La demolición mediante el empleo de explosivos se puede hacer
con seguridad, pero se ha de planificar cuidadosamente y ha de
ser ejecutada tan sólo por obreros experimentados, bajo una
supervisión competente. A diferencia de las demoliciones militares
con explosivos, el objetivo de las voladuras no consiste en
reducir totalmente el edificio a un montón de escombros.
El
modo seguro de ejecutarlo, después del debilitamiento de la
estructura, consiste en no emplear más explosivo que el necesario
para derribar la estructura con certeza, de modo que los escombros
puedan ser retirados con seguridad y recuperada la chatarra.
Los contratistas que ejecutan la voladura deberán efectuar un
reconocimiento de la estructura, y estudiar los planos y toda la
información posible sobre el método y los materiales con que fue
construida. Sólo con esta información es posible determinar, en
primer lugar, si la voladura es idónea; dónde se han de colocar las
cargas, cuánto explosivo se tiene que usar, qué pasos pueden ser
necesarios para evitar la expulsión de los escombros y qué clase
de zonas de separación será necesario establecer alrededor del
lugar de la voladura, para proteger a los trabajadores y a los viandantes.
Si se tiene que practicar un número de cargas, el disparo
eléctrico con detonadores será normalmente más práctico, pero
los sistemas eléctricos pueden tener fallos, por lo que en obras
más sencillas puede ser más práctico y seguro el uso de un cordón
detonador.
Los aspectos de las voladuras que requieren una
cuidadosa planificación previa son: saber lo que hay que hacer en
caso de que falle una detonación o si la estructura no cae como
estaba previsto y se queda colgando en un estado de inestabilidad
peligroso. Si el trabajo se encuentra próximo a viviendas, carreteras
o polígonos industriales, deberá alertarse a los moradores de
la zona; la policía local se suele encargar de despejar la zona y
cortar el tráfico de peatones y vehículos.
Las estructuras altas, como torres de televisión o de refrigeración,
pueden ser demolidas mediante explosivos, con tal de que
hayan sido debilitadas de antemano para que caigan con
seguridad.
Los trabajadores de las demoliciones están expuestos a altos
niveles de ruido a causa de la maquinaria ruidosa y las herramientas,
de la caída de escombros y de las explosiones. Normalmente
se precisará la utilización de protección acústica. Durante
la demolición de edificios se generan grandes cantidades de
polvo. Un reconocimiento preliminar deberá determinar dónde
y cuándo aparecen plomo o amianto; si ello es posible se deben
sacar antes de empezar la demolición. Incluso en ausencia de
tan notables riesgos, el polvo de las demoliciones a menudo
provoca irritación, aunque no es realmente nocivo, pero se
deberá usar una mascarilla antipolvo aprobada si la zona de
trabajo no se puede mantener regada para controlar el polvo.
La demolición es a la vez sucia y ardua, y es necesario habilitar
un alto nivel de servicios higiénicos, incluyendo aseos, duchas, armarios para la ropa normal y para las ropas de
trabajo y un local que sirva para descanso y comedor.
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