jueves, 31 de julio de 2014

Responsabilidades generales del empresario

El empresario, o sus representantes, sólo pueden emplear personas suficientemente capacitadas y adiestradas en la prestación de los servicios de vigilancia y seguridad exigidos. Estas aptitudes deben constar por escrito. Las actividades del personal, incluida la de notificar las deficiencias y los riesgos específicos, deben constar con detalle en las instrucciones de servicio. Si el trabajo de vigilancia y seguridad entraña riesgos específicos, debe someterse al personal a una vigilancia adecuada. 
Las tareas de seguridad y vigilancia sólo deben emprenderse una vez que los riesgos evitables en el entorno de trabajo se hayan eliminado o controlado. A este fin, resulta aconsejable definir por escrito el ámbito y las reglas de seguridad, incluidas las actividades colaterales conocidas. Al margen de las obligaciones del cliente, la empresa o sus agentes deben realizar una inspección de la propiedad que va a ser asegurada para detectar posibles riesgos, consignando las incidencias en un registro. Estas inspecciones deben repetirse a intervalos regulares y siempre que las circunstancias lo justifiquen. 
La empresa de seguridad o su representante deben exigir al cliente que elimine los riesgos evitables y que extreme las medidas de seguridad en las áreas peligrosas. Hasta tanto no se apliquen estas medidas de seguridad, es preciso establecer unas normas que garanticen de algún modo la integridad de los guardias y demás personal de seguridad. Las zonas peligrosas en que no existan medidas de seguridad eficaces deben excluirse de la vigilancia. Debe instruirse a los guardias y demás personal de seguridad respecto a las características de la propiedad que deben vigilar y sobre los riesgos concretos a que están expuestos durante el desarrollo de su labor de vigilancia. Es preciso facilitar al personal de vigilancia y seguridad el equipo y los medios que precisan, específicamente, calzado adecuado, linternas para patrullar en la oscuridad y el equipo de protección individual que necesiten. Hay que formar al personal de seguridad en el uso correcto de esos medios. El equipo y demás medios utilizados por estos trabajadores no deben entorpecer su libertad de movimientos, especialmente de las manos.

miércoles, 30 de julio de 2014

Disposiciones sobre prevención de accidentes

Antecedentes sobre la normativa de prevención de accidentes y su ámbito de aplicación 
El aumento del número de accidentes hizo que quedara desfasado el Reglamento de Prevención de Accidentes de los Servicios de Vigilancia y Seguridad (VBG 68) que desde mayo de 1964 se venía aplicando a este tipo de trabajo. La norma legal ha sufrido modificaciones y cambios en profundidad, con la participación de representantes de los empresarios trabajadores, compañías de seguros de accidentes, fabricantes y organizaciones sindicales, así como representantes del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, de los organismos estatales competentes en materia de inspección industrial, del Ministerio de Defensa, de la Fiscalía, de los cuerpos de policía, de otras instituciones y de un comité especializado. Este comité depende de la oficina central de la Organización Sectorial para la Seguridad e Higiene de las organizaciones sectoriales industriales y funcionalmente de la Administración de la Organización Sectorial. 
El nuevo reglamento de prevención de accidentes entró en vigor el 1 de octubre de 1990, al cabo de varios años de consultas, y se aplica a todos los trabajadores y compañías de vigilancia y seguridad. En el nuevo texto legal se establecen las responsabilidades y competencias en las que habrán de basarse los decretos específicos de desarrollo y aplicación del reglamento a cada subsector. Las tareas realizadas por el personal de seguridad y vigilancia para la protección de personas y bienes son las siguientes: 
• vigilancia privada, como la ejercida por los porteros y los vigilantes de los aparcamientos 
• seguridad en las obras de construcción y en los pasos con barrera 
• vigilancia de propiedades privadas, incluidas las fábricas 
• vigilancia de instalaciones militares y de centrales nucleares 
• funciones de patrulla y vigilancia de diversas propiedades 
• servicios de seguridad en espectáculos artísticos, ferias comerciales y exposiciones 
• control de masas 
• servicio de correo 
• servicios de investigación 
• transporte de dinero y valores 
• protección individual
• apoyo a las centrales de alarma 
• control de emergencias

martes, 29 de julio de 2014

GUARDIAS DE SEGURIDAD: DESARROLLO Y SITUACION DE LA SEGURIDAD EN EL TRABAJO EN ALEMANIA

El aumento de los problemas de seguridad a causa del incremento en general de la delincuencia, la apertura de las fronteras del este y en el seno de la propia Unión Europea, así como la incorporación de la antigua República Democrática Alemana, han generado un crecimiento desmesurado del número de compañías de vigilancia y seguridad, así como de la plantilla de esas empresas en Alemania. 

