En muchas jurisdicciones, los profesores asumen una responsabilidad
tanto personal como del centro respecto de la seguridad de
los estudiantes en general y de los de menor edad en particular.
“Debido a la edad, grado de madurez y experiencia limitada de
la mayor parte de los estudiantes, y puesto que los profesores
actúan in loco parentis (en lugar de los padres), se espera de los
centros docentes que ofrezcan un entorno seguro y establezcan unas pautas de comportamiento razonables para la protección de
los estudiantes” (Qualley 1986).
Todo lo que tienes que saber de la Seguridad Industrial en las Industrias
sábado, 31 de mayo de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
Libertad artística
Muchos de los profesores y técnicos que participan en la formación
artística son además artistas, lo que produce una multiplicación
de las exposiciones a los riesgos derivados de materiales
y procesos y puede agravar significativamente los peligros para la
salud. Cuando se les plantean riesgos en su campo que desconocían
o habían pasado por alto, muchos profesores adoptan una
actitud defensiva. Los artistas gustan de la experimentación y
suelen inscribirse en una cultura contraria a los poderes establecidos
y que fomenta el desafío de las normas institucionales.
Ahora bien, es importante que la administración del centro sea
consciente de que la búsqueda de la libertad artística no es un
argumento válido para descuidar las condiciones de seguridad en
el trabajo.
jueves, 29 de mayo de 2014
Profesores de escuelas universitarias y universidades
Aparte de los mencionados en el apartado anterior, en las
escuelas universitarias y las universidades son factores de riesgo la
tendencia de estudiantes, profesores y técnicos a realizar actividades
más experimentales y utilizar materiales y maquinaria
potencialmente más peligrosos. Asimismo, estos profesionales
suelen trabajar a una escala mayor y durante períodos de tiempo
más largos. Entre las medidas de precaución deben figurar la
educación y la formación, la realización de controles técnicos y la
dotación de equipos de protección personal, la formulación por
escrito de procedimientos y políticas de seguridad y la insistencia
en su cumplimiento.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Profesores de enseñanza primaria y secundaria
Los riesgos en los centros de enseñanza primaria y secundaria se
plantean en prácticas como la pulverización y el uso inseguro de
disolventes y otras sustancias químicas y la ventilación deficiente
de los procesos. Con frecuencia, se carece de equipos apropiados
y del conocimiento suficiente de los materiales para garantizar la
seguridad en el lugar de trabajo. Entre las medidas de precaución
se encuentran la realización de controles técnicos eficaces, la
mejora del conocimiento de los materiales y la supresión de los
productos peligrosos y su sustitución por otros más fiables (véase
la Tabla 94.2). De este modo, se facilitará la protección, no sólo
de profesores, técnicos, personal de mantenimiento y administradores,
sino también de los alumnos.
martes, 27 de mayo de 2014
ENSEÑANZA ARTISTICA
Los problemas de salud y seguridad planteados por los programas
de formación artística se asemejan a los registrados en las instituciones
educativas, desde los institutos de enseñanza secundaria a
las universidades. Hay, sin embargo, dificultades especiales
porque los riesgos no suelen reconocerse y, sobre todo en el
ámbito universitario, pueden alcanzar una escala semiindustrial.
Entre otros riesgos hay que destacar la inhalación de contaminantes en suspensión en el aire, la ingestión o absorción
dérmica de toxinas, lesiones derivadas de la utilización de maquinaria
y herramientas, resbalones, tropezones y caídas, y lesiones
musculoesqueléticas por esfuerzo repetitivo y otras causas. Las
medidas de precaución comprenden la instalación de un sistema
de ventilación adecuado (tanto por dilución, como por aspiración
local), la manipulación y almacenamiento de las sustancias
químicas en condiciones de seguridad, la protección de la maquinaria
y un mantenimiento correcto de los equipos, una limpieza
eficaz, una conservación adecuada y la dotación de puestos de
trabajo ajustables. Una precaución fundamental para prevenir
todo tipo de problemas de salud y seguridad en el trabajo es
impartir una formación adecuada con carácter obligatorio.
lunes, 26 de mayo de 2014
domingo, 25 de mayo de 2014
Control de los riesgos
Antes de proceder a la determinación de los riesgos mediante los
procesos habituales de inspección e investigación de incidentes y
lesiones, y de iniciar las actividades, debe llevarse a cabo una revisión
exhaustiva de los programas e instalaciones propuestos.
Las
características de riesgo profesional y medioambiental de los
nuevos proyectos de investigación y programas académicos deben
tenerse en cuenta en las primeras etapas del proceso de planificación.
Es posible que los investigadores no sean conscientes de los
requisitos legislativos o las normas de seguridad aplicables a sus
actividades. En muchos proyectos, éstos y los profesionales de la
seguridad deben colaborar para desarrollar procedimientos de seguridad a medida que avanza la investigación y surgen nuevos
riesgos.
Teóricamente, la cultura de la seguridad debe incorporarse a
la función académica, por ejemplo, mediante la inclusión de
información pertinente sobre salud y seguridad en los planes de
estudios y en los manuales de prácticas de laboratorio de los
alumnos, y la oferta de información específica y de formación a
los trabajadores.
La comunicación, la formación y la supervisión
de riesgos son esenciales.
En los laboratorios, los estudios de arte y los talleres, el control
de la ventilación general debe perfeccionarse mediante la instalación
de sistemas de aspiración localizada. En algunos casos,
puede ser necesario restringir los factores biológicos de riesgo y
proporcionar aislamiento o blindaje contra la acción de los
isótopos radioactivos. Los equipos de protección personal,
aunque no constituyen un método de prevención primaria en la
mayoría de las situaciones, pueden ser la opción elegida con
carácter temporal o en condiciones experimentales.
Suele requerirse la formulación de programas de gestión de
residuos y materiales peligrosos. La adquisición y distribución
centralizada de las sustancias químicas peligrosas de uso
habitual y los experimentos realizados a microescala en la enseñanza
evitan el almacenamiento de grandes cantidades de las
mismas en laboratorios, estudios o talleres.
La adopción de un plan de respuesta de emergencia y de
recuperación en caso de desastre, para organizar la acción en
caso de sucesos graves que superen la capacidad de respuesta
ordinaria, atenuará los efectos de este tipo de incidentes sobre la
salud y la seguridad.
sábado, 24 de mayo de 2014
Riesgos potenciales
La gama de riesgos puede ser extremadamente amplia, dependiendo
de las dimensiones y el carácter de la institución, del tipo
de programas académicos ofrecidos y de la naturaleza de las actividades
de investigación (véase la Tabla 94.3). Las pequeñas
escuelas universitarias cuya oferta se limita a programas de letras
plantean un número relativamente pequeño de riesgos, mientras
que en las universidades de ámbito más general, que comprenden
facultades de medicina, ingeniería y bellas artes y formulan
programas de investigación exhaustivos, los riesgos son más
numerosos y, en ocasiones, pueden ser muy graves, como los derivados
de sustancias químicas tóxicas y de factores biológicos,
riesgos reproductivos, radiaciones ionizantes y no ionizantes y
otros agentes físicos.
