Resulta evidente que el trabajo de los policías es estresante.
Muchos agentes perciben el exceso de trabajo administrativo, que
los distrae de la actividad de vigilancia directa, como un factor de
estrés importante. El sistema de trabajo por turnos, unido a la
incertidumbre sobre lo que puede acaecer durante el turno,
contribuye a intensificar el estrés. En los períodos de restricciones
presupuestarias, estos factores de estrés se exacerban por la
escasez de personal y la insuficiencia del equipo. Las situaciones
susceptibles de degenerar en violencia son intrínsecamente estresantes,
y el estrés se agudiza significativamente si la escasa dotación
de personal complica la prestación de apoyo o si el policía
afronta una sobrecarga de trabajo notable.
Además, se ha achacado a los elevados niveles de estrés que el
trabajo policial puede causar, problemas como las desavenencias
conyugales, el alcoholismo y el índice de suicidios registrados
entre los funcionarios de policía. Buena parte de los datos en
que se basan estas conclusiones varían de una región a otra. No
obstante, es evidente que, en algunos casos, el trabajo de policía
es capaz de provocar estos problemas.
Nunca se insistirá bastante en la necesidad de una vigilancia
constante que ponga de manifiesto los problemas relacionados
con el estrés o de trastornos por estrés postraumático. Las patologías
asociadas al estrés pueden adoptar la forma de trastornos
del comportamiento, problemas conyugales o familiares y,
a veces, alcoholismo o drogadicción.
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