A principios de 1995, el número de trabajadores de las más de 1.200 compañías de vigilancia y seguridad existentes era superior a 155.000. Las empresas medianas tienen en su mayoría entre 20 y 200 trabajadores. Existen, no obstante, empresas con menos de 10 trabajadores, y otras que emplean a varios miles. Se observa una tendencia creciente a las fusiones. Existe en el sector una organización responsable del seguro obligatorio de accidentes de esas empresas y de su personal.

jueves, 10 de julio de 2014

Riesgos biológicos

Se ha informado sobre funcionarios de policía que han contraído el SIDA en el trabajo. En mayo de 1993, el Federal Bureau of Investigations (FBI) de EE.UU. informó de que siete funcionarios de policía habían contraído el SIDA en su trabajo a lo largo de 10 años (Bigbee 1993). Hay que señalar que se trata de un número de casos sorprendentemente pequeño para un período de 10 años en todo el país, y también que se ha discutido si todos estos casos pueden considerarse relacionados con el trabajo. No obstante, es perfectamente posible infectarse con el VIH a consecuencia del trabajo de policía. Como no existe curación para el SIDA, ni una vacuna que prevenga la enfermedad, la mejor defensa de un policía contra esta infección es la prevención. Siempre que sea posible, los agentes deben utilizar guantes de látex cuando deban exponerse al contacto con sangre u otros elementos de prueba contaminados con ella, sobre todo si se produce algún desgarro de piel en las manos. Mientras esté de servicio, el agente de policía debe cubrirse cualquier herida o llaga abierta en la piel con un apósito oclusivo. 
Debe ponerse especial cuidado en la manipulación de agujas, y tanto éstas como las jeringuillas deben guardarse en un recipiente para objetos punzantes que no pueda ser atravesado por las agujas. Hay que evitar el contacto con los bordes afilados y poner especial cuidado en la manipulación de los objetos cortantes recogidos como prueba, en especial si se encuentran contaminados con sangre fresca. A ser posible, deben recogerse con la ayuda de instrumentos mejor que con las manos. En los intentos de reanimación hay que utilizar guantes de látex y una mascarilla de protección, y siempre se llevarán guantes para prestar primeros auxilios. Si embargo, no hay que olvidar, que el riesgo de infectarse con VIH a causa de las técnicas de reanimación es muy remoto. Algunas técnicas tradicionalmente utilizadas por la policía deben evitarse. 
Por ejemplo, el cacheo manual del cuerpo de los sospechosos es peligroso para el agente, pues muchos policías se han pinchado con agujas al emplear este procedimiento. Igualmente peligrosa es la costumbre de registrar recipientes, bolsas e incluso bolsillos revolviendo su contenido con la mano. El contenido de los recipientes tiene que vaciarse en una superficie lisa y examinarse claramente a la vista. Por el mismo motivo, hay que evitar la búsqueda a ciegas debajo de los asientos de los coches y entre el asiento y el respaldo de sillas y sofás. Es mejor desmontar los muebles que obligar a los agentes a introducir a ciegas la mano en sitios en que se pueden ocultar agujas y jeringuillas. Los guantes de látex no evitan los pinchazos con agujas. El uso de equipos de protección ocular y de mascarillas puede ser aconsejable si existe un riesgo potencial de salpicadura de líquidos corporales, como sangre o saliva. Tiene que haber un sistema establecido de eliminación segura de los equipos de protección individual, y un lugar en el que los policías puedan lavarse las manos. Dado que muy pocos coches patrulla están equipados con lavabos y agua corriente, deben suministrarse a las dotaciones soluciones de lavado previamente envasadas para la higiene de la piel. Por último, debe plantearse la pregunta de qué tiene que hacer el policía que, a pesar de las precauciones adoptadas, sufre una exposición a través de la piel al VIH. Después de limpiar cuidadosamente la herida, el primer paso es determinar si el origen de la exposición es realmente una persona seropositiva, cosa que no siempre resulta posible. El segundo paso consiste en informar al agente de policía del riesgo real de infección, pues muchos legos en medicina magnifican este riesgo. En tercer lugar, hay que informar al funcionario de policía de que debe repetirse las pruebas durante un período mínimo de seis y, posiblemente, nueve meses para descartar el riesgo de infección. Asimismo, hay que adoptar medidas para evitar la infección del compañero sentimental del agente de policía durante un mínimo de seis meses. Finalmente, debe abordarse la cuestión de la profilaxis posterior a la exposición. Existen pruebas crecientes de que la profilaxis con fármacos antivíricos puede ayudar a reducir el riesgo de seroconversión tras una exposición a través de la piel. Estos fármacos se comentan en otro capítulo de la Enciclopedia. Además, la profilaxis es actualmente objeto de amplias investigaciones, por lo que se recomienda la consulta de bibliografía actualizada en busca del método más adecuado. Se conocen numerosos casos de hepatitis de origen laboral entre los miembros de las fuerzas de orden público. Si bien, en términos cuantitativos, el riesgo no es excesivamente alto en comparación con el de otras profesiones, se trata de un peligro real de contraer una enfermedad profesional. Los métodos de prevención de la infección con el VIH, que se han descrito anteriormente, son igualmente aplicables a la transmisión del virus de la hepatitis B por la sangre. Dado que la hepatitis B es mucho más contagiosa que el SIDA y mucho más propensa a producir la enfermedad o la muerte a corto plazo, constituye una razón aún más perentoria para adoptar precauciones universales. Existe una vacuna eficaz contra la hepatitis B, y todos los funcionarios de policía, independientemente de que realicen investigaciones forenses o simples labores de patrulla callejera, deben vacunarse contra la hepatitis B. Los policías también pueden verse expuestos a otros procesos, como la hepatitis C, la tuberculosis y los patógenos aerotransportados.

