Muchos de los profesores y técnicos que participan en la formación
artística son además artistas, lo que produce una multiplicación
de las exposiciones a los riesgos derivados de materiales
y procesos y puede agravar significativamente los peligros para la
salud. Cuando se les plantean riesgos en su campo que desconocían
o habían pasado por alto, muchos profesores adoptan una
actitud defensiva. Los artistas gustan de la experimentación y
suelen inscribirse en una cultura contraria a los poderes establecidos
y que fomenta el desafío de las normas institucionales.
Ahora bien, es importante que la administración del centro sea
consciente de que la búsqueda de la libertad artística no es un
argumento válido para descuidar las condiciones de seguridad en
el trabajo.
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