Las tareas de mantenimiento, de conservación de campos
deportivos, de manipulación de materiales peligrosos, de funcionamiento
de maquinaria y vehículos de motor y los trabajos de
oficina son comunes a la mayoría de las instituciones y plantean
riesgos que se analizan en otros capítulos de la presente
Enciclopedia.
La violencia en el lugar de trabajo es un problema de
creciente importancia y de especial interés para los profesores,
el personal en contacto directo con el público, los administradores
financieros y el personal de seguridad.
Las grandes instituciones pueden compararse con ciudades a
escala en las que la población vive y trabaja. Los problemas de
seguridad personal y colectiva están interrelacionados con las
cuestiones de salud y seguridad en el trabajo.
viernes, 23 de mayo de 2014
ESCUELAS UNIVERSITARIAS Y UNIVERSIDADES
El gran número y la amplia gama de operaciones y materiales
peligrosos que se utilizan en la enseñanza, la investigación y las
actividades de servicios auxiliares representan un reto para la
gestión de la salud y la seguridad en las escuelas universitarias
y las universidades. La propia naturaleza de la investigación
conlleva un riesgo: el desafío de los límites del conocimiento y la
tecnología actuales. Muchas actividades de investigación en los
campos de la ciencia, la ingeniería y la medicina requieren la
utilización de instalaciones, tecnologías y equipos complejos y
costosos que pueden no estar disponibles con facilidad o encontrarse
en una fase inicial de desarrollo. También puede ocurrir
que las actividades evolucionen y se transformen sin que las instalaciones
en que se llevan a cabo sean modificadas para garantizar
su seguridad. Muchas de las actividades de mayor riesgo se efectúan
de modo infrecuente, periódico o experimental. Entre los
materiales utilizados en la enseñanza y la investigación se encuentran
algunas de las sustancias más peligrosas, que presentan
riesgos cuya documentación en materia de toxicidad y seguridad
es deficiente o nula. Esos materiales suelen ser empleados en
cantidades relativamente pequeñas por personal de formación
inadecuada y en condiciones que distan de ser las idóneas. Los
riesgos en materia de salud y seguridad no siempre son reconocidos
de inmediato y con facilidad por el personal académico de
alta cualificación, que suele prestar escasa atención a los controles
legislativos o administrativos por considerarlos factores que
limitan su libertad académica.
Esta libertad es un principio sagrado, defendido enérgicamente
por los docentes, que en algunos casos son expertos en sus
correspondientes disciplinas. Las restricciones legislativas o institucionales
que se consideran lesivas para el mismo se combaten
o incluso se desatienden. La imposición de métodos de detección
y control de riesgos para la salud y la seguridad en la enseñanza
y la investigación no resulta fácil. El personal docente debe
convencerse de que las políticas adoptadas a este respecto
apoyan y mejoran su misión fundamental y no la limitan. Estas
políticas, cuando se aplican, tienden a proteger la función académica
y los derechos individuales, más que obedecer a normas y
reglamentos externos. Disposiciones en materia de responsabilidad
y rendición de cuentas que impliquen directamente a los
profesores y los investigadores pueden tener más influencia que
las normativas.
En la mayoría de los casos, la legislación, las normas y las
directrices sobre salud y seguridad se desarrollan para industrias
en las que se utilizan grandes cantidades de un número relativamente
pequeño de sustancias químicas, en las que los riesgos
están bien documentados y en las que existen procedimientos
establecidos y una plantilla estable en el marco de un sistema de
gestión definido con precisión.
El entorno académico difiere del
industrial en casi todos los aspectos. En algunas jurisdicciones,
las instituciones académicas pueden estar exentas del cumplimiento
de la legislación sobre salud y seguridad.
En general, los sistemas de gestión de estas instituciones son
de tipo jerárquico: el personal docente ocupa los puestos de
responsabilidad y los profesionales no académicos, los técnicos y
el personal auxiliar se sitúa en escalones inferiores. A menudo, se
emplea a tiempo parcial a alumnos licenciados para desempeñar
diversas funciones de enseñanza e investigación. Miembros del
personal docente son designados para ocupar puestos de alta
dirección durante mandatos específicos sin tener la experiencia
o la formación suficientes para la gestión. Una rotación
frecuente puede dar lugar a una falta de continuidad. En este
sistema, los investigadores con más experiencia disfrutan de una
autonomía relativa para gestionar sus asuntos, incluso en las
grandes instituciones.
Normalmente, controlan sus propios
presupuestos, el diseño de las instalaciones, las adquisiciones, la
organización del trabajo y la contratación del personal. Los
riesgos pueden pasarse por alto o no detectarse.
Una práctica común a los investigadores de las instituciones
académicas es emplear a alumnos licenciados como ayudantes
en el contexto de una relación maestro/aprendiz. Estos trabajadores
no siempre están protegidos por la legislación sobre salud
y seguridad. Incluso cuando existe cobertura, suelen mostrarse
reacios a ejercer sus derechos o exponer sus preocupaciones a
sus supervisores, que pueden ser también los responsables de
evaluar su rendimiento académico. Largas jornadas de trabajo
bajo una gran presión, trabajo por la noche y en fin de semana
con una supervisión mínima y unos servicios auxiliares exiguos
son características habituales de su labor. Las iniciativas de
ahorro de costes y conservación de la energía pueden llegar
a reducir la prestación de servicios como la seguridad y la ventilación
por las noches y los fines de semana. Aunque los estudiantes
no suelen estar protegidos por la legislación sobre salud y
seguridad, la diligencia debida exige que se les dispense la
misma atención que a los trabajadores de plantilla.
jueves, 22 de mayo de 2014
FORMACION PROFESIONAL Y APRENDIZAJE
La enseñanza de los oficios a través de un sistema de aprendizaje
se remonta al menos a la época del Imperio Romano, y se
mantiene hoy en día en actividades tradicionales como la zapatería,
la carpintería, la cantería y otras. Esta forma de capacitación
puede tener carácter informal, cuando una persona que
desea aprender un oficio encuentra a un empleador cualificado
dispuesto a instruirle a cambio de su trabajo. No obstante,
la mayoría de los cursos de aprendizaje están reglados y exigen la
celebración de un contrato por escrito entre el empleador y el
aprendiz, que se compromete a prestar sus servicios al primero
durante un tiempo determinado en compensación por la formación
recibida.