miércoles, 9 de julio de 2014

Dolor de espalda

Los dolores lumbares de espalda, especialmente frecuentes en los hombres de edad madura, constituyen una de las principales causas de absentismo en todo el mundo occidental. Son numerosos los factores que predisponen a sufrir dolores crónicos de espalda y algunos, como el consumo de tabaco, resultan difíciles de comprender empíricamente. Por lo que respecta a la profesión de conductor, existen pruebas fehacientes de que los conductores profesionales tienen un riesgo considerablemente mayor de sufrir dolores lumbares, y lo mismo puede decirse de los agentes de policía que pasan buena parte de la jornada de trabajo al volante. En efecto, la mayoría de los coches patrulla siguen estando equipados con los asientos que les montan en la fábrica. Aunque existen diversos tipos de respaldos y otros dispositivos que permiten apoyar las vértebras lumbares, el problema persiste. Existen indicios de que los enfrentamientos físicos pueden contribuir al desarrollo de dolores de espalda. 
También pueden influir los accidentes de circulación, especialmente de los coches patrulla. También pueden ser factores coadyuvantes algunas prendas utilizadas por los policías, como los cinturones gruesos de cuero provistos de pesados herrajes. Es importante recordar que el estrés puede precipitar o agudizar el dolor de espalda y que algunos funcionarios de policía pueden considerarlo más aceptable que la necesidad de recuperarse de un traumatismo emocional como causa de baja por enfermedad. Es evidente que determinados ejercicios concebidos para conservar la flexibilidad y fortalecer los músculos de la espalda pueden contribuir sustancialmente a mejorar el funcionamiento y a reducir los síntomas. Se han publicado numerosos sistemas de clasificación de los dolores de espalda. Las distintas manifestaciones del dolor se abordan mediante diferentes criterios de intervención activa, en el marco de unos programas específicos de fortalecimiento de la musculatura. Es preciso identificar unos esquemas sintomáticos específicos de los agentes de policía e iniciar tratamientos e intervenciones adecuados. Esto exige una evaluación periódica por parte de médicos conocedores de este síndrome clínico y capaces de intervenir eficazmente en el estadio inicial. Es igualmente importante mantener un buen nivel general de aptitud física para evitar que este costoso y generalizado síndrome crónico produzca discapacidad.

