Infecciones
Las enfermedades infecciosas, como las de carácter diarreico, las
provocadas por estreptococos y meningococos, la rubeola y las
respiratorias y producidas por citomegalovirus son riesgos profesionales
fundamentales del personal de las guarderías (véase la
Tabla 94.1). En un estudio de estos trabajadores realizado en
Bélgica se observó un aumento del riesgo de padecer hepatitis A
(Abdo y Chriske 1990). Hasta el 30 % de los 25.000 casos de
esta enfermedad declarados anualmente en Estados Unidos se ha
relacionado con este tipo de centros. Algunos organismos causantes
de trastornos diarreicos, como Giardia lamblia, que provoca giardasis,
son extremadamente infecciosos.
Los brotes pueden presentarse
tanto en centros que prestan servicio a poblaciones
acomodadas como en los que se dedican a zonas desfavorecidas
(Polis y cols. 1986). Ciertas infecciones (como la rubéola y el citomegalovirus)
pueden resultar especialmente peligrosas para las
mujeres embarazadas y las que planean tener hijos, debido al
riesgo de deficiencias de nacimiento causadas por el virus.
Los niños enfermos pueden propagar enfermedades, al igual que
los portadores asintomáticos. Las vías de exposición más comunes son fecales-orales y respiratorias. Los niños de corta edad suelen
tener hábitos de higiene deficientes. Los contactos de la mano con
la boca y de los juguetes con la boca son habituales. La manipulación
de juguetes y alimentos contaminados es otra forma de
entrada. Algunos organismos pueden sobrevivir en objetos inanimados
durante largos períodos de tiempo, que van de horas a
semanas.
También los alimentos pueden constituir un vector portador
si las personas que los manipulan están enfermas o sus manos están
contaminadas.
La inhalación de gotículas respiratorias en suspensión en el aire
producidas por estornudos o toses realizados sin protección como
pañuelos de papel pueden provocar la transmisión de infecciones.
Estos aerosoles atmosféricos pueden permanecer suspendidos en el
aire durante horas.
El personal de las guarderías que trabaja con niños menores de
tres años, sobre todo si todavía no han aprendido a utilizar los sanitarios,
está expuesto a un riesgo mayor, en especial al cambiar y
manipular pañales usados y contaminados por organismos portadores
de enfermedades.
Las medidas de precaución consisten en la disposición de las
instalaciones convenientes para el lavado de manos; la higiene
regular de esta parte del cuerpo entre niños y trabajadores; el
cambio de pañales en áreas designadas al efecto y sometidas a
desinfecciones periódicas; la evacuación de los pañales usados en
recipientes cerrados y cubiertos de plástico que se vacíen a
menudo; la separación de las áreas de preparación de los
alimentos del resto de zonas; el lavado frecuente de juguetes, áreas
de juego, mantas y otros artículos que pueden contaminarse; una
ventilación apropiada, la consecución de índices adecuados de
número de niños por cuidador, lo que permite una aplicación
correcta de los programas de higiene; la formulación de una política
de exclusión, aislamiento o restricción de los niños enfermos,
dependiendo de la dolencia; y la adopción de las políticas de
baja por enfermedad pertinentes para que los trabajadores
enfermos puedan permanecer en su domicilio.
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