martes, 8 de julio de 2014

Cáncer

Existen indicios de que el riesgo de cáncer en los funcionarios de policía es algo mayor que en el conjunto de la población. En particular, se ha informado de que el riesgo de cáncer del aparato digestivo (como los de esófago, estómago e intestino grueso) es elevado entre los agentes de policía. Puede hablarse también de un mayor riesgo de cáncer de pulmón y de laringe. En este mismo artículo se ha hablado brevemente sobre el riesgo de cáncer entre los policías que realizan trabajos de identificación forense y que prestan sus servicios en laboratorios forenses. 
Es igualmente digna de atención la controvertida cuestión del cáncer testicular asociado al uso del radar policial para detectar infracciones de los límites de velocidad. A pesar de la escasez de datos indicativos sobre un incremento del riesgo de cáncer del aparato digestivo en los funcionarios de policía, la cuestión merece una atenta consideración. En el caso de cáncer de pulmón y de esófago, resulta difícil establecer la conexión causal entre el trabajo de policía y el incremento del riesgo. Por supuesto, es sabido que el hábito de fumar contribuye a incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y de esófago, y se sabe que muchos agentes de policía continúan fumando. 
Otra sustancia que se sabe incrementa el riesgo de sufrir cáncer de esófago es el alcohol, especialmente el whisky. El trabajo de policía es notoriamente estresante, y algunos estudios apuntan a que algunos agentes de policía recurren al alcohol y al consumo de cigarrillos para aliviar la tensión y el estrés de su trabajo. En el mismo estudio que ha revelado la existencia de un mayor riesgo de cáncer del aparato digestivo se ha puesto de relieve un curioso aumento de la frecuencia de cánceres de los sistemas linfático y hematopoyético en algunos agentes de policía. Este mayor nivel de riesgo, que globalmente no era elevado, se limitaba a un determinado grupo. Esta peculiarísima distribución y el escaso número global de casos, induce a pensar que el hallazgo podría constituir una aberración estadística. 
Ya se ha examinado el riesgo de cáncer entre los agentes de policía que realizan trabajo de identificación forense y en laboratorios forenses. La posible toxicidad de una exposición crónica a pequeñas cantidades de diversas sustancias químicas, está en función del tiempo de exposición y de la utilización, en su caso, del adecuado equipo de protección individual. Sobre la base de estas exposiciones, se han llevado a cabo reconocimientos médicos periódicos anuales dirigidos a los riesgos específicos derivados de tales exposiciones. Las investigaciones recientes apuntan a un posible aumento del riesgo de sufrir cáncer de piel, especialmente melanoma, entre los agentes de policía. Es debatible que esta tendencia se deba a la mayor exposición a los rayos solares que sufren algunos policías que patrullan las calles. La cuestión relativa al cáncer producido por la exposición a microondas emitidas por las unidades de “radar policial” ha suscitado bastante controversia. Ciertamente, existen indicios de una posible concentración de algunos tipos de cáncer en agentes de policía expuestos (Davies y Mostofi 1993). El aspecto más preocupante es la exposición a las unidades portátiles. Por contra, las últimas investigaciones realizadas en grandes muestras de población no avalan la naturaleza cancerígena de la exposición a estas unidades. En concreto, se ha informado de que el cáncer testicular se asocia a este tipo de exposición. Se afirma que el riesgo máximo se produce cuando se activa la unidad portátil y se coloca sobre el regazo del agente. A largo plazo, esta posición del equipo puede generar una exposición acumulada en los testículos. No obstante, no está demostrado, que tal exposición provoque cáncer. Mientras tanto, se recomienda que las unidades de radar policial se coloquen en el exterior del coche patrulla, se dirijan lejos del cuerpo del agente, no se utilicen dentro del coche, se desactiven mientras no se utilicen y se revisen periódicamente en busca de fugas de microondas. Además, en la revisión médica periódica de los policías se debe incluir una palpación detenida de los testículos.

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