martes, 8 de julio de 2014

Cáncer

Existen indicios de que el riesgo de cáncer en los funcionarios de policía es algo mayor que en el conjunto de la población. En particular, se ha informado de que el riesgo de cáncer del aparato digestivo (como los de esófago, estómago e intestino grueso) es elevado entre los agentes de policía. Puede hablarse también de un mayor riesgo de cáncer de pulmón y de laringe. En este mismo artículo se ha hablado brevemente sobre el riesgo de cáncer entre los policías que realizan trabajos de identificación forense y que prestan sus servicios en laboratorios forenses. 
Es igualmente digna de atención la controvertida cuestión del cáncer testicular asociado al uso del radar policial para detectar infracciones de los límites de velocidad. A pesar de la escasez de datos indicativos sobre un incremento del riesgo de cáncer del aparato digestivo en los funcionarios de policía, la cuestión merece una atenta consideración. En el caso de cáncer de pulmón y de esófago, resulta difícil establecer la conexión causal entre el trabajo de policía y el incremento del riesgo. Por supuesto, es sabido que el hábito de fumar contribuye a incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y de esófago, y se sabe que muchos agentes de policía continúan fumando. 
Otra sustancia que se sabe incrementa el riesgo de sufrir cáncer de esófago es el alcohol, especialmente el whisky. El trabajo de policía es notoriamente estresante, y algunos estudios apuntan a que algunos agentes de policía recurren al alcohol y al consumo de cigarrillos para aliviar la tensión y el estrés de su trabajo. En el mismo estudio que ha revelado la existencia de un mayor riesgo de cáncer del aparato digestivo se ha puesto de relieve un curioso aumento de la frecuencia de cánceres de los sistemas linfático y hematopoyético en algunos agentes de policía. Este mayor nivel de riesgo, que globalmente no era elevado, se limitaba a un determinado grupo. Esta peculiarísima distribución y el escaso número global de casos, induce a pensar que el hallazgo podría constituir una aberración estadística. 
Ya se ha examinado el riesgo de cáncer entre los agentes de policía que realizan trabajo de identificación forense y en laboratorios forenses. La posible toxicidad de una exposición crónica a pequeñas cantidades de diversas sustancias químicas, está en función del tiempo de exposición y de la utilización, en su caso, del adecuado equipo de protección individual. Sobre la base de estas exposiciones, se han llevado a cabo reconocimientos médicos periódicos anuales dirigidos a los riesgos específicos derivados de tales exposiciones. Las investigaciones recientes apuntan a un posible aumento del riesgo de sufrir cáncer de piel, especialmente melanoma, entre los agentes de policía. Es debatible que esta tendencia se deba a la mayor exposición a los rayos solares que sufren algunos policías que patrullan las calles. La cuestión relativa al cáncer producido por la exposición a microondas emitidas por las unidades de “radar policial” ha suscitado bastante controversia. Ciertamente, existen indicios de una posible concentración de algunos tipos de cáncer en agentes de policía expuestos (Davies y Mostofi 1993). El aspecto más preocupante es la exposición a las unidades portátiles. Por contra, las últimas investigaciones realizadas en grandes muestras de población no avalan la naturaleza cancerígena de la exposición a estas unidades. En concreto, se ha informado de que el cáncer testicular se asocia a este tipo de exposición. Se afirma que el riesgo máximo se produce cuando se activa la unidad portátil y se coloca sobre el regazo del agente. A largo plazo, esta posición del equipo puede generar una exposición acumulada en los testículos. No obstante, no está demostrado, que tal exposición provoque cáncer. Mientras tanto, se recomienda que las unidades de radar policial se coloquen en el exterior del coche patrulla, se dirijan lejos del cuerpo del agente, no se utilicen dentro del coche, se desactiven mientras no se utilicen y se revisen periódicamente en busca de fugas de microondas. Además, en la revisión médica periódica de los policías se debe incluir una palpación detenida de los testículos.

