Las pruebas existentes indican que la frecuencia de la enfermedad
pulmonar es inferior entre los policías que en el conjunto
de la población. Existen, sin embargo, indicios de una mayor
frecuencia de cáncer del aparato respiratorio. La mayoría de los
agentes de policía no se exponen habitualmente a la inhalación
de sustancias tóxicas en mayor medida que el resto de los vecinos
de las comunidades en que prestan sus servicios. Sin embargo,
existen excepciones a esta regla general, la más importante de las
cuales está representada por los funcionarios de policía que
realizan funciones de identificación forense. Existen razones para
creer que la frecuencia de trastornos respiratorios y, posiblemente,
del asma profesional es mayor en estas personas (Souter,
van Netten y Brands 1992; Trottier, Brown y Wells 1994).
El cianocrilato, utilizado para descubrir huellas dactilares
latentes, es un conocido sensibilizador respiratorio. Aparte de la
sustancia citada, en este tipo de trabajo, se utilizan habitualmente
numerosas sustancias químicas cancerígenas. Esta circunstancia
hace que resulte aconsejable que a los policías dedicados a la
identificación forense, en especial los que trabajan con huellas
dactilares, se les practique anualmente una radiografía de tórax y
una espirometría. Por igual razón, en los reconocimientos
médicos periódicos de estos funcionarios se debe incluir un
estudio detallado del aparato respiratorio.
Aunque el hábito de fumar tiende a decrecer, muchos funcionarios
de policía no lo han abandonado, lo que tal vez explique
el hecho de que en algunos estudios se haya observado un mayor
riesgo de sufrir cáncer de pulmón y de laringe entre los policías.
Ciertamente, el tabaco constituye un factor importante de riesgo
de sufrir enfermedades cardíacas, aparte de ser la causa principal
del cáncer de pulmón.
Cuando un agente de policía
contrae cáncer de pulmón, se suele plantear la pregunta de si la
enfermedad ha sido causada por la exposición profesional, en
particular a los agentes cancerígenos cuya presencia en los
polvos utilizados para descubrir las huellas dactilares es conocida.
Si el policía fuma, resulta imposible atribuir de modo fiable
el cáncer a cualquier exposición profesional. Resumiendo, las
enfermedades respiratorias no suelen figurar entre los riesgos
laborales del trabajo de policía, salvo en quienes realizan
trabajos de identificación forense.
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