayor importancia: la construcción y ampliación
de aeropuertos.
Los clientes de la construcción de aeropuertos suelen ser los
gobiernos nacionales o locales u organismos públicos. Algunos
aeropuertos se construyen para ciudades importantes. Los aeropuertos
raramente se destinan a clientes privados tales como
empresas de negocios.
La planificación de la obra a veces se ve dificultada por las
limitaciones medioambientales relativas a ruidos y contaminación
que se imponen al proyecto. Los aeropuertos requieren un
espacio considerable, y si se hallan situados en zonas densamente
pobladas, la creación de las pistas y el espacio necesario
para los edificios terminales y para los aparcamientos de vehículos
pueden requerir la rehabilitación de terrenos abandonados
o difíciles por otros motivos. La construcción de un aeropuerto
presupone la nivelación de una extensa superficie, lo cual puede
requerir el movimiento de tierras e incluso ganar terrenos al
mar, y, a continuación, la construcción de numerosos edificios de
grandes dimensiones, incluyendo hangares, talleres de mantenimiento,
torres de control e instalaciones de abastecimiento de
combustibles, además de los edificios terminales y el
aparcamiento.
Si el aeropuerto se construye en un terreno poco resistente, los
edificios necesitarán cimentarse sobre pilotes. Las pistas
requieren buenos cimientos; las capas de grava que apoyan a los
pavimentos de hormigón u macadam asfáltico deben ser fuertemente
compactadas. La maquinaria que se utiliza para la construcción
de aeropuertos es similar en tamaño y tipo a la utilizada
en los proyectos importantes de autovías, con la salvedad de que
se encuentra concentrada en una zona limitada en vez de extenderse
a lo largo de muchos kilómetros en una carretera.
El mantenimiento de aeropuertos es un trabajo singularmente
difícil si la renovación del pavimento de las pistas de vuelo ha de
efectuarse sin interrumpir las operaciones del aeropuerto. Generalmente
al contratista se le asignan un número de horas
nocturnas convenido de modo que pueda trabajar en una pista
que esté temporalmente sin utilizar. Toda la planta, materiales y
trabajadores del contratista han de ser escoltados fuera de las
pistas, y estar preparados para regresar al punto de trabajo
inmediatamente a la hora de comienzo acordada. El contratista
debe acabar su trabajo y abandonar las pistas de nuevo a la hora
convenida, en que se reanudan los vuelos. Mientras realiza su
trabajo en la pista, el contratista no deberá impedir o poner en
peligro el movimiento de aviones en otras pistas adyacentes.
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