lunes, 7 de julio de 2014

Enfermedades pulmonares en el trabajo de policía

Las pruebas existentes indican que la frecuencia de la enfermedad pulmonar es inferior entre los policías que en el conjunto de la población. Existen, sin embargo, indicios de una mayor frecuencia de cáncer del aparato respiratorio. La mayoría de los agentes de policía no se exponen habitualmente a la inhalación de sustancias tóxicas en mayor medida que el resto de los vecinos de las comunidades en que prestan sus servicios. Sin embargo, existen excepciones a esta regla general, la más importante de las cuales está representada por los funcionarios de policía que realizan funciones de identificación forense. Existen razones para creer que la frecuencia de trastornos respiratorios y, posiblemente, del asma profesional es mayor en estas personas (Souter, van Netten y Brands 1992; Trottier, Brown y Wells 1994). 
El cianocrilato, utilizado para descubrir huellas dactilares latentes, es un conocido sensibilizador respiratorio. Aparte de la sustancia citada, en este tipo de trabajo, se utilizan habitualmente numerosas sustancias químicas cancerígenas. Esta circunstancia hace que resulte aconsejable que a los policías dedicados a la identificación forense, en especial los que trabajan con huellas dactilares, se les practique anualmente una radiografía de tórax y una espirometría. Por igual razón, en los reconocimientos médicos periódicos de estos funcionarios se debe incluir un estudio detallado del aparato respiratorio. Aunque el hábito de fumar tiende a decrecer, muchos funcionarios de policía no lo han abandonado, lo que tal vez explique el hecho de que en algunos estudios se haya observado un mayor riesgo de sufrir cáncer de pulmón y de laringe entre los policías. Ciertamente, el tabaco constituye un factor importante de riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, aparte de ser la causa principal del cáncer de pulmón. 
Cuando un agente de policía contrae cáncer de pulmón, se suele plantear la pregunta de si la enfermedad ha sido causada por la exposición profesional, en particular a los agentes cancerígenos cuya presencia en los polvos utilizados para descubrir las huellas dactilares es conocida. Si el policía fuma, resulta imposible atribuir de modo fiable el cáncer a cualquier exposición profesional. Resumiendo, las enfermedades respiratorias no suelen figurar entre los riesgos laborales del trabajo de policía, salvo en quienes realizan trabajos de identificación forense.

sábado, 5 de julio de 2014

Cardiopatía aterosclerótica

Numerosos estudios indican que la enfermedad aterosclerótica es más frecuente entre los funcionarios de policía (Vena y cols. 1986; Sparrow, Thomas y Weiss 1983); sin embargo, otros estudios no corroboran este hallazgo. Se ha afirmado que el incremento de la prevalencia de las enfermedades cardíacas entre los funcionarios de policía obedece casi exclusivamente al mayor riesgo de sufrir infarto de miocardio agudo. 
Esta explicación parece lógica, ya que se sabe que los esfuerzos imprevistos de quienes padecen una enfermedad cardíaca constituyen un importante factor de riesgo de muerte súbita. El análisis funcional del puesto de trabajo de los agentes de policía revela que, en el cumplimiento de sus obligaciones, estos funcionarios pueden verse obligados a pasar de una actitud sedentaria a un esfuerzo físico extenuante con ninguna o escasas indicaciones y sin preparación. En efecto, buena parte del trabajo policial es de naturaleza sedentaria, a pesar de lo cual se exige al agente de policía que, si se presenta la ocasión, persiga, capture, derribe y sujete fuertemente a un sospechoso. No resulta, por lo tanto, sorprendente que, aunque la frecuencia de enfermedad coronaria subyacente en los funcionarios de policía no difiera mucho de la existente en el resto de la población, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio agudo por causa de la índole del trabajo pueda ser mayor (Franke y Anderson 1994).
En la evaluación del riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca deben tomarse en consideración los factores demográficos del estamento policial. En efecto, la enfermedad cardíaca es más común en los varones maduros, que constituyen un importante porcentaje del cuerpo de policía. Las mujeres, mucho menos propensas durante su edad fértil a sufrir enfermedades cardíacas, representan por regla general un porcentaje sensiblemente menor dentro de las fuerzas policiales. Para reducir el riesgo de enfermedades cardiacas entre los miembros de la policía es necesario efectuar reconocimientos médicos periódicos a los agentes de policía, realizados por médicos que conozcan este tipo de trabajo y los posibles riesgos cardiacos asociados al mismo (Brown y Trottier 1995). 
En la evaluación periódica del estado de salud se deben incluir la educación sanitaria y el asesoramiento sobre los factores de riesgo cardíaco. Se dispone de pruebas evidentes que demuestran que programas de promoción de la salud en el trabajo influyen positivamente en la salud de los trabajadores y que la modificación de los factores de riesgo cardíaco reducen el riesgo de muerte por ataque al corazón. Las campañas antitabaco, el asesoramiento en materia de nutrición, el control de la hipertensión y la vigilancia y modificación de los niveles de colesterol, constituyen intervenciones eficaces en el esfuerzo por reducir los factores de riesgo de sufrir enfermedades cardíacas entre los agentes de policía. El ejercicio regular reviste particular importancia en este trabajo de policía. La creación de un entorno de trabajo que eduque al trabajador en la elección de unos hábitos positivos, tanto nutricionales como de forma de vida, y que estimule este tipo de elección, puede surtir unos efectos muy positivos.