Los programas reglados suelen regirse por normativas
relativas a las cualificaciones necesarias para concluir la
capacitación establecidas por instituciones como gremios, sindicatos
u organizaciones de empresarios. En algunos países, estas
dos últimas entidades gestionan directamente los programas, que
suelen consistir en una combinación estructurada de formación
en el puesto de trabajo e instrucción en las aulas.
Sin embargo, en el mundo tecnológico actual, hay una necesidad
cada vez mayor de trabajadores cualificados en numerosas
áreas, como técnicos de laboratorio, mecánicos, maquinistas,
cosmetólogos, cocineros, personal empleado en el sector de
servicios, etc.
El aprendizaje de estas actividades que requieren
una cualificación suele ofrecerse en el marco de programas
de formación profesional desarrollados en escuelas, institutos,
centros politécnicos, escuelas universitarias que imparten
programas bianuales y otras instituciones similares. En
ocasiones, los programas incluyen prácticas en entornos de
trabajo reales.
Tanto los profesores como los estudiantes que participan en
los programas de formación profesional se exponen a riesgos
derivados del contacto con sustancias químicas y agentes físicos,
la utilización de maquinaria y riesgos específicos de cada oficio o
sector. En muchos programas, los alumnos emplean equipos
anticuados donados por las empresas del sector. Son máquinas
que no suelen disponer de las medidas de seguridad actuales,
como resguardos apropiados, frenos de acción rápida, sistemas
de control de ruidos, etc. Con frecuencia, los propios profesores
carecen de una formación adecuada sobre los riesgos de la actividad
y las precauciones necesarias. Además, es habitual que los
centros docentes no cuenten con unos sistemas de ventilación
adecuados y otros equipos de prevención.
Los aprendices suelen enfrentarse a situaciones de alto riesgo
debido a que se les asignan las tareas más insalubres y peligrosas.
A menudo, representan una fuente de mano de obra barata. En
este contexto, es aún más probable que los empleadores
carezcan de la formación necesaria en materia de riesgos y
precauciones propios de la actividad. Los programas informales
de aprendizaje no suelen estar regulados y es habitual que los
aprendices sometidos a estos riesgos y formas de explotación no
tengan posibilidad de recurrir ante ninguna instancia.
Otro problema común a los programas de aprendizaje y la
formación profesional es la edad. El acceso a estas vías de capacitación
suele producirse entre los 16 y los 18 años. La formación
profesional puede iniciarse en los centros de enseñanza
primaria. Los estudios realizados indican que un porcentaje
desproporcionado de las reclamaciones de indemnización por
bajas a causa de accidente son presentadas por trabajadores
jóvenes (con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años).
En Ontario, Canadá, en 1994, el mayor número de trabajadores
jóvenes accidentados desarrollaban su actividad en el sector de
servicios.
De estas estadísticas se desprende la posibilidad de que los
alumnos que acceden a dichos programas no comprendan la
importancia de la formación sobre salud y seguridad. También
es posible que los períodos de atención y los niveles de comprensión
de los alumnos difieran de los característicos en los adultos,
lo que debe reflejarse en su formación. Por último, hay que
hacer hincapié en sectores como el de los servicios, en el que la
salud y la seguridad no han recibido, por lo general, la atención
prestada en otros sectores.
En todo programa profesional o de aprendizaje, debe impartirse
formación sobre salud y seguridad, incluida la relativa a la
comunicación de riesgos. Los profesores o los empleadores
deben poseer una capacitación adecuada en materia de riesgos y
precauciones, para protegerse a sí mismos e instruir adecuadamente
a los alumnos. En el trabajo y en las instalaciones dedicadas
a la docencia deben adoptarse las medidas de precaución
pertinentes.
miércoles, 21 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - X
En la Figura 94.1 se muestra un taller metalúrgico industrial
en un centro de enseñanza secundaria, y en la Figura 94.2, un
laboratorio de ciencias con campanas de ventilación y una
ducha de emergencia en un centro de la misma categoría. En la
Tabla 94.2 se resumen las precauciones especiales que deben
adoptarse, sobre todo en materia de utilización de materiales
seguros para las escuelas. Para más información sobre las
precauciones normalizadas, véanse los capítulos en que se tratan
estos procesos (p. ej., Actividades artísticas, culturales y recreativas y
Utilización, almacenamiento y transporte de productos químicos).
En ocasiones, los profesores que participan en programas de
educación especial pueden exponerse a riesgos mayores. Son
ejemplos de estos peligros la violencia ejercida por estudiantes
que sufren perturbaciones emocionales y la transmisión de infecciones
como la hepatitis A, B y C por alumnos ingresados
en instituciones y discapacitados en su desarrollo (Clemens y
cols. 1992).
martes, 20 de mayo de 2014
lunes, 19 de mayo de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
sábado, 17 de mayo de 2014
viernes, 16 de mayo de 2014
jueves, 15 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - IV
Enfermedades infecciosas que afectan al personal docente y a los trabajadores de los centros de
cuidados de día.
miércoles, 14 de mayo de 2014
martes, 13 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - Programas de enseñanza preescolar - II
Infecciones
Las enfermedades infecciosas, como las de carácter diarreico, las
provocadas por estreptococos y meningococos, la rubeola y las
respiratorias y producidas por citomegalovirus son riesgos profesionales
fundamentales del personal de las guarderías (véase la
Tabla 94.1). En un estudio de estos trabajadores realizado en
Bélgica se observó un aumento del riesgo de padecer hepatitis A
(Abdo y Chriske 1990). Hasta el 30 % de los 25.000 casos de
esta enfermedad declarados anualmente en Estados Unidos se ha
relacionado con este tipo de centros. Algunos organismos causantes
de trastornos diarreicos, como Giardia lamblia, que provoca giardasis,
son extremadamente infecciosos.
Los brotes pueden presentarse
tanto en centros que prestan servicio a poblaciones
acomodadas como en los que se dedican a zonas desfavorecidas
(Polis y cols. 1986). Ciertas infecciones (como la rubéola y el citomegalovirus)
pueden resultar especialmente peligrosas para las
mujeres embarazadas y las que planean tener hijos, debido al
riesgo de deficiencias de nacimiento causadas por el virus.
Los niños enfermos pueden propagar enfermedades, al igual que
los portadores asintomáticos. Las vías de exposición más comunes son fecales-orales y respiratorias. Los niños de corta edad suelen
tener hábitos de higiene deficientes. Los contactos de la mano con
la boca y de los juguetes con la boca son habituales. La manipulación
de juguetes y alimentos contaminados es otra forma de
entrada. Algunos organismos pueden sobrevivir en objetos inanimados
durante largos períodos de tiempo, que van de horas a
semanas.
