Si la elevación de los muros es una tarea ardua e importante de la
construcción de un edificio, la ejecución de la cubierta es igualmente
importante y presenta riesgos singulares. Las cubiertas
pueden ser planas o inclinadas. En las cubiertas planas el riesgo
principal lo constituye la caída de personas y materiales, bien por
el borde, bien por aberturas practicadas en la cubierta. Las
cubiertas planas suelen construirse de madera, hormigón in situ o
losas. Las cubiertas planas deben ser impermeabilizadas para
impedir el paso del agua, para lo cual se usan diversos materiales,
entre los que se incluyen betunes y fieltros. Todos los materiales
precisos para la cubierta han de ser izados hasta el nivel requerido,
lo cual puede hacer necesaria la utilización de montacargas
o grúas si el edificio es elevado o las cantidades de material de
cubrición y de impermeabilizantes son importantes. Puede ser
necesario calentar el betún para facilitar su extendido y sellado, lo
cual puede implicar la necesidad de subir a la cubierta botellas de
gas y recipientes para fundirlo. Los operarios de la cubierta y las
personas que se encuentren debajo pueden sufrir quemaduras
por el betún caliente y se pueden originar incendios que afecten a
la estructura del edificio.
El riesgo proveniente de caídas desde las cubiertas planas se
puede evitar rodeando su perímetro con una protección provisional
en forma de barandilla de dimensiones análogas a las que
se instalan en los andamios. Si el edificio se encuentra aún
rodeado por el andamio exterior, éste se puede prolongar hasta
el nivel de la cubierta, para ofrecer una protección perimetral a
los que trabajan en ella. Las caídas por agujeros en las cubiertas
planas se pueden evitar mediante su cubrición o, si han de
permanecer abiertos, colocando barandillas en su perímetro.
Los tejados inclinados se encuentran más comúnmente en
casas unifamiliares y en edificios de menor volumen. La inclinación
del tejado se consigue construyendo un armazón de madera
al que se adosará el recubrimiento exterior del mismo, generalmente
formado por tejas de hormigón o cerámica. La inclinación
del tejado puede ser superior a 45° sobre la horizontal, pero
incluso una pendiente menos pronunciada ofrece riesgos cuando
está mojada. Para evitar la caída de los operarios durante la fijación
de barrotes, fieltro y tejas, deberán utilizarse escaleras apropiadas.
Si estas escaleras no se pueden asegurar o apoyar
firmemente por su extremo inferior, deberán llevar un enganche
de acero diseñado especialmente para anclarlo sobre las tejas del
caballete. Si no existe certeza acerca de la resistencia de estas
tejas, la escalera deberá amarrarse firmemente con una cuerda
de su peldaño superior, pasándola por encima de las tejas del
caballete y llevándola hasta un sólido punto de anclaje.
Tanto en los tejados inclinados como en los curvos o abovedados
se usan materiales de cubrición frágiles. Algunas claraboyas
se construyen también con materiales frágiles. Los
materiales típicos incluyen planchas de fibrocemento, plástico, tableros aglomerados tratados y lana de madera. Como los
operarios de cubiertas frecuentemente pasan por encima de las
planchas que acaban de colocar, se precisa un acceso seguro al
lugar de colocación de las planchas y una posición segura desde
la cual realizar su trabajo. Esto se logra habitualmente
empleando de una serie de escaleras de tejado. Los materiales de
cubrición frágiles representan un mayor riesgo para los obreros
de mantenimiento, que pueden desconocer su fragilidad. Los
proyectistas y los arquitectos pueden mejorar la seguridad de los
operarios de cubiertas, en primer lugar, no especificando materiales
frágiles.
La colocación de cubiertas, incluso las que son planas, puede
resultar peligrosa en condiciones de fuerte viento o bajo una
intensa lluvia. Materiales como las planchas, normalmente
seguros de manipular, pueden llegar a ser peligrosos en estas
condiciones atmosféricas. Los trabajos inseguros en cubiertas no
solo ponen en peligro a los operarios que trabajan en ellas, sino
que representan un riesgo para las personas situadas debajo. La
construcción de cubiertas nuevas es un trabajo peligroso, pero el
mantenimiento de las mismas es aún más peligroso, si cabe.
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