viernes, 4 de julio de 2014

Estrés emocional y psicológico

Resulta evidente que el trabajo de los policías es estresante. Muchos agentes perciben el exceso de trabajo administrativo, que los distrae de la actividad de vigilancia directa, como un factor de estrés importante. El sistema de trabajo por turnos, unido a la incertidumbre sobre lo que puede acaecer durante el turno, contribuye a intensificar el estrés. En los períodos de restricciones presupuestarias, estos factores de estrés se exacerban por la escasez de personal y la insuficiencia del equipo. Las situaciones susceptibles de degenerar en violencia son intrínsecamente estresantes, y el estrés se agudiza significativamente si la escasa dotación de personal complica la prestación de apoyo o si el policía afronta una sobrecarga de trabajo notable. Además, se ha achacado a los elevados niveles de estrés que el trabajo policial puede causar, problemas como las desavenencias conyugales, el alcoholismo y el índice de suicidios registrados entre los funcionarios de policía. Buena parte de los datos en que se basan estas conclusiones varían de una región a otra. No obstante, es evidente que, en algunos casos, el trabajo de policía es capaz de provocar estos problemas. 
Nunca se insistirá bastante en la necesidad de una vigilancia constante que ponga de manifiesto los problemas relacionados con el estrés o de trastornos por estrés postraumático. Las patologías asociadas al estrés pueden adoptar la forma de trastornos del comportamiento, problemas conyugales o familiares y, a veces, alcoholismo o drogadicción.

jueves, 3 de julio de 2014

Violencia

Lamentablemente, la violencia es un componente del trabajo policial. En Estados Unidos, la tasa de homicidios de policías es más del doble de la de la población general. Las agresiones durante el desempeño de sus tareas es algo común entre los funcionarios de policía. Recientemente se han realizado numerosas investigaciones sobre las actividades susceptibles de degenerar en actos de violencia. En cambio, se han proyectado serias dudas sobre la posibilidad de que las disputas domésticas constituyan situaciones de especial riesgo (Violanti, Vena y Marshall 1986). Más recientemente, se clasificaron las actividades que encierran un mayor riesgo de provocar agresiones a los agentes de policía: en primer lugar se situaban el arresto y control de personas sospechosas; en segundo lugar, los atracos, y en tercer lugar, las disputas domésticas. 
El tipo de violencia que amenaza a los funcionarios de policía varía de un país a otro. Por ejemplo, las armas de fuego son más abundantes en Estados Unidos que en el Reino Unido y en el resto de la Europa occidental. En los países en que la intranquilidad política se ha recrudecido recientemente, los agentes de policía pueden ser objeto de atentados con armas de fuego automáticas o de gran calibre. Las heridas por arma blanca pueden producirse en cualquier lugar, si bien las armas largas, como el machete, son más frecuentes en los países tropicales. Los agentes de policía deben mantener un elevado nivel de aptitud física. La formación del personal de policía debe comprender el control físico de los sospechosos, así como el uso de armas de fuego y de otros medios, como el gas CS, el spray de pimienta y la porra. En algunos lugares es necesario el uso de equipo de protección individual del tipo del chaleco blindado. 
También es importante contar con un sistema de comunicación que permita la petición de ayuda. Sin embargo, lo más importante de la formación es la prevención de la violencia. La filosofía actualmente dominante en la actuación policial hace hincapié en el concepto de vigilancia de la comunidad y en la integración del funcionario de policía en la vida de la comunidad. Es de esperar que, a medida que esta filosofía sustituya al concepto de incursión armada en la población, se reducirá la necesidad de recurrir a las armas y a los chalecos blindados. Las secuelas de la violencia no siempre son físicas, pues los actos violentos son extremadamente estresantes, en especial si el incidente se ha saldado con lesiones graves, derramamiento de sangre o muerte. Particular importancia reviste la evaluación de un trastorno por estrés postraumático (TEPT) después de tales incidentes.

miércoles, 2 de julio de 2014

FUNCIONARIOS DE POLICIA

El mantenimiento del orden público constituye un trabajo arduo, difícil y estresante. Aunque es evidente que buena parte del trabajo es sedentario, las contadas actividades que no tienen este carácter, que suelen ser también las más críticas, requieren gran demanda física. En este sentido, el trabajo policial se ha comparado con el trabajo del socorrista de una piscina. Este se pasa la mayor parte del tiempo vigilando desde el borde de la piscina; sin embargo, cuando tiene que intervenir, por regla general sin previo aviso, las exigencias físicas y emocionales son extremas. A diferencia del socorrista, el agente de policía puede ser objeto de agresión con un arma blanca o de fuego y, asimismo, se expone a la violencia deliberada de ciertos ciudadanos. 
Su actividad rutinaria consiste en patrullar calles, estaciones de metro, carreteras rurales, parques y otras áreas. La policía patrulla a pie, en distintos tipos de vehículos (tales como automóviles, helicópteros o automotores sobre nieve), y en ocasiones a caballo. Se necesita una vigilancia constante y, en muchas partes del mundo, la amenaza de violencia es continua. El público demanda la ayuda de la policía en casos de robo, desórdenes, agresión y violencia doméstica. Los servicios de policía participan igualmente en acciones de control de multitudes, búsqueda y rescate, y de asistencia al público en casos de catástrofe natural. A veces, es preciso perseguir a los delincuentes a pie o en un vehículo, apresarlos y controlarlos y, en ciertas ocasiones, el policía debe hacer uso de armas letales. 
Las actividades rutinarias pueden ceder el paso, sin solución de continuidad o con escaso tiempo de reacción, a una escalada de violencia peligrosa para la vida. Algunos funcionarios de policía trabajan bajo una identidad falsa, a veces durante largos períodos de tiempo. Otros, particularmente los especialistas forenses, están expuestos a productos químicos tóxicos, casi todos están expuestos a riesgos biológicos derivados de la sangre y de fluidos corporales. Los miembros de los cuerpos de policía suelen trabajar en turnos, cuya duración se suele prolongar por la necesidad de realizar funciones administrativas o de comparecer en los juzgados. 
Las exigencias físicas reales del trabajo policial y las actividades físicas propias de la labor de vigilancia se han estudiado en profundidad y son extraordinariamente similares en distintos cuerpos de policía y en diferentes áreas geográficas. La cuestión de si determinados problemas médicos pueden ser imputables a la profesión policial es aún objeto de controversia.

martes, 1 de julio de 2014

Aptitud física

Se han realizado numerosos estudios relativos a las características fisiológicas de los bomberos, por regla general basadas en investigaciones sobre las reacciones producidas frente a las exigencias de la lucha contra incendios. Los estudios de la aptitud física de los bomberos han puesto de manifiesto de forma bastante clara que la capacidad física media de los bomberos es comparable o algo superior a la de la población masculina adulta general. Esto no implica, sin embargo, que su nivel de preparación sea comparable al de los deportistas de competición. Aunque existen programas de preparación física y de protección de la salud para los bomberos, su eficacia no ha sido evaluada de forma convincente. 
El acceso de la mujer a la profesión de bombero ha originado un replanteamiento de los estudios y pruebas del rendimiento para ajustarlos a ambos sexos. En los estudios, centrados más en las personas entrenadas para rendir al máximo de sus posibilidades físicas que en las características típicas del solicitante, las mujeres han obtenido una puntuación media menor que los hombres en todos los indicadores del rendimiento, si bien un subgrupo de mujeres ha logrado unos resultados casi idénticos en algunas pruebas. La diferencia global en el nivel de rendimiento se ha atribuido principalmente a un menor peso corporal, que guarda una estrecha y sólida relación con las diferencias del rendimiento. Las pruebas más difíciles para las mujeres eran los ejercicios de subir por las escalas.