jueves, 10 de julio de 2014

Riesgos biológicos

Se ha informado sobre funcionarios de policía que han contraído el SIDA en el trabajo. En mayo de 1993, el Federal Bureau of Investigations (FBI) de EE.UU. informó de que siete funcionarios de policía habían contraído el SIDA en su trabajo a lo largo de 10 años (Bigbee 1993). Hay que señalar que se trata de un número de casos sorprendentemente pequeño para un período de 10 años en todo el país, y también que se ha discutido si todos estos casos pueden considerarse relacionados con el trabajo. No obstante, es perfectamente posible infectarse con el VIH a consecuencia del trabajo de policía. Como no existe curación para el SIDA, ni una vacuna que prevenga la enfermedad, la mejor defensa de un policía contra esta infección es la prevención. Siempre que sea posible, los agentes deben utilizar guantes de látex cuando deban exponerse al contacto con sangre u otros elementos de prueba contaminados con ella, sobre todo si se produce algún desgarro de piel en las manos. Mientras esté de servicio, el agente de policía debe cubrirse cualquier herida o llaga abierta en la piel con un apósito oclusivo. 
Debe ponerse especial cuidado en la manipulación de agujas, y tanto éstas como las jeringuillas deben guardarse en un recipiente para objetos punzantes que no pueda ser atravesado por las agujas. Hay que evitar el contacto con los bordes afilados y poner especial cuidado en la manipulación de los objetos cortantes recogidos como prueba, en especial si se encuentran contaminados con sangre fresca. A ser posible, deben recogerse con la ayuda de instrumentos mejor que con las manos. En los intentos de reanimación hay que utilizar guantes de látex y una mascarilla de protección, y siempre se llevarán guantes para prestar primeros auxilios. Si embargo, no hay que olvidar, que el riesgo de infectarse con VIH a causa de las técnicas de reanimación es muy remoto. Algunas técnicas tradicionalmente utilizadas por la policía deben evitarse. 
Por ejemplo, el cacheo manual del cuerpo de los sospechosos es peligroso para el agente, pues muchos policías se han pinchado con agujas al emplear este procedimiento. Igualmente peligrosa es la costumbre de registrar recipientes, bolsas e incluso bolsillos revolviendo su contenido con la mano. El contenido de los recipientes tiene que vaciarse en una superficie lisa y examinarse claramente a la vista. Por el mismo motivo, hay que evitar la búsqueda a ciegas debajo de los asientos de los coches y entre el asiento y el respaldo de sillas y sofás. Es mejor desmontar los muebles que obligar a los agentes a introducir a ciegas la mano en sitios en que se pueden ocultar agujas y jeringuillas. Los guantes de látex no evitan los pinchazos con agujas. El uso de equipos de protección ocular y de mascarillas puede ser aconsejable si existe un riesgo potencial de salpicadura de líquidos corporales, como sangre o saliva. Tiene que haber un sistema establecido de eliminación segura de los equipos de protección individual, y un lugar en el que los policías puedan lavarse las manos. Dado que muy pocos coches patrulla están equipados con lavabos y agua corriente, deben suministrarse a las dotaciones soluciones de lavado previamente envasadas para la higiene de la piel. Por último, debe plantearse la pregunta de qué tiene que hacer el policía que, a pesar de las precauciones adoptadas, sufre una exposición a través de la piel al VIH. Después de limpiar cuidadosamente la herida, el primer paso es determinar si el origen de la exposición es realmente una persona seropositiva, cosa que no siempre resulta posible. El segundo paso consiste en informar al agente de policía del riesgo real de infección, pues muchos legos en medicina magnifican este riesgo. En tercer lugar, hay que informar al funcionario de policía de que debe repetirse las pruebas durante un período mínimo de seis y, posiblemente, nueve meses para descartar el riesgo de infección. Asimismo, hay que adoptar medidas para evitar la infección del compañero sentimental del agente de policía durante un mínimo de seis meses. Finalmente, debe abordarse la cuestión de la profilaxis posterior a la exposición. Existen pruebas crecientes de que la profilaxis con fármacos antivíricos puede ayudar a reducir el riesgo de seroconversión tras una exposición a través de la piel. Estos fármacos se comentan en otro capítulo de la Enciclopedia. Además, la profilaxis es actualmente objeto de amplias investigaciones, por lo que se recomienda la consulta de bibliografía actualizada en busca del método más adecuado. Se conocen numerosos casos de hepatitis de origen laboral entre los miembros de las fuerzas de orden público. Si bien, en términos cuantitativos, el riesgo no es excesivamente alto en comparación con el de otras profesiones, se trata de un peligro real de contraer una enfermedad profesional. Los métodos de prevención de la infección con el VIH, que se han descrito anteriormente, son igualmente aplicables a la transmisión del virus de la hepatitis B por la sangre. Dado que la hepatitis B es mucho más contagiosa que el SIDA y mucho más propensa a producir la enfermedad o la muerte a corto plazo, constituye una razón aún más perentoria para adoptar precauciones universales. Existe una vacuna eficaz contra la hepatitis B, y todos los funcionarios de policía, independientemente de que realicen investigaciones forenses o simples labores de patrulla callejera, deben vacunarse contra la hepatitis B. Los policías también pueden verse expuestos a otros procesos, como la hepatitis C, la tuberculosis y los patógenos aerotransportados.

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