También los alimentos pueden constituir un vector portador
si las personas que los manipulan están enfermas o sus manos están
contaminadas.
La inhalación de gotículas respiratorias en suspensión en el aire
producidas por estornudos o toses realizados sin protección como
pañuelos de papel pueden provocar la transmisión de infecciones.
Estos aerosoles atmosféricos pueden permanecer suspendidos en el
aire durante horas.
El personal de las guarderías que trabaja con niños menores de
tres años, sobre todo si todavía no han aprendido a utilizar los sanitarios,
está expuesto a un riesgo mayor, en especial al cambiar y
manipular pañales usados y contaminados por organismos portadores
de enfermedades.
Las medidas de precaución consisten en la disposición de las
instalaciones convenientes para el lavado de manos; la higiene
regular de esta parte del cuerpo entre niños y trabajadores; el
cambio de pañales en áreas designadas al efecto y sometidas a
desinfecciones periódicas; la evacuación de los pañales usados en
recipientes cerrados y cubiertos de plástico que se vacíen a
menudo; la separación de las áreas de preparación de los
alimentos del resto de zonas; el lavado frecuente de juguetes, áreas
de juego, mantas y otros artículos que pueden contaminarse; una
ventilación apropiada, la consecución de índices adecuados de
número de niños por cuidador, lo que permite una aplicación
correcta de los programas de higiene; la formulación de una política
de exclusión, aislamiento o restricción de los niños enfermos,
dependiendo de la dolencia; y la adopción de las políticas de
baja por enfermedad pertinentes para que los trabajadores
enfermos puedan permanecer en su domicilio.
lunes, 12 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - Programas de enseñanza preescolar - I
La atención a la infancia, que exige la asistencia física y con
frecuencia la educación de niños de corta edad, adopta muchas
formas diferentes en diversas partes del mundo. En muchos países
en que son habituales las familias extensas, los abuelos y otras
mujeres de la familia cuidan de los niños cuando la madre se
ausenta para trabajar. En países en que predominan las familias
nucleares y/o monoparentales y las madres trabajan, la atención
prestada fuera del hogar a los niños sanos que no han alcanzado
la edad escolar suele corresponder a escuelas de párvulos o guarderías
privadas o públicas. En muchos países (por ejemplo,
Suecia), estas instalaciones dedicadas a la prestación de cuidados
a la infancia son gestionadas por los ayuntamientos. En Estados
Unidos, la mayoría de estos centros son privados, aunque suelen
estar regulados por los departamentos locales de sanidad. Una
excepción es el Head Start Program destinado a los niños en edad
preescolar y financiado por la Administración.
En general, la dotación de personal de los centros de atención a
la infancia depende del número de niños y de las características de
la instalación. Para grupos reducidos (normalmente menos de 12),
el centro puede ubicarse en un domicilio particular en el que el
prestador de los cuidados atiende, además, a sus hijos en edad
preescolar. La plantilla puede estar compuesta por uno o varios asistentes
adultos cualificados de forma que se satisfagan los requisitos
relativos al coeficiente de niños por cuidador. Los centros de
cuidados de día y las escuelas de párvulos son instalaciones de
mayor tamaño y carácter más formal. La formación del personal de
estos centros debe ser más completa y las plantillas pueden estar
compuestas por un director y profesores cualificados, personal de
enfermería bajo la supervisión de un médico, restauradores (especialistas
en nutrición, gestores de servicios de alimentación y cocineros)
y otros trabajadores, como los encargados del transporte y el
mantenimiento. Los centros de cuidados de día deben disponer de
instalaciones como un área de juegos al aire libre, un guardarropa,
un área de recepción, aulas y zona de juegos en el interior, cocina,
servicios sanitarios, salas de administración, lavandería, etc.
Las obligaciones del personal comprenden la supervisión de los
niños en todas sus actividades, el cambio de pañales a los bebés,
la atención emocional de los niños, la enseñanza, la preparación y
el servicio de comidas, la detección de signos de enfermedad y/o
de riesgos para la seguridad y muchas otras funciones.
El personal de las guarderías se enfrenta a muchos de los riesgos
existentes en entornos interiores normales, como la presencia de
contaminantes en suspensión en el aire, la iluminación deficiente, un
control de la temperatura inadecuado, resbalones y caídas, y
peligro de incendio. (Véase el artículo titulado “Centros de enseñanza
elemental y secundaria”.) Sin embargo, el estrés (que a
menudo acaba en agotamiento) y las infecciones son los riesgos
principales a que se exponen estos trabajadores. Otros factores
consisten en la necesidad de levantar y transportar a los niños y el
contacto con productos para actividades artísticas potencialmente
peligrosos.
Estrés
Entre las causas de estrés del personal de las guarderías cabe citar
la gran responsabilidad asumida respecto al bienestar de los niños
sin recibir a cambio una remuneración y un reconocimiento
adecuados; la percepción externa de una falta de cualificación, a
pesar de que la formación de muchos de estos trabajadores se sitúa
por encima de la media; los problemas de imagen debidos a la
amplia difusión concedida a incidentes de malos tratos y abusos a
niños protagonizados por miembros del personal de estos centros y
que ha dado lugar a la toma de huellas dactilares de trabajadores
inocentes tratados como posibles delincuentes; y las deficientes
condiciones de trabajo. Entre éstas últimas se cuentan un bajo
índice de cuidadores por niño, el ruido continuo, la falta de tiempo
y de instalaciones apropiadas para disfrutar de las comidas y los
descansos lejos de los niños y la inadecuación de los mecanismos
de interacción entre padres y trabajadores, que pueden dar lugar a
presiones y críticas innecesarias y posiblemente injustas de los
primeros a los segundos.
Como medidas preventivas para reducir el estrés de estos trabajadores
figuran la elevación de los salarios y la mejora de las prestaciones;
el aumento de los índices de cuidadores por niño con el
fin de facilitar la rotación de puestos de trabajo, los descansos, las
bajas por enfermedad y la optimización del rendimiento, lo que
redunda en una mayor satisfacción en el puesto; el establecimiento
de mecanismos formales de comunicación y cooperación entre
padres y trabajadores (posiblemente, con la creación de un comité
de salud y seguridad conjunto); y el perfeccionamiento de las
condiciones de trabajo, concretada en la disposición de sillas para
adultos, períodos regulares de “silencio”, un área de descanso
especial para el personal, etc.
domingo, 11 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - II
Los profesores se exponen a riesgos específicos. Enfermedades
infecciosas como la tuberculosis, el sarampión y la varicela
pueden propagarse con facilidad en los centros escolares. Son
esenciales, por tanto, las vacunaciones (tanto de alumnos como
de profesores), las pruebas de tuberculosis y otras medidas de
salud pública normalizadas (véase la Tabla 94.2).
La sobreocupación
y el ruido en las aulas, la inadecuación de las instalaciones
y cuestiones relativas al progreso en la carrera
profesional, la seguridad en el puesto de trabajo y la falta
general de control sobre las condiciones de trabajo contribuyen
a la aparición de graves problemas de estrés, al absentismo y al
agotamiento del profesorado. Entre las soluciones se encuentran
la adopción de cambios institucionales con el fin de mejorar las
condiciones de trabajo y la formulación de programas de reducción
del estrés siempre que sea posible. Un problema cada vez
mayor, sobre todo en los entornos urbanos, es la violencia contra
los profesores por parte de los alumnos y, en ocasiones, de
personas ajenas a los centros docentes. En Estados Unidos,
muchos estudiantes de enseñanza secundaria, en especial de
centros urbanos, llevan armas, incluidas pistolas. En las escuelas
que presentan este tipo de problemas, es imprescindible poner
en práctica programas organizados de prevención de la
violencia.
También los auxiliares docentes se enfrentan a
muchos de estos riesgos.
Los profesores que imparten clases especializadas pueden
verse sometidos a riesgos profesionales adicionales, como la
exposición a sustancias químicas, los peligros relacionados con
la maquinaria, accidentes, riesgos de carácter eléctrico, niveles
de ruido excesivos, radiaciones e incendios, dependiendo del
tipo de aula utilizada.
sábado, 10 de mayo de 2014
CENTROS DE ENSEÑANZA ELEMENTAL Y SECUNDARIA - I
En los centros de enseñanza elemental y secundaria prestan sus
servicios muchos tipos distintos de trabajadores, como profesores,
auxiliares docentes, administradores, personal de oficina,
personal de mantenimiento, personal de restauración, personal
de enfermería y muchos otros necesarios para el funcionamiento
de una institución docente.
En general, las plantillas de estos
centros se exponen a todos los riesgos potenciales que plantean
las actividades de interior y administrativas, entre los que se
encuentran la contaminación atmosférica de edificios, la iluminación
deficiente, una calefacción o refrigeración inadecuadas, la
utilización de equipos de oficina, los resbalones y caídas, los
problemas ergonómicos debidos a las deficiencias en el diseño del
mobiliario de oficina y el peligro de incendio. Las precauciones
son las habituales en este tipo de entornos, aunque las normativas sobre construcción e incendios suelen imponer requisitos específicos
para los centros docentes debido al gran número de niños
que asisten a los mismos. Otros motivos de preocupación en lo
que respecta a este tipo de instalaciones son el amianto (sobre
todo para los trabajadores de seguridad y mantenimiento),
la pintura al plomo desconchada, los plaguicidas y herbicidas,
el radón y los campos electromagnéticos (CEM) (en especial en
las escuelas construidas cerca de líneas eléctricas de alta tensión).
Los trastornos oculares y respiratorios provocados por el pintado
de las aulas y el alquitranado de los techos con presencia de
personas en el centro representan otro problema común. Estas
actividades deben realizarse cuando el edificio no esté ocupado.
Las tareas académicas básicas que se exigen de todos los
profesores consisten en preparar las lecciones, lo que puede
incluir el desarrollo de estrategias de aprendizaje, la copia de
notas orientativas y la elaboración de recursos visuales auxiliares
como ilustraciones, gráficos y similares; impartir la clase, que
requiere la presentación de información de un modo organizado
que atraiga la atención de los estudiantes y procure su concentración,
y puede exigir la utilización de pizarras, proyectores de
diapositivas, retroproyectores y ordenadores; redactar, asignar y
calificar exámenes; y ofrecer asesoramiento individual a los
alumnos.
La mayor parte de la enseñanza se imparte en las
aulas. Además, los profesores especializados en ciencias, arte,
formación profesional, educación física y otras áreas, desarrollan
buena parte de su actividad docente en instalaciones como laboratorios,
talleres de arte, teatros, gimnasios y similares.
Asimismo, pueden llevar a los alumnos en visitas de estudios a
lugares fuera de la escuela, como museos y zoológicos.
Los profesores desempeñan asimismo tareas especiales, como
la supervisión de los estudiantes en los pasillos y la cafetería, la
asistencia a reuniones con los administradores, los padres y otras
personas, la organización y supervisión de las actividades de
ocio y de otro tipo desarrolladas en horario extraescolar y otras
obligaciones administrativas. Además, asisten a conferencias
y otros actos docentes para mantenerse al día en su campo y
progresar en su carrera profesional.
viernes, 9 de mayo de 2014
PERFIL GENERAL - II
Las instituciones educativas abren sus puertas a distintos
grupos y categorías, prestando cada vez más atención a las actividades
externas y dedicadas a no estudiantes. En este sentido,
pueden observarse dos tendencias principales: por una parte, se
han establecido vínculos con los trabajadores, los centros y los
procesos industriales; por otra, se ha instituido una relación cada
vez más estable con el desarrollo comunitario, y crece la interacción
entre la enseñanza institucional y los proyectos de formación
comunitaria.
Las universidades y colegios universitarios procuran renovar
la formación inicial del personal docente mediante la oferta de
cursos de actualización profesional. Aparte de las disciplinas
y los aspectos específicamente pedagógicos, imparten conocimientos
de sociología, economía y antropología educativas. Un
planteamiento que aún se enfrenta con numerosos obstáculos es
lograr que los futuros profesores adquieran experiencia mediante
períodos de formación en instalaciones comunitarias, lugares
de trabajo o diversas instituciones educativas y culturales.
El
servicio nacional, generalizado en algunos países, constituye una
experiencia sobre el terreno muy útil para estos profesionales.
Las grandes inversiones dedicadas a la comunicación y la
información favorecen diversos tipos de autoenseñanza individual
y colectiva. La relación entre esta opción y la enseñanza
reglada es un problema reciente y cada vez más importante.
El paso de la formación autodidacta de las personas que no han
asistido a un centro docente a la autoformación permanente de
jóvenes y adultos no siempre ha sido correctamente valorado
por las instituciones educativas.
Estas nuevas políticas y actividades educativas plantean
diversos problemas, como los relativos a los riesgos y su prevención.
La educación permanente, que no se limita a la experiencia
escolar, convierte distintos emplazamientos, como el entorno
comunitario, el lugar de trabajo, el laboratorio y el entorno en
general, en instalaciones docentes. Los profesores deben recibir
ayuda para llevar a cabo estas actividades y contar con la cobertura
de un seguro. En cuanto a la prevención de los riesgos, hay
que adoptar iniciativas destinadas a la adaptación de las instalaciones
a las actividades educativas. En varios casos, se han acondicionado
establecimientos docentes para transformarlos en
centros abiertos al conjunto de la población y se han equipado
para dejar de ser instituciones educativas en exclusiva y convertirse
también en lugares destinados a la realización de actividades
creativas y productivas y a la celebración de reuniones.
La relación de los profesores y los instructores con los distintos
períodos de la vida de los alumnos y los estudiantes, como el
tiempo de ocio, el trabajo, la vida familiar y el aprendizaje,
requiere también la dedicación de un esfuerzo considerable a la
información, la investigación y la adaptación.
También se han intensificado las relaciones entre los profesores
y las familias de los estudiantes; en ocasiones, los parientes
del alumno asisten a las clases impartidas en el centro docente.
Las diferencias entre los modelos familiares y los educativos
exigen de los profesores un gran esfuerzo para lograr un entendimiento
mutuo desde el punto de vista psicológico, sociológico
y antropológico.
Los modelos familiares influyen en las pautas
de comportamiento de algunos estudiantes, que pueden vivir
una acusada contradicción entre la formación impartida en el
hogar y los patrones y normas de comportamiento que rigen en
la escuela.
A pesar de su gran variedad, todas las formas de enseñanza se
caracterizan por algunos rasgos comunes: el profesor no sólo
enseña conocimientos específicos o facilita la adquisición de
cualificaciones, sino que también trata de transmitir un modo de
pensar; debe preparar al alumno para la siguiente etapa de su
desarrollo y fomentar su interés y su participación en el proceso
de aprendizaje.
miércoles, 7 de mayo de 2014
PERFIL GENERAL - I
El ámbito de la docencia se extiende desde los jardines de
infancia hasta las instituciones de posgrado, y no sólo abarca la
enseñanza académica, sino también la formación científica, artística
y técnica en laboratorios, estudios y talleres, así como la
formación física en campos de deporte, gimnasios y piscinas. En
la mayoría de los países, casi todas las personas reciben en algún
momento la influencia de los miembros de esta profesión, y los
propios docentes tienen orígenes tan diversos como los alumnos a
los que enseñan. Muchos de los miembros veteranos de la profesión
desempeñan además tareas administrativas y de gestión.
Por otra parte, el desarrollo de políticas y actividades que
promueven la educación a lo largo de toda la vida exige una
revisión del concepto convencional de profesorado de las instituciones
tradicionales (escuelas, universidades).
Los miembros de
la profesión docente desempeñan sus tareas utilizando métodos
educativos formales e informales, tanto en la formación básica
como en la continua, en centros de enseñanza y fuera de ellos.
Aparte de los alumnos en edad escolar y los universitarios, en
muchos países surgen nuevos tipos de estudiantes cada vez más
numerosos: jóvenes en busca de empleo, mujeres que desean
reincorporarse al mercado de trabajo, jubilados, trabajadores
emigrantes, personas discapacitadas, grupos comunitarios, etc.
En concreto, encontramos categorías de personas que en el
pasado estaban excluidas de las instituciones educativas ordinarias:
analfabetos y discapacitados.
La diversidad de instalaciones de aprendizaje no es ninguna
novedad, y siempre ha existido la autoeducación privada y, de
un modo u otro, la formación a lo largo de la vida. Pero hay un
factor nuevo: el desarrollo creciente de este último tipo de
formación en lugares no concebidos inicialmente como centros
de enseñanza (por ejemplo fábricas, oficinas e instalaciones de
ocio), y la utilización de nuevos recursos, como asociaciones,
medios de comunicación de masas y la autoeducación asistida.
Este desarrollo y difusión de las actividades educativas ha dado
lugar a un aumento del número de personas dedicadas a la enseñanza
con carácter profesional o voluntario.
Muchas de las actividades catalogables en el campo de la
educación pueden solaparse: profesores, instructores, conferenciantes,
promotores y organizadores de proyectos docentes,
consultores en materia de educación y formación profesional,
asesores especializados en el desarrollo de la carrera profesional,
especialistas en educación de adultos y administradores. En
cuanto a los miembros de la profesión docente representados en
los mercados de trabajo, se observa que, en la mayoría de países,
constituyen una de las categorías más significativas de trabajadores
asalariados.
En los últimos años, la importancia de los sindicatos de la
enseñanza ha aumentado sin cesar, de acuerdo con el número
cada vez mayor de profesores. La flexibilidad de horarios de
trabajo les ha permitido desempeñar un papel significativo en la
vida política de muchos países.
En numerosos sistemas en los que la escuela se ha convertido
en un centro de servicios educativos permanentes o a lo largo de
toda la vida, puede encontrarse un nuevo tipo de educador, que
no es exactamente un profesor en el sentido antiguo del termino,
sino un profesional procedente de variados sectores, incluidos
expertos artesanos, artistas, etc., que contribuyen de forma
permanente u ocasional al desarrollo de las actividades
docentes.
lunes, 5 de mayo de 2014
Referencias
Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). 1985. Polynuclear aromatic compounds,
Part 4: Bitumens, coal tars and derived products, shale oils and soots. En IARC Monographs
on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Humans. Vol. 35. Lyon: IARC.
American Society of Mechanical Engineers (ASME).
1994. Mobile and Locomotive Cranes: An American National Standard. ASME B30.5-1994. Nueva York:
ASME.
Arbetarskyddsstyrelsen (Junta Nacional Sueca de Seguridad y Salud en el Trabajo). 1996. Comunicación
personal.
Burkhart, G, PA Schulte, C Robinson, WK Sieber, P Vossenas, K Ringen. 1993. Job tasks, potential
exposures, and health risks of laborers employed in the construction industry. Am J Ind Med 24:413-425.
California Department of Health Services. 1987. California Occupational Mortality, 1979-81. Sacramento,
California: California Department of Health Services. Comisión de la Comunidad Europea. 1993. Safety and
Health in the Construction Sector. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de la Unión Europea.
Comité Europeo de Normalización (CEN). 1994.
EN 474-1. Earth-moving Machinery—Safety—Part 1:
General Requirements. Bruselas: CEN.
Commission on the Future of Worker-Management
Relations. 1994. Fact Finding Report. Washington, DC: US Department of Labor.
Consejo de la Comunidad Europea. 1988. Directiva del Consejo de 21 diciembre 1988 relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados Miembros sobre los productos de construcción (89/106/CEE). Luxemburgo: Oficina de Publicaciones
Oficiales de la Comunidad Europea.
Consejo de la Comunidad Europea. 1989. Directiva del Consejo de 14 de junio 1989 relativa a la proximación de las legislaciones de los Estados Miembros sobre máquinas (89/392/CEE). Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de la Comunidad Europea.
Part 4: Bitumens, coal tars and derived products, shale oils and soots. En IARC Monographs
on the Evaluation of the Carcinogenic Risk of Chemicals to Humans. Vol. 35. Lyon: IARC.
American Society of Mechanical Engineers (ASME).
1994. Mobile and Locomotive Cranes: An American National Standard. ASME B30.5-1994. Nueva York:
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Arbetarskyddsstyrelsen (Junta Nacional Sueca de Seguridad y Salud en el Trabajo). 1996. Comunicación
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Burkhart, G, PA Schulte, C Robinson, WK Sieber, P Vossenas, K Ringen. 1993. Job tasks, potential
exposures, and health risks of laborers employed in the construction industry. Am J Ind Med 24:413-425.
California Department of Health Services. 1987. California Occupational Mortality, 1979-81. Sacramento,
California: California Department of Health Services. Comisión de la Comunidad Europea. 1993. Safety and
Health in the Construction Sector. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de la Unión Europea.
Comité Europeo de Normalización (CEN). 1994.
EN 474-1. Earth-moving Machinery—Safety—Part 1:
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Commission on the Future of Worker-Management
Relations. 1994. Fact Finding Report. Washington, DC: US Department of Labor.
Consejo de la Comunidad Europea. 1988. Directiva del Consejo de 21 diciembre 1988 relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados Miembros sobre los productos de construcción (89/106/CEE). Luxemburgo: Oficina de Publicaciones
Oficiales de la Comunidad Europea.
Consejo de la Comunidad Europea. 1989. Directiva del Consejo de 14 de junio 1989 relativa a la proximación de las legislaciones de los Estados Miembros sobre máquinas (89/392/CEE). Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de la Comunidad Europea.
domingo, 4 de mayo de 2014
GRAVA
La grava es un conglomerado suelto de piedra que ha sido
extraída de un depósito superficial, del fondo de un río o se ha
arrancado de una cantera y se ha machacado al tamaño requerido.
La grava tiene multitud de empleos, entre ellos: balasto para
vías férreas, carreteras, aceras y cubiertas; como material de
relleno en el hormigón (a menudo para cimientos); en urbanización
y jardinería; y como material filtrante.
Los principales riesgos de salud y seguridad para quienes
trabajan con grava son la sílice portada por el aire, los
problemas musculosqueléticos y el ruido. Muchos tipos de roca
usados para la producción de grava desprenden, de modo
natural, dióxido de sílice en forma de cristales libres. El contenido
de sílice de los distintos tipos de roca sin machacar es
variable y no es un indicador fiable del porcentaje de polvo de
sílice contenido en una muestra de polvo.
El granito contiene
aproximadamente un 30 % en peso de sílice. El contenido de
sílice libre en la caliza y el mármol es menor.
La sílice puede ser llevada por el aire durante las operaciones
de cantera, serrado, machaqueo, clasificación y, en menor
cuantía, al extender la grava. La generación de sílice en el aire
puede evitarse, generalmente, mediante regado y rociado con
agua, y, a veces, con sistemas de extracción local (SEL).
Además
de los trabajadores de la construcción, entre los trabajadores
expuestos al polvo de sílice se incluyen los trabajadores de las
canteras, los que construyen vías férreas y los que realizan
trabajos de urbanización. La silicosis es más frecuente entre los
trabajadores de canteras o de plantas de machaqueo que entre
aquellos que trabajan con la grava como producto acabado. Se
ha observado un elevado riesgo de mortalidad por neumoconiosis
y otras enfermedades respiratorias no malignas entre una
población de trabajadores en plantas de machaqueo de áridos
en Estados Unidos.
Los problemas musculosqueléticos se pueden producir a causa
de la carga, descarga o extendido manuales de la grava. Cuanto
mayor sea el tamaño del árido y el de la herramienta que se
utilice, más arduo se hace el manejo del material con las herramientas
de mano. Se puede aminorar el riesgo de roturas y
torceduras, haciendo que las tareas pesadas sean compartidas
por dos o más trabajadores o mediante el uso de máquinas de
tracción animal o mecánica. Las palas o rastrillos de un tamaño
menor acarrean o mueven pesos menores que las de mayor
tamaño y pueden reducir el riesgo de sufrir problemas
musculosqueléticos.
El procesado y manipulación mecánicos de la piedra o la
grava producen ruido. El machaqueo de la piedra mediante el uso de molinos de bolas, genera ruidos y vibraciones considerables
de baja frecuencia. El transporte de grava con tolvas metálicas
inclinadas y su mezcla en tambores son dos operaciones
ruidosas. Se puede amortiguar el ruido empleando materiales
fonoabsorbentes o fonorreflectantes para rodear el molino de
bolas, utilizando tolvas forradas con madera u otro material
fonoabsorbente (y duradero) o mediante el uso de tambores de
mezcla con aislamiento acústico.
sábado, 3 de mayo de 2014
Medidas de salud y seguridad
Ya que el asfalto calentado puede causar serias quemaduras en la
piel, los que trabajan con él deben llevar ropas amplias, en buen
estado, con el cuello cerrado y las mangas bien bajadas. Han de
llevar protecciones en las manos y brazos. Los zapatos deben
tener 15 cm de altura e ir abrochados de manera que no queden
resquicios por los que el asfalto caliente pueda entrar en contacto
con la piel. También es recomendable el uso de protecciones de
cara y ojos cuando se maneja asfalto caliente. Es conveniente
disponer de vestuarios para cambiarse la ropa, lavabos y duchas.
En las plantas de trituración, donde se produce polvo, y en las
calderas de cocción del asfalto de donde se escapan humos, ha de
establecerse una ventilación por medio de extractores.
Las calderas de asfalto deben instalarse en un sitio seguro y
bien nivelado, para evitar que puedan volcar. Los trabajadores
han de situarse al lado de barlovento de las calderas. La temperatura
del asfalto calentado debe comprobarse con frecuencia,
para evitar un recalentamiento excesivo y un posible incendio.
Si se acerca al punto de inflamación, se debe apagar inmediatamente
el fuego de las calderas y alejar cualquier llama u otra
fuente posible de ignición. Cuando se esté calentando el asfalto
debe tenerse a mano un equipo de extinción. Para la extinción
de los fuegos producidos por asfaltos, los extintores más
adecuados son los de dióxido de carbono y agentes químicos
secos. Los extendedores de asfalto y el conductor de una
máquina extendedora deben llevar máscaras de respiración de
media cara con cartuchos para vapores orgánicos. Además, para
evitar la ingestión involuntaria de materiales tóxicos, los trabajadores
no deben comer, beber o fumar junto a una caldera.
Si el asfalto fundido toca la piel, debe enfriarse rápidamente
con agua fría o con cualquier otro método recomendado por los
médicos. Si la quemadura es extensa debe cubrirse con gasas
estériles y llevar el paciente al hospital; las quemaduras menores
deben ser examinadas por un médico. No deben usarse disolventes
para quitar el asfalto de la carne quemada. Tampoco se
debe intentar quitar las partículas de asfalto de los ojos; pero la
víctima debe acudir inmediatamente al médico.
viernes, 2 de mayo de 2014
Clases de betunes/asfaltos
Clase 1: Los betunes de penetración se clasifican por su grado
de penetración. Son, generalmente, el producto residual de la
destilación atmosférica del petróleo crudo aplicando una posterior
destilación al vacío, una oxidación parcial (rectificación al
aire), una precipitación por disolventes o una combinación de
dichos procesos. En Australia y Estados Unidos, los betunes de
unas características aproximadas a las antes descritas reciben el
nombre de cementos asfálticos o asfaltos de viscosidad
graduada, y se especifican sobre la base de la medición de su
viscosidad a 60 °C.
Clase 2: Los betunes oxidados se clasifican por su punto de
reblandecimiento y grado de penetración. Se producen
haciendo pasar aire a través del betún blando y caliente en
condiciones de temperatura controladas. Este proceso altera las
características del betún, al reducir su susceptibilidad a la temperatura
y aumentar su resistencia a diferentes esfuerzos aplicados.
En Estados Unidos, los betunes producidos con aire soplado se
conocen como asfaltos soplados por aire o asfaltos de trabajo, y
son similares a los betunes oxidados.
Clase 3: Los betunes fluidificados (cutback) se producen
mezclando betunes de penetración y betunes oxidados con disolventes
volátiles adecuados procedentes del petróleo crudo, tales
como el éter etílico, queroseno o gasóleo, para reducir su viscosidad
y hacerlos más fluidos y fáciles de manejar. Cuando el
disolvente se evapora, se recuperan las propiedades iniciales del
betún. En los Estados Unidos estos asfaltos se denominan a veces
asfaltos de carretera.
Clase 4: Los betunes duros se clasifican normalmente por su
punto de reblandecimiento. Se fabrican de manera similar a los
betunes de penetración, pero su grado de penetración es inferior
y su punto de reblandecimiento es más elevado (es decir, son
más frágiles).
Clase 5: Las emulsiones bituminosas son finas dispersiones de
gotas de betún (de las clases 1, 3 o 6) en agua. Se fabrican
usando batidoras de alta velocidad, como los molinos coloidales.
El contenido de betún puede oscilar entre el 30 y el 70 %
en peso. Las emulsiones pueden ser aniónicas, catiónicas o
neutras. En Estados Unidos se denominan asfaltos emulsionados.
Clase 6: Los betunes mezclados o fluxados pueden fabricarse
mezclando betunes (principalmente, de penetración) con
extractos de disolventes (subproductos aromáticos del refino del
petróleo crudo), con residuos termofisurados del petróleo pesado,
o con ciertos productos destilados del petróleo pesado con un
punto de ebullición final superior a 350 °C.
Clase 7: Los betunes modificados contienen cantidades apreciables
(normalmente del 3 al 15 % en peso) de aditivos especiales,
como polímeros, elastómeros, sulfuros y otros productos
usados para modificar sus propiedades; se emplean para aplicaciones
especiales.
Clase 8: Los betunes térmicos se fabricaban por destilación
prolongada a altas temperaturas de residuos del petróleo. Actualmente
ya no se fabrican ni en Europa ni en Estados Unidos.
Fuente: IARC1985
jueves, 1 de mayo de 2014
Exposiciones y riesgos - II
Los efectos sobre el árbol traqueobronquial y los pulmones de
los ratones al inhalar un aerosol de asfalto y, en otro grupo que
inhaló humo de asfalto calentado, dieron lugar a congestión,
bronquitis, neumonía, dilatación bronquial, cierta infiltración en
las células redondas peribronquiales, formación de abscesos,
pérdida ciliar, atrofia epitelial y necrosis.
Los cambios patológicos
fueron diferentes y algunos animales se mostraron relativamente
refractarios al tratamiento. Se llegó a la conclusión de que
estos cambios constituían un fenómeno general causado por
respirar aire contaminado con hidrocarburos aromáticos, y que
el grado de cambio depende de la dosis respirada. Los cobayas y las ratas que respiraron humos de asfalto calentado mostraron
efectos como neumonías crónicas fibrosas con adenomatosis
peribronquial, y las ratas desarrollaron una metaplasia celular
escamosa, pero ninguno de los animales presentó lesiones
malignas.
Se han realizado pruebas sobre los efectos de la aplicación de
asfaltos refinados al vapor a la piel de los ratones.
Los asfaltos no
disueltos, las disoluciones en benceno y una fracción de asfalto
refinado al vapor produjeron tumores de la piel. En la aplicación
de los asfaltos refinados al aire (oxidados) a la piel de los ratones,
con el material sin diluir no se produjeron tumores cutáneos,
pero en un experimento, un asfalto refinado al aire en un disolvente
(tolueno) produjo tumores cutáneos tópicos. Dos asfaltos
craqueados produjeron tumores cutáneos al aplicarlos a la piel
de ratones. Una mezcla de asfaltos destilados al aire y al vapor
en benceno produjo tumores en los puntos de aplicación de la
piel de ratones. Una muestra de asfaltos refinados al aire calentado,
inyectada subcutáneamente en los ratones, produjo
algunos sarcomas en los puntos de inyección.
Una mezcla de
asfaltos destilados al aire y al vapor produjo sarcomas en los
puntos de inyección subcutánea en los ratones. Asfaltos destilados
al vapor inyectados intramuscularmente produjeron
sarcomas locales en un experimento efectuado con ratas. Un
extracto de asfalto del pavimento de una carretera y sus
emisiones tuvieron efectos mutágenos en la Salmonella
typhimurium.
No existen pruebas concluyentes de su carcinogénesis en las
personas. Un grupo numeroso de trabajadores de cubiertas
expuestos a betunes tanto asfálticos como de alquitrán mostró
un riesgo superior de cáncer respiratorio.
Asimismo, dos estudios
daneses revelan un riesgo superior de cáncer de pulmón, pero
algunos de los trabajadores habían estado expuestos también al
alquitrán y, probablemente, eran más adictos al tabaco que el
resto del grupo. Entre los trabajadores en carreteras en Minnesota
(pero no en California) se apreciaron incrementos de
cánceres urológicos y leucemia. Aunque los datos epidemiológicos
de que se dispone hasta la fecha no bastan para demostrar
con un grado razonable de certeza científica que el asfalto represente
un riesgo de cáncer para las personas, existe un consenso
generalizado de que, a la luz de estudios experimentales, tal
riesgo es posible.
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