La elección adecuada de un sistema de protección de los trabajadores
depende del terreno y de las condiciones del entorno. La
resistencia del terreno, la presencia de agua y las vibraciones
originadas por la maquinaria o por otras causas próximas, son
factores que afectan a la estabilidad de las zanjas.
Los terrenos en
los que se ha practicado una excavación con anterioridad, nunca
recuperan su resistencia. La acumulación de agua en una zanja,
independientemente de su profundidad, es indicativa de la situación
más peligrosa.
Antes de la elección de un sistema adecuado para la protección
de los trabajadores, es preciso tener en cuenta la clase del
terreno y evaluar el escenario de la construcción. Un plan de
seguridad y salud adecuado de un proyecto debe dar respuesta a
las condiciones y riesgos singulares del mismo.
Los terrenos se pueden clasificar en dos grandes grupos: cohesivos
y granulosos. Los terrenos cohesivos contienen un mínimo
del 35 % de arcilla; si se amasan en forma de cilindros de
50 mm de longitud y 5 mm de diámetro y se suspenden de un
extremo, no se rompen.
Las paredes de las zanjas practicadas en
terrenos cohesivos se mantienen verticales durante cortos
períodos de tiempo. Estos terrenos son responsables de tantas
muertes por derrumbamiento como cualquier otro tipo de
terreno, ya que el terreno aparentemente es estable y, a menudo,
no se toman precauciones Los terrenos granulosos consisten en limos, arena, grava o
material de mayor tamaño. Estos tipos de terreno, cuando están
húmedos, ofrecen una cohesión aparente (a semejanza de los
castillos de arena); cuanto más finas son las partículas, mayor es
la cohesión aparente.
Sin embargo, cuando se encuentran
sumergidos o están secos, los terrenos granulosos de tamaño más
grueso se desmoronan inmediatamente, hasta alcanzar un
ángulo de estabilidad, comprendido entre 30 y 45°, según la
forma redondeada o angular de sus partículas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario