Existen indicios de que el riesgo de cáncer en los funcionarios
de policía es algo mayor que en el conjunto de la población.
En particular, se ha informado de que el riesgo de cáncer del
aparato digestivo (como los de esófago, estómago e intestino
grueso) es elevado entre los agentes de policía. Puede hablarse
también de un mayor riesgo de cáncer de pulmón y de laringe.
En este mismo artículo se ha hablado brevemente sobre el riesgo
de cáncer entre los policías que realizan trabajos de identificación
forense y que prestan sus servicios en laboratorios forenses.
Es igualmente digna de atención la controvertida cuestión del
cáncer testicular asociado al uso del radar policial para detectar
infracciones de los límites de velocidad.
A pesar de la escasez de datos indicativos sobre un incremento
del riesgo de cáncer del aparato digestivo en los funcionarios de
policía, la cuestión merece una atenta consideración. En el caso
de cáncer de pulmón y de esófago, resulta difícil establecer la
conexión causal entre el trabajo de policía y el incremento del
riesgo. Por supuesto, es sabido que el hábito de fumar contribuye
a incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y de esófago, y se
sabe que muchos agentes de policía continúan fumando.
Otra
sustancia que se sabe incrementa el riesgo de sufrir cáncer
de esófago es el alcohol, especialmente el whisky. El trabajo de
policía es notoriamente estresante, y algunos estudios apuntan a
que algunos agentes de policía recurren al alcohol y al consumo
de cigarrillos para aliviar la tensión y el estrés de su trabajo.
En el mismo estudio que ha revelado la existencia de un
mayor riesgo de cáncer del aparato digestivo se ha puesto de
relieve un curioso aumento de la frecuencia de cánceres de los
sistemas linfático y hematopoyético en algunos agentes de
policía. Este mayor nivel de riesgo, que globalmente no era
elevado, se limitaba a un determinado grupo. Esta peculiarísima
distribución y el escaso número global de casos, induce a pensar
que el hallazgo podría constituir una aberración estadística.
Ya se ha examinado el riesgo de cáncer entre los agentes de
policía que realizan trabajo de identificación forense y en laboratorios
forenses. La posible toxicidad de una exposición crónica
a pequeñas cantidades de diversas sustancias químicas, está en
función del tiempo de exposición y de la utilización, en su caso,
del adecuado equipo de protección individual. Sobre la base de
estas exposiciones, se han llevado a cabo reconocimientos
médicos periódicos anuales dirigidos a los riesgos específicos
derivados de tales exposiciones.
Las investigaciones recientes apuntan a un posible aumento
del riesgo de sufrir cáncer de piel, especialmente melanoma,
entre los agentes de policía. Es debatible que esta tendencia se
deba a la mayor exposición a los rayos solares que sufren
algunos policías que patrullan las calles.
La cuestión relativa al cáncer producido por la exposición a
microondas emitidas por las unidades de “radar policial” ha
suscitado bastante controversia. Ciertamente, existen indicios de
una posible concentración de algunos tipos de cáncer en agentes
de policía expuestos (Davies y Mostofi 1993). El aspecto más
preocupante es la exposición a las unidades portátiles. Por
contra, las últimas investigaciones realizadas en grandes muestras
de población no avalan la naturaleza cancerígena de la
exposición a estas unidades. En concreto, se ha informado de
que el cáncer testicular se asocia a este tipo de exposición.
Se afirma que el riesgo máximo se produce cuando se activa la unidad portátil y se coloca sobre el regazo del agente. A largo
plazo, esta posición del equipo puede generar una exposición
acumulada en los testículos. No obstante, no está demostrado,
que tal exposición provoque cáncer. Mientras tanto, se
recomienda que las unidades de radar policial se coloquen en el
exterior del coche patrulla, se dirijan lejos del cuerpo del agente,
no se utilicen dentro del coche, se desactiven mientras no se
utilicen y se revisen periódicamente en busca de fugas de microondas.
Además, en la revisión médica periódica de los policías se
debe incluir una palpación detenida de los testículos.
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