sábado, 5 de julio de 2014

Cardiopatía aterosclerótica

Numerosos estudios indican que la enfermedad aterosclerótica es más frecuente entre los funcionarios de policía (Vena y cols. 1986; Sparrow, Thomas y Weiss 1983); sin embargo, otros estudios no corroboran este hallazgo. Se ha afirmado que el incremento de la prevalencia de las enfermedades cardíacas entre los funcionarios de policía obedece casi exclusivamente al mayor riesgo de sufrir infarto de miocardio agudo. 
Esta explicación parece lógica, ya que se sabe que los esfuerzos imprevistos de quienes padecen una enfermedad cardíaca constituyen un importante factor de riesgo de muerte súbita. El análisis funcional del puesto de trabajo de los agentes de policía revela que, en el cumplimiento de sus obligaciones, estos funcionarios pueden verse obligados a pasar de una actitud sedentaria a un esfuerzo físico extenuante con ninguna o escasas indicaciones y sin preparación. En efecto, buena parte del trabajo policial es de naturaleza sedentaria, a pesar de lo cual se exige al agente de policía que, si se presenta la ocasión, persiga, capture, derribe y sujete fuertemente a un sospechoso. No resulta, por lo tanto, sorprendente que, aunque la frecuencia de enfermedad coronaria subyacente en los funcionarios de policía no difiera mucho de la existente en el resto de la población, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio agudo por causa de la índole del trabajo pueda ser mayor (Franke y Anderson 1994).
En la evaluación del riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca deben tomarse en consideración los factores demográficos del estamento policial. En efecto, la enfermedad cardíaca es más común en los varones maduros, que constituyen un importante porcentaje del cuerpo de policía. Las mujeres, mucho menos propensas durante su edad fértil a sufrir enfermedades cardíacas, representan por regla general un porcentaje sensiblemente menor dentro de las fuerzas policiales. Para reducir el riesgo de enfermedades cardiacas entre los miembros de la policía es necesario efectuar reconocimientos médicos periódicos a los agentes de policía, realizados por médicos que conozcan este tipo de trabajo y los posibles riesgos cardiacos asociados al mismo (Brown y Trottier 1995). 
En la evaluación periódica del estado de salud se deben incluir la educación sanitaria y el asesoramiento sobre los factores de riesgo cardíaco. Se dispone de pruebas evidentes que demuestran que programas de promoción de la salud en el trabajo influyen positivamente en la salud de los trabajadores y que la modificación de los factores de riesgo cardíaco reducen el riesgo de muerte por ataque al corazón. Las campañas antitabaco, el asesoramiento en materia de nutrición, el control de la hipertensión y la vigilancia y modificación de los niveles de colesterol, constituyen intervenciones eficaces en el esfuerzo por reducir los factores de riesgo de sufrir enfermedades cardíacas entre los agentes de policía. El ejercicio regular reviste particular importancia en este trabajo de policía. La creación de un entorno de trabajo que eduque al trabajador en la elección de unos hábitos positivos, tanto nutricionales como de forma de vida, y que estimule este tipo de elección, puede surtir unos efectos muy